No tendría problema en amar a Xochitl, si no fuera una mujer...

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Narra Xóchitl:
Una vez que terminó el evento, yo no pude dejar de pensar en lo ocurrido en el baño, mi mente se desviaba para regresar una y otra vez al recuerdo que juntas creamos en el baño.

No comprendo las movidas de la vida. Pasé seis años de mi vida enviando cartas a Claudia sin respuesta alguna, desviviéndome por cada momento alejada de ella, si me hubiera enterado del matrimonio sin duda me hubiera presentado para impedirlo.
Pensé que todo estaba perdido y sin embargo, en el baño pactamos algo sin precedente.

Claudia y yo estábamos destinadas a estar juntas, ni siquiera mi candidatura había impedido que regresara a mí. Claudia estaba de vuelta en el juego y yo lista para que me tomara sin más.

Regresé a casa, sin mencionar una palabra de lo ocurrido a Alberto.

Xóchitl- Me fue bastante bien, aunque no entendí bien el punto de la reunión. Marko no me permitió acercarme a los otros candidatos.- dije quitándole importancia a la situación.
Alberto- ¿Viste a Claudia?- preguntó con intriga.
Xóchitl- Solo de lejos.- dije cortante mientras le hacía un masaje a la espalda. Quería distraerlo pero lo malinterpretó.

Nuestros labios se encontraron, los suyos seguros conducían a los míos, siempre incómodos, fuera de lugar. Cada beso, cada movimiento era meticulosamente planeado, no podía fluir como lo hacía con Claudia.

Decidí pararlo en seco antes de que sus besos llegaran a su propósito.

Xóchitl- No puedo.- dije sin más.
Alberto- Es por Claudia ¿cierto?- dijo frustrado.
Xóchitl- No, Alberto.- dije cortante.
Alberto- Solo quiero que me regreses un poco de todo lo que he hecho por ti.- dijo con enojo.
Xóchitl- No puedo Alberto, ya no más. Es difícil para mí y lo sabes.- dije con tristeza.
Alberto- Está bien.- dijo con agresividad. Levantándose enojado de la cama y azotando la puerta al salir.

Ya no podía seguir con la farsa, mucho menos podía sacarme de la cabeza a Claudia. Sus ojos avellana me acechaban como una sombra que no me dejaba respirar. Sin quererlo me quedé dormida.

En mis ensoñaciones, fragmentos de nosotras o de lo que pudimos haber sido me golpeaban como una guerrilla. Nosotras casadas, con hijos. Nosotras envejeciendo juntas; Claudia con su trabajo como científica, yo emprendiendo con dificultades pero siempre la una para la otra.

En otro universo estoy segura que ahora mismo dormimos plácidamente abrazadas, puede que quizás no tengamos suficiente dinero para vivir como lo hacemos ahora, pero somos felices. Nos tenemos, al  menos en esa vida.
Nuestras vidas son normales; ella sale temprano y yo le hago de comer. Lavamos juntas los platos y la ropa, la cotidianidad nos enferma, ambas soñábamos con más. Pero estamos juntas y somos felices.

El sonido insistente de mi teléfono me despertó, noté que estaba llorando y me limpié las lágrimas antes de contestar. El número era desconocido.

Xóchitl- ¿Bueno?- dije con voz adormilada
Claudia- Hola Xóchitl. Quería ver si podíamos vernos, necesito hablar contigo.- dijo la dueña de mis anhelos y ahora de mis sueños.
Xóchitl- Cl...claro que sí, ¿donde te veo?- dije aún intentando procesar que era Claudia quien me llamaba.
Claudia- Ahorita te mando la dirección.- dijo y colgó.

¿Acaso Claudia cambiaba siempre de número celular?
Procedí a darme un baño rápido para verme un poco más presentable, me maquillé (quizás demasiado) y me vestí con mi usual huipil de la suerte. Así le había puesto Marko tras mandarlo a bendecir por el papa, yo era creyente pero no a tal punto.

La dirección era desconocida para mí, pero subí a mi camioneta y puse Google maps para que me ayudara. Descubrí que la ubicación me mandaba al centro histórico en una calle cerrada muy linda. Cuando llegué no me pidieron identificarme, ya sabían que yo iba a llegar. Nunca sospeché nada, si quería matarme o secuestrarme yo estaría feliz de morir en los brazos de la mujer que más amo.

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