Ya no será

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Narra Xóchitl:
Cuando se fue Claudia sentí que todo mi mundo se venía abajo, yo ya tenía todo y lo perdí. Yo y mi tonta necesidad de ser reconocida y alabada.

Al fin había logrado un futuro al lado de la mujer que siempre he amado y así de pronto como llegó se fue. Estaba sobretodo molesta con la situación ¿qué hacía Jesús interviniendo en nuestros asuntos?

Yo sí me imaginaba una vida juntas, esperaba ser su salvavidas y la única en su vida. Que viera en mi no solo una amante, sino una amiga e incluso un consuelo del alma. Pero ya no, ya no será...

Leí un poema de Idea Vilariño que puso en palabras todo lo que yo sentía, todo lo que había perdido.

<<Ya no será
Ya no
No viviremos juntos
No criaré a tu hijo
No coseré tu ropa
No te tendré de noche
No te besaré al irme
Nunca sabrás quien fui
Por qué me amaron otros.

No llegaré a saber
Por qué ni cómo nunca
Ni si era de verdad
Lo que dijiste que era
Ni quien fuiste
Ni qué fui para ti
Ni cómo hubiera sido
Vivir juntos
Querernos
Esperarnos
Estar.

Ya no soy más que yo
para siempre y tú
Ya
No serás para mí más que tú.
Ya no estás
En un día futuro
No sabré donde vives
Con quien
Ni si te acuerdas
No me abrazaras nunca
Como esa noche
Nunca.

No volverá a tocarte.

No te veré morir.>>

Con cada palabra las lágrimas en mis ojos se acentuaban. ¿Cómo podría continuar si me falta lo más preciado de mi vida?
Hablé por llamada con Alberto y le conté todo, cambió su vuelo para mañana y decidí quedarme hecha bolita en cama.

Solo intenté marcar dos veces a su casa, quería intentarlo, aunque fuera una única vez y nadie contestó. Llame una segunda vez y entró la llamada, mi corazón se refugió en mi garganta pero no contestó quien esperaba.

Jesús- ¿Bueno?- dijo y yo no contesté, no era con quien quería hablar- ¿Bueno?...Xochitl, sé que eres tú. Porfavor te voy a pedir que nunca vuelvas a llamar. Claudia está muy lastimada, decidió ser feliz a mi lado. Si la amas permíteme hacerla feliz, tú no pudiste por más que lo intentaste. No vayas a buscarla porque te mato.- dijo sin más y colgó.

Yo me quedé del otro lado de la línea derrotada, tenía razón. Si la amaba necesitaba dejarla ser feliz. Fue la decisión más difícil de mi vida, pero no me importó. Yo ya estaba muerta y seguiría mi vida vagando en pena.

Los siguientes seis años apenas y sobreviví, intenté distraerme de cualquier cosa que me recordaba a ella pero algunas noches era imposible, tan imposible que no podía evitar escribirle cartas y mandárselas, ¿qué tal que las leía?

Alberto fue quien tuvo que soportar las noches en las que no dejaba de llorar sin aparente razón, pero ambos sabíamos el por qué. Él se había convertido en mi pareja de verdad salíamos en la prensa, dábamos declaraciones juntos, nuestro tiempo libre era dedicado al otro y teníamos relaciones cada que podíamos, era como un pasatiempo para mí. Aunque nunca podía terminar y eso lo frustraba.

Mis hijos también fueron mi roca, regresaron a vivir conmigo, yo los necesitaba y su papá también. Fueron tiempos muy duros en la familia, aunque todos intentábamos aparentar que nada había pasado.

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