13. Verdades... pero a medias

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Abrí los ojos de golpe, pero no me levanté. Inmediatamente Anette levantó sus manos de mi pecho ¿Por qué las tenía ahí?

— ¿Qué estás-?

— Tienes cicatrices — afirmó con cara de sorpresa.

En mi mesita de noche vi su botella de vodka ya prácticamente vacía. Anette parecía no entender nada, por fin veía una expresión genuina en su rostro y era desconcierto, sus manos bailaban sobre mi torso al que había quitado la camiseta, probablemente por el agujero que ella había abierto al apuñalarme.

— Sí, claro.

— Nadie tiene cicatrices.

— Tú sí. Tienes cortes en el cuello y parte de la cara mucho más clara.

— Solo aparecen en las muertes violentas, morí quemada una vez, quemaduras de cuarto grado ¿Qué esperas? La siguiente un monstruo me clavó las garras en el cuello y lo rasgó, me estuve desangrando un minuto que parecieron horas, sola, en medio del bosque. Tú no, tienes casi tantas cicatrices como marcas en la ventana, tal vez cuatro menos, sin contar las de brazos y muslos, que apostaría un riñón a que no son de aquí — terminó de analizarme en tono triste ≪mierda, otra que lo sabe≫

Anette palpó de nuevo mi pecho sobre la cicatriz que mi daga había dejado tras mi tercera muerte, cuando me suicidé con ella. Anette permanecía en un silencio que solo podía indicar que estaba muy concentrada en algo mientras seguía palpando con delicadeza más cicatrices que eran también visibles, eso me provocaba unas extrañas cosquillas.

— ¿Con quién hablabas?

— ¿Qué?

— ¿A quién le gritaste que se callara? ¿Quién es Zac?

Echó su silla hacia atrás dejando de rozarme la piel para dejar que me sentara en la cama.

— No era nadie...

Mi compañera bufó y mostró una expresión irritada, recogió su botella y la acabó de un sorbo profundo antes de tirarla a la pequeña papelera de debajo de mi escritorio.

— ¿Qué pasa?

— No me jodas, Dani, no me jodas.

— ¿Qué narices pasa? — su actitud me estaba frustrado, parecía una niña pequeña en el cuerpo de una adulta inteligente.

— ¡Cojones!

— Vale ¿¡Qué cojones pasa, Anette!?

— Pasa que quieres que te ayudemos a salir y nos ocultas información.

— ¿Qué? ¡No! ¡Por supuesto que no!

— Vale, pues más vale que tengas una excusa convincente para esto.

Con un movimiento ágil de su mano, sacó y sostuvo con dos dedos la foto que había sacado de aquella cabaña. Le dio la vuelta, seguía puesto el mensaje "te veo".

Se supone que esa foto la tenía en el bolsillo, tal vez se había caído por mi cabaña o algo así. Me quedé muda durante varios segundos ¿Cómo iba a explicar eso sin parecer una idiota que ocultaba información? Eso era una amenaza disimulada en toda regla y me lo había callado.

— Ya... — ella se levantó poniéndose el carcaj a la espalda — me lo imaginaba.

Su mandíbula se tensó, sus ojos reflejaban indiferencia y decepción... ¿por qué me dolía que me mirase así? Comenzó a caminar hacia la puerta. Mi cuerpo reaccionó de inmediato saltando de la cama y yendo hacia ella, agarré su mano con fuerza.

Causas de morir 37 vecesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora