11. Ver con los dedos

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Recuperé la respiración.

— ¿Acaba de matarme? — fue una pregunta completamente retórica que alguien no pareció pillar.

— No lo sé, ni siquiera sé quién eres en realidad — expuso la voz melodiosa de Last ahogando una carcajada.

— Oh, no pensaba volver aquí, dios... que gilipollas es, no se lo había pedido a ella... y pensé que estaba volviéndose maja — en realidad mi cabeza no se creía ni una de mis palabras.

— Se nota, llevas dos horas dormida como poco, si estabas aquí antes que yo, incluso más.

— ¿Tienes reloj?

— ¿Para qué? Tenemos ese puto contador que se encarga de eso.

Abrí los ojos por primera vez, que estuviera Last significaba que estaba dentro de esa sala negra, no me habría servido de nada ver hasta que me di cuenta de que teníamos un contador hasta la próxima muerte.

Involuntariamente vocalicé un "ah" algo desubicado que volvió a provocar la risa de mi acompañante.

— Dios... cómo se nota que eres nueva.

— ¿Eso es un insulto?

— Por supuesto que no, los nuevos tienen más esperanzas de salir.

— ¿Tú no?

— Yo ya me he resignado a que aquí tengo comida, agua, casa y todo tipo de cosas que necesito y que fuera no tengo certezas. Aquí me aburro más, pero es el precio de la seguridad — hubo un largo silencio durante el que escuché las lentas respiraciones de Last — bien, ahora deduce.

— ¿Perdón?

— Deduce ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué nosotros? ¿Por qué ahora? Quieres escapar ¿no?

— Sí, claro, pero el resto... No lo sé

— Oh, vamos, no me jodas, sé que no eres tonta. Vic ¡Deduce! Una opinión aficionada me viene bien de vez en cuando y nos queda aquí media hora.

Miré el contador "00:29:35" e iba bajando.

Pensé durante un rato en el que Last parecía haber desaparecido y entonces hablé.

— Quiere desubicarnos, despistarnos, quiere... quiere...

— Sigue

— ¿Quiere que sepamos que controla la situación? Que si no morimos una y otra vez es porque no quiere.

Dos segundos de silencio, que se hicieron eternos hasta escuchar unas palmadas lentas en forma de aplausos.

— Verdaderamente impresionante.

— ¿En Serio? — me sorprendí al notar la emoción de mi voz ¿por qué me emocionaba tanto que mi deducción le gustara?

— Si claro, no tengo motivos para mentirte.

Mientras Last hablaba sentí un impulso e intenté buscar su posición, en cuanto creí encontrarla me abalancé sobre mí acompañante para abrazarla. Por supuesto, estaba sentada, por un momento noté que su cuerpo se quedaba rígido mientras rodeaba su cuello, creí que estaba incómoda así que pensé que lo mejor era apartarme, noté sus brazos acercándose para devolverme el abrazo, casi iban a pequeñas rachas, como procesando la situación.

— Veo que no te gustan los abrazos — dije divertida, parecía despreocupada por primera vez en mi vida.

— A ti tampoco, bueno sí, solo no estas acostumbrada, tienes el cuello tenso.

Noté sus manos en la nuca y me reí por las cosquillas que eso me provocaba.

— Para de analizarme — dije entre carcajadas — me haces cosquillas.

Last bajó la mano y ya después de un rato me senté en frente de ella, al menos en frente de donde calculé que estaba su cara ya que en la oscuridad costaba ubicarse bien.

— Oye.

— ¿Mmh?

— Sé que no nos conocemos y que no quieres que nos conozcamos, pero ¿puedo tocarte la cara? Es como... No sé, ver tu cara con los dedos — silencio.

— ¿Por qué quieres verme?

— Porque me da curiosidad.

— Quedan veinte minutos.

— Lo sé, me da igual.

— Entonces hazlo.

Me acerqué hasta que chocaron nuestras rodillas, levanté las manos que estaban adornadas con un notorio temblor.

— Voy a...

Entonces noté los dedos de Last agarrando mi mano y apoyándola completamente en su mejilla. Luego por inercia yo hice lo mismo con mi otra palma.

Primero palpé sus mejillas, sus pómulos no demasiado marcados y la fina línea de su mandíbula, luego subí a la nariz, pequeña pero puntiaguda. De seguido fui a sus labios, no eran muy grandes y estaban algo secos, pero parecían suaves, entonces noté como se abrían levemente.

— ¿Te han paralizado de verdad o yo te he embobado?

Sentí el impulso de apartar las manos, lo hice por un segundo antes de seguir con mi análisis sin responder a su pregunta. Luego estaban sus ojos cerrados, protegidos por largas pestañas suaves y unas cejas no demasiado finas.

Hice una especie de imagen mental en blanco y negro de Last, desde luego no era nada precisa, pero era algo.

— Eres guapa.

— No me has visto.

— Lo sé.

Los silencios que compartía con Last eran los más cómodos que jamás había conocido, tenían algo que me hacía sentir segura y hacían que mi cabeza no quisiera perturbar ese bonito momento, nos mantuvimos así casi hasta que se acabó el tiempo.

— Last — faltaban treinta segundos cuando se me ocurrió decírselo — tienes que buscar un ayuntamiento, es la clave, una especie de ayuntamiento en el bosque, algo grande, pero tienes que hacer ver que no sabes lo que buscas.

— ¿Cómo se supone que sabes eso?

— Alguien me lo ha dicho, no sé si a estas alturas es sensato confiar en él, pero estoy segura de que me ha dicho la verdad.

— Entonces... ¿Un ayuntamiento? — cinco segundos.

— Si.

— Bien — La mano de Last encontró la mía, la estrechó y movió a modo de saludo formal — voy a hacerte caso, hasta otra,Victoria.

Entonces morí otra vez. 

Causas de morir 37 vecesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora