La fiesta. HARU

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Cinco semanas después. Narrado por Haru.

Algo me tenía descolocado, y la falta de sueño empezaba a pasarme factura. Aquel fatídico día, Akiro cambió radicalmente. Nos dijo que renunciaba al dispositivo, que no quería saber nada, dio media vuelta, y no miró atrás. No tenía ningún tipo de sentido. Por mucho que intenté hablar con él, no hubo forma de romper ese muro que había levantado a su alrededor. Intenté también hablar con Gennai, y su forma de pedirme que me olvidara del tema solo consiguió que sintiera muchísima más curiosidad por entender qué ocurría. Le pedí a Himari una copia de Lux aeterna, y durante estas semanas, he estado estudiando.

El libro, si lo lees de forma totalmente aislada no tiene sentido, ni lógica, ni argumento. Parece un manuscrito que narra en forma de cancionero y paradojas una lucha antigua. Pero si lees e investigas un poco en la enorme biblioteca de Gennai, puedes empezar a unir ideas. El problema es que no estaba seguro de estar uniéndolas correctamente, o si eran realmente esas las ideas que debía unir.

Según todo lo que he descubierto, el mundo digital solo es una manifestación reciente de un mundo mucho más viejo que todo lo que conocemos o podemos imaginar. Uno de donde surgieron dos poderes opuestos, lo que parece el nacimiento del bien y el mal. Pero hay cosas que no encajan en esa historia. Parece que, con el nacimiento del mundo digital, había un Dios primario. Iggdrasil, que hizo gobernar bajo su voluntad a cuatro bestias. Si todo surge de dos poderes opuestos, del equilibrio de ambas fuerzas, por qué parece que hay deidades superiores a ambas. Como si las controlaran. ¿No deberían estar bajo las normas de dichas fuerzas? No lo conseguía entender. Pero, además, lux aeterna hablaba de una rebelión contra los supuestos poderes de la luz. Un ángel caído... Una división de poderes en tres ángeles.

Esta historia llevaba obsesionándome las mismas semanas que parecía que Akiro había gastado en olvidarse del tema. Necesitaba hablar con él. Mi media de horas de sueño empezaba a ser extremadamente baja e insuficiente y empezaba a sentir que me estaba volviendo loco Eran las 5 de la mañana, y yo seguía intentando entender y leer todo lo que podía en mi ordenador.

El misterio no terminaba en intentar unir todos estos puntos. Mi padre y el grupo primigenio estaban alterados. Se notaba. Más allá de la nueva guerra que parece que se había iniciado entre mis padres, había algo que nadie nos estaba contando.

Me dolían tanto las cervicales y me picaban tanto los ojos que tuve que hundir mi cabeza entre mis brazos para poder pensar. Me quité las gafas y me rasqué los ojos notando lucecitas dentro de mi cabeza. Tenía una sensación de angustia y agobio dentro de mi pecho.

Cerca de las siete de la mañana, desperté sentado en la silla de mi escritorio con la pantalla del ordenador encendida enfrente de mí. En algún momento el cansancio había podido conmigo y no sé cuánto había conseguido realmente dormir, pero me desperté muchísimo peor que antes.

Fui hasta el baño me lavé la cara, y salí al salón con la garganta totalmente seca. Pese a lo pronto que era, ya se notaba el calor subir desde el asfalto de las calles. En el salón se encontraban mis padres, con un montón de papeles sobre la mesa hablando entre ellos. Al menos no estaban gritando, y la verdad que eso me tranquilizó, aunque solo fuera momentáneamente.

-Qué madrugador hijo –dijo mi padre, parecía alterado, se levantó cerrando de golpe los papeles que tenía enfrente y me miró casi asustado. - ¿Te encuentras bien?

- ¿Qué es todo esto? –pregunté ignorando su pregunta.

Ambos se miraron, mi madre suspiro, y se rascó la frente buscando una manera adecuada de contarme de qué estaban hablando:

-Tu padre y yo, estamos buscando una forma de... Hacer todo el proceso más cordial –fue lo que dijo. Y aquello me desgarró por dentro.

Iban a divorciarse, yo lo sabía desde hacía tiempo, aunque no me lo hubieran dicho abiertamente. Pero desconocía si Himari estaba al tanto de todo, y estaba durmiendo en la habitación de al lado. Aquello me hirvió por dentro y me recorrió un sabor a bilis todo el esófago, como si estuviera en medio de una resaca terrible:

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