Cuando me levanté de la cama tuve la leve sensación de que cuando saliera de ese bosque, no podría despertarme de forma tranquila nunca más, siempre era un susto y saltar de la cama como si de una pesadilla se tratase. En realidad, casi siempre pensaba que era una pesadilla hasta que veía mi ventana, entonces confirmaba que lo era.
Hice la marca recurrente y salí al porche, esta vez no tenía ni idea de que hacer. Estaba segura de que eso que había presenciado era una pista, pero ¿pista de qué?
De repente la sensación de desaparecer volvió, cerré los ojos tan fuerte como pude y me mantuve de pie. Los volví a abrir cuando, poco después, quise pensar que ya estaba a salvo, no tenía ni idea de qué había pasado, pero ahora me encontraba cerca del lago congelado con el agujero grande que yo había provocado. En uno de los árboles cercanos había sangre "puedo verte allí donde vayas".
— Y más sangre — refunfuñé con cierta ironía — ¿el que controla esto es un sádico loco o qué? ¿No puedes buscarte una obsesión, no sé, con el kétchup? Es similar.
Mi pelo largo había caído sobre mi cara, como si hubiera aterrizado y la inercia lo hubiese empujado, los cabellos rojos estaban pegándose a mi frente por el sudor y ahora me daba cuenta de lo incómodo que era no llevarlo recogido cuando lo tienes largo, lo peor era que me había quedado sin gomas del pelo. Como una decisión drástica y siendo completamente consciente de que salir de allí no iba a resultar fácil en ningún sentido, junté todo mi pelo con el puño y lo corté por la altura de mis hombros. Una maraña pelirroja se perdió en la hierba y no me importó en absoluto.
En un momento el escenario en el que me encontraba cambió por completo. Me vi encerrada en un círculo de espejos que reflejaban mi imagen, observé mi pelo que ahora estaba muy corto y sorprendentemente, pese a ser diferente y sentarme raro, no era desagradable.
Lo malo vino con el resto, mi cara, mi cuerpo y las partes restantes de mí, que en su momento hicieron que retirara todos los espejos de mi habitación en el palacio sin la más mínima excepción.
"Mírate, asesina" estaba escrito en todos y cada uno de aquellos espejos.
No quería parecer débil, si me estaba pasando eso, tal vez aquella persona estuviera allí, Nicolás, y no pensaba dejar que viera a su presa asustada. Lo intenté, juro que lo intenté.
Miré fijamente a todos y cada uno de los reflejos con un sentimiento que cada segundo me carcomía más por dentro. Un miedo que no sabía de dónde venía se apoderó de mí y luego vino el temor por el simple hecho de no saber de qué tenía miedo. Pero eso no fue lo peor, sino aquella sensación conocida de asco, una repulsión profunda y desagradable hacia la persona que me devolvía la mirada en cada uno de aquellos espejos.
Con la mano temblorosa saqué mi daga de su funda y la tiré hacia uno de mis reflejos dejándome caer al suelo de rodillas y con las manos en los oídos. El estruendo de los cristales rotos me sorprendió, volví a levantarme lo más rápido que pude viendo el círculo a mi alrededor.
— No sé cuántos años de mala suerte me tocarán por esto — murmuré a modo de intentar tranquilizarme.
Tomé varios minutos para concentrarme en respirar, los últimos días había tenido miedo ¿a quién intentaba engañar? Seguía teniendo miedo, por supuesto que sí, pero no podía dejar que eso me mantuviera encerrada.
— Si quieres torturarme, vete empezando — escupí con cierta rabia — no pienso dejar que veas miedo en mi cara, gilipollas.
Justo entonces uno de los cachos de espejo más grandes comenzó a teñirse de rojo, y pese a poner mis ojos en blanco, me agaché a recogerlo "te tomo la palabra" escribió.
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Causas de morir 37 veces
Fantasy¿Qué se ha de hacer cuando los problemas atacan? ¿Afrontarlos, dejar que te destruyan...? Dani decidió huir, dejar su reino lo más atrás posible y a toda velocidad hasta que su pasado la atrapó para consumirla y torturarla. Un bosque mágico como pri...