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—¡Mesa cinco!

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—¡Mesa cinco!

Pato con un sonrisa toco la campana llamándome para que vaya a buscar dos tragos que preparo. Estábamos los dos de turno, yo de mesera y el de bar tender, todavía nos quedaba unas horas.
Trabajar con el era bastante gracioso, no me disgustaba y las jornadas laborales se pasaban rápido.

—Como usted mande.

Le guiñe un ojo agarrando los dos vasos que estaban sobre la barra, y el sin borrar esa mueca de felicidad, se colgó su trapo en el hombro, devolviéndome el guiño, para que después cuando me de vuelta, suelte un silbido apenas empecé a caminar.

Amablemente entregue los pedidos y atendí algunas mesas mas. Iba de acá para allá por que hoy justo falto uno de los meseros, y con Laura estábamos hasta el tope.

—Luchi por favor, ¿podes levantar la mesa diez?

Me dijo Lau a unos metros de mi, a lo que solo acepte, y con cuidado fui juntando las cosas. Por ultimo me quedo un plato solo que levante, aunque algo debajo de el me llamo la atención, una servilleta de papel con un escrito. Uno que me dejo tiesa.

"Vas a pagar por todo lo que hiciste, poco, a poco..."

Mire a mi alrededor como si buscara algo, y llena de miedo, pánico y nervios, volví a leer esa oración, sintiendo como por mi espalda corría un frío horrible, y en mi garganta se formaba un nudo.
Mentira si no diría que no quería llorar, es mas, quería gritar, correr y escapar de ahí.

Lo peor es que no sabía quien era el que se había sentado acá, sola sabía que era una sola persona, y que la atendió Laura. Por eso, deje el plato en la mesa, con mis manos temblando guarde la servilleta de papel en mi delantal, y con la mirada busque a mi compañera. Ella estaba cerrando algunas mesas en la computadora de la caja, por eso camine rápidamente hasta donde estaba, con mi respiración entrecortada y mis nervios de punta.

—Lau...

La llame en un tono tembloroso y hasta diría que casi inaudible.
Ella solo musito un "ujum", con su vista puesta en la pantalla y su postura relajada.

—¿Sabes quien estaba sentado o sentada en la mesa diez?

Trague duro una vez mas, esperando alguna respuesta concisa, pero cuando vi como frunció su ceño, y ladeo un poco su cabeza, como su tratara de recordar o dudara de algo.

—No...la verdad que hoy con tanta gente que vino, no me acuerdo.

Negó con su cabeza completamente segura de si misma.

Cae el sol || Patricio Sardelli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora