Prólogo

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La conocí por primera vez mucho tiempo atrás, yo apenas estudiaba la universidad, estaba en mi segundo año de física en la UNAM, cuando la vi en una reunión estudiantil.

Un amigo en común, Jesús, mi entonces novio, nos presentó. Desde el primer momento me sentí atraída a ella, como si fuera un hoyo negro del cual no pudiera escapar.

No me sentía intimidada, al contrario, sentía que necesitaba conocerla, saber más de ella.

Nos volvimos a ver quizás dos o tres veces en las fiestas que organizaban los compañeros de ciencias, sin embargo, nunca pudimos encontrar un momento para estar solas y conocernos. Jesús y yo estábamos pegados todo el día, yo lo amaba tanto.

Jesús fue mi primera vez en muchas cosas, fue mi primer amor y la primera persona que me hizo sentir que el mundo era más grande que nosotros. Teníamos química sin duda, pero tuvimos que separarnos después de un año y medio de relación, ya que se fue de intercambio a España.

Una vez que Jesús se fue, no pude evitar sentir que perdía al amor de mi vida, nunca había tenido una relación con tanta conexión, seguí frecuentando a sus amigos que también eran míos

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Una vez que Jesús se fue, no pude evitar sentir que perdía al amor de mi vida, nunca había tenido una relación con tanta conexión, seguí frecuentando a sus amigos que también eran míos.

En una ocasión estábamos realizando una práctica de termodinámica cuando empezaron a cuchichear. Entre susurros escuché que hablaban de Xóchitl y decían que le gustaban las mujeres. Me sorprendí pero decidí no caer en chismes tontos.

Después de ese rumor Xóchitl se quedó cada vez con menos amigos y yo decidí juntarme más con ella, aunque a mi parecer no nos parecíamos en nada. Sin embargo, pronto encontré en Xóchitl una mujer fuerte y sincera, en quien podía confiarle mis secretos.
Hablábamos casi todo el tiempo sobre la escuela y de vez en cuando sobre parejas sentimentales.

Xóchitl era una mujer decidida, tenía cabello corto, baja estatura, dientes chuecos, risa curiosa pero no puedo negar que existía un misterio en sus ojos redondos, que me llamaba a explorarlos.

Xóchitl- Claudia, muchas gracias por haberme acompañado hasta mi facultad, que queda tan lejos de la tuya.
Claudia- No te preocupes, siempre es lindo poder conocer más a fondo CU.
Xóchitl- Algún día deberíamos salir juntas, tomar un café o unas gelatinas.
Claudia- Me gustaría mucho, Xóchitl, hay que ponernos de acuerdo.

Después de eso salíamos mucho juntas. Mis tardes se las dedicaba a estudiar y a pasar tiempo con ella, le ayudaba cuando era época de exámenes porque no le iba tan bien y siempre encontramos consuelo la una en la otra.

El semestre al fin había terminado, mis amigos habían decidido invitar a todos sus conocidos a un bar con karaoke, yo invité a Xóchitl y a mis amigos les gustó la idea. Xóchitl era muy divertida en fiestas.

Fue un alivio encontrar a Xóchitl en medio de tanta gente en el bar, aunque los conocía, yo solo quería su compañía, al final del día se había vuelto mi amiga, la mejor de todas.

Después de dos cervezas, Xóchitl decidió subir a cantar, antes de, me susurró al oído que la canción que cantaría le recordaba a mí, sonreí, porque sabía que Xóchitl se ponía cariñosa con algo de alcohol.

Xóchitl subió a la tarima y comenzó la canción.

Mientras cantaba la canción no podía dejar de mirarme a los ojos, ni yo podía apartar la vista de los suyos, eran como imanes que me atraían y no me soltaban.

Mis amigos se me quedaban viendo después de cada verso que salía de los labios de Xóchitl, sorprendidos, yo nunca pude pensar bien en el significado de la canción. Seguí tomándole a mi cerveza para intentar distraerme del momento.

Roberto- Oye, ¿apoco ya no extrañas a Jesús?
Claudia- ¿Jesús? ¿Por qué lo preguntas?
Roberto- Ya vi que estás muy distraída con tu nueva amiga o ¿qué? ¿A poco ya es tu novia?
Claudia- Roberto, no seas tonto.
Roberto- Claudia, siempre me has gustado.
...
Y sin más, casi al final de la canción, Roberto me besó, no pude evitarlo, ni prevenirlo, estaba ya tomada y enlentecida como para alejarlo. Decidí dejarme llevar.

Bailamos dos o tres canciones juntos, las manos de Roberto me recorrían la cintura, pero no sentía nada. Sus manos en mi cuerpo no producían ni un poco de fuerza en mis latidos.

En eso vi a Xóchitl besando a Alberto, una furia interna se despertó en mi, me molestó verlo recorriendo su espalda con sus dedos sucios, la espalda de mi amiga, de Xóchitl. Verla a ella tan cómoda me dejó atónita, pensé que le gustaban las mujeres y resulta que no era así.

Cerré los ojos para tranquilizarme, en eso sentí unas manos muy parecidas a las de Xóchitl tomando mis caderas, sonreí para mis adentros pero no pude evitar sorprenderme al sentir algo parecido a un shock eléctrico recorriendo mi cuerpo.

Xóchitl- Claudia, ya me tengo que ir, gracias por invitarme.

Y sin más besó mi mejilla y se despidió de Roberto, salió por la puerta del bar con Alberto de la mano, mis mejillas enrojecieron.

Roberto- Creo que al final de cuentas, también le gustan los hombres- pronunció riendo.

Yo me quedé callada y dejé que me llevara a casa. Una vez allí me puse a llorar, sentí que había traicionado a Jesús con su amigo y al mismo tiempo me sentí traicionada por Xóchitl.

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Nota de autora:
Holaaaaa, apenas es el prólogo, espero les haya gustado mucho, tengan paciencia. Hace mucho no escribo.
Dejen sus comentarios para que pueda responderlos y no olviden darle estrella.

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