Presentaciones

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(Nota autora: si has llegado hasta aquí sin leer Vértigo, ¡date media vuelta!, Tienes veinticuatro capítulos pendientes primero)

Narrado por TK**

Una de las cosas que jamás entendimos en nuestras aventuras del mundo digital. Era como se sentían nuestros padres. Esperando siempre en el salón a que llegáramos sanos y salvos. Esa mezcla de sentimientos que tenían a nuestra vuelta, de gratitud hacia nuestros compañeros digitales, y de rabia, por habernos envuelto en todo eso. Todas las horas con el corazón encogido.

Aceptaron nuestro destino con resignación. Abrazaron nuestro camino y lo hicieron desde su segundo plano, suyo también.

Kari me contaba que su madre, solo les decía que se lo pasaran bien, cada vez que teníamos que volver. Y ahora admiro esa templanza que mostraba siempre la señora Yagami. Y sobre todo ahora entiendo a veces el dolor que sentía mi madre cuando miraba a Patamon.

Porque, sentarte, a esperar, y confiar en que las cosas saldrán bien... Es sin duda, la guerra más difícil de todas.

Era septiembre. Habían pasado cuatro años desde que derrotamos a Piedmon y reestablecimos el equilibrio de ambas fuerzas. Habíamos pasado el mes prácticamente todos juntos en el mundo digital, con algunas idas y venidas por trabajo. Pronto, tocaría volver al mundo real, seguir con nuestras vidas de adultos, retomar nuestras obligaciones... Pero aun nos quedaba una semana de vacaciones, y era el primer año que habíamos conseguido coincidir todos al menos unos días. Se respiraba calma y amor. Hacia calor, una agradable brisa, hacia moverse las ramas de los árboles al fondo. La parte quemada del bosque, había vuelto a germinar, y la vida se abría paso entre los restos del desastre, recordándonos, que un final, siempre implica un nuevo comienzo.

Pero mi equilibrio se iba a ver enseguida amenazado.

Estaba sentado en la terraza del castillo, escribiendo anotaciones en mi ordenador portátil. Eran al menos las diez de la mañana y Kari seguía durmiendo. La verdad que, aunque no le di importancia, las últimas semanas había dormido exageradamente mucho más de lo que acostumbraba.

Matt trajo dos limonadas y se sentó en una silla a mi lado, contemplando el paisaje. Se podía ver a algunos de los Digimon al fondo, corriendo por la hierba:

-Llevas horas pegado a ese portátil -gruñó Matt.

-Un par de anotaciones más y termino -dije sin apartar los ojos de la pantalla.

- ¿Te han dicho algo de la editorial?

-Tengo que entregar el primer borrador en quince días -sonreí.

-Mi hermano, escritor -susurró mirando al infinito. Y pude notar como una bocanada de orgullo le llenaba el pecho.

-Aun no me han dicho que vayan a aceptarlo -volví a sonreír. - Pero si nuestra historia llega a la gente, creo que ayudara a que nos comprendan. Y D. Corporation lo tendrá más fácil para unir ambos mundos de forma definitiva.

-Lo sé.

Cerré mi portátil y nos quedamos mirando la escena. Patamon sobrevolaba encima del resto, sin dejar de reírse.

Llegó Gatomón y se subió encima de la mesa, bostezó enseñando sus enormes colmillos y se acurrucó cerca de mí. Le acaricié la cabeza con dulzura y ronroneo somnolienta:

- ¿No ha despertado Kari? -pregunté.

-Ni un Yagami ha dado señales de vida esta mañana, -gruñó Matt de nuevo.

-En realidad si ha despertado -dijo Gatomón. - Pero se encontraba mal, está en el baño.

Me levanté deprisa y entre al castillo corriendo, subiendo las escaleras de piedra de dos en dos. Llegué a nuestra habitación, que tenía la puerta abierta, dentro no había nadie. Seguí hasta el baño. Kari estaba de pie lavándose la cara:

PODER.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora