Una célula que explota

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Narra Xóchitl:
Así pasaron los meses, regresamos a la facultad y seguíamos igual de unidas que siempre. Claudia se había convertido en mi lugar seguro. Había decidido tomar mi corazón y hacerlo suyo.

Recibir cartas y regalos de Claudia era como una recompensa después de todo lo vivido. Mis sentimientos por ella seguían creciendo como un volcán a punto de hacer erupción.

No estaba segura de muchas cosas en mi vida, pero estaba segura de amarla, de querer vivir mi vida a su lado. En ingeniería éramos pocas mujeres de por sí, no tenía ojos para nadie más.

Claudia- Hola Xo, ¿quieres quedarte hoy a dormir? Tengo cosas importantes que decirte
Xóchitl- Clau, claro que sí, ¿necesitas que lleve algo?
Claudia- Podrías llevar una de tus famosas gelatinas.

Sonreí, sabía que le encantaban mis gelatinas. Decidí hacer una de guayaba y dirigirme a su casa de inmediato después de trabajar un poco en la tesis.
Ya casi nos graduábamos y quería asegurarme de tenerla lista.

Llegué a su casa a las 7:30 en punto y toqué el timbre, a mi sorpresa me recibió Claudia con una hermosa sonrisa, no su mamá como todas las veces anteriores.

Claudia- Xóchitl!, pasa pasa, qué rica gelatina.
Xóchitl- ¿y tu mamá? Le traje flores.
Claudia- No están en casa, todos salieron y llegan por mí mañana en la noche.
Xóchitl- ¿A dónde van a ir?
Claudia- No te preocupes, te voy a contar más tarde. Entra yaaaa.

Me metió a su casa de un jalón. Dejamos la gelatina en el refrigerador y comenzamos a tomar un poco del Brandy que dejaron sus padres en la alacena. Me gustaba el olor de su perfume combinado con alcohol.
Estuvimos en su patio tomando el sol y platicando sobre nuestros proyectos de tesis.

Claudia ya había acabado el suyo, estaba esperando su examen profesional. Me ayudó a realizar unas modificaciones del mío y a hacer una parte de la metodología. Me sorprende su intelecto.

Xóchitl- ¿hay algo que no hagas bien, Claudia?
Claudia- Yo hago todo bien Xóchitl- me dijo con una sonrisa amplia que mostraba sus bellos dientes. Se me antojaron sus labios.
Xóchitl- Ya tomaste mucho Clau, hay que dejarlo.- le dije intentando quitarle la botella de sus manos.
Claudia la alejó de mí y subió sus brazos para que no pudiera alcanzarla.
Claudia- Pero si nos estamos divirtiendo Xo, hay que seguir- me arrinconó contra la pared del patio. Sus labios estaban muy cerca de los míos.

Estaba a punto de besarme cuando se abrieron las mangueras que regaban el patio y nos mojaron por completo. Claudia reía mientras se alejaba de mí. Me sentí frustrada. Lo notó.

Claudia- ¿qué pasa, Xo?
Xóchitl- Nada, Clau. Pensé que me besarías por un momento- dije sin pensar en mis palabras.
Claudia frunció el ceño y sin pensarlo dos veces me dijo- ¿por eso estás triste? No sabes cuánto tiempo he soñado con besarte y hacerte mía. 

No me dio tiempo de reaccionar, porque Claudia se había abalanzado hacia mí, sus labios y los míos se fundieron en un beso apasionante, desgarrador, en ese momento supe que sus besos serían mi debilidad.
Nadie nunca me había besado así, sus dos manos sostenían mi cabeza para que no me moviera, mis manos recorrían su espalda en movimientos circulares.

Claudia tenía una lengua bendita, que abrazaba la mía y me hacía sentir que éramos solo nosotras dos por ese instante. Sin darme cuenta estábamos en su casa y subíamos las escaleras a su cuarto.

Mis manos bajaron hasta sus nalgas, Claudia soltó un pequeño gemido y me encendió, mis manos ahora desesperadas querían hacerla sentir mía, que supiera que me he muerto de deseo de tenerla dentro.

Las manos de Claudia recorrían mi cuello al igual que sus besos mientras llegábamos a su cuarto. Una vez ahí me tiró a la cama y se sentó encima de mí, le quité la playera. Tenía una gran vista, pude verla por completo, no solo sus pechos finos y puntiagudos, urgentes de mi roce, sino también su alma.

Comencé a besarlos y a lamerlos como si fueran una paleta que no pudiera dejar ir, estaba aprisionada en una cárcel de la que no deseaba salir, succioné ambos pezones, uno a la vez mientras veía su cara de placer. Su espalda se arqueaba con mis besos. Su cuerpo sabía a vainilla, estaba obsesionada, la amaba, toda ella.

Me aventó a la cama y una vez encima de mí, con la respiración entrecortada me dijo.

Claudia- Xóchitl.
Xóchitl- ¿Sí, Claudia?.
Claudia- Me voy de México.

Me levanté de la cama de inmediato, no podía creer lo que había escuchado.

Xóchitl- ¿cómo? ¿Por qué? ¿A dónde?
Claudia- Voy a hacer una estancia de investigación en Estados Unidos.
Sentí las lágrimas cayendo por mi rostro. Estuve tan cerca de tenerlo todo.
Xóchitl- ¿no pudiste habérmelo dicho antes?
Claudia- Quería decírtelo, por eso te invité.
Xóchitl- No sé qué decig, Claudia, he estado enamorada de ti todo este tiempo, al fin te tengo y ¿te vas?.
Claudia empezó a llorar también.
Claudia- No me habías dicho nada, no hay nada que pueda hacer, Xo.
Xóchitl- Puedes quedarte conmigo.
Claudia- Sabes que no puedo...estás oportunidades de dan una vez en la vida. Ven a la cama.
Xóchitl- No puedo Claudia. No puedo perder.
No quiero perderte.

Sin más salí corriendo, me siguió Claudia con un brasier puesto, sentí la lluvia mientras salía de la casa. Tomé mi bicicleta y miré una vez más hacia su casa. Vi a Claudia corriendo a la puerta. Decidí irme antes de que intentara convencerme.

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Nota de la autora:

¿Qué piensan de este capítulo? Aaaaa espero les haya gustado mucho.

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