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—Y acá es

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—Y acá es...

Pato estaciono el Jeep bajo un techito que simulaba ser una especie de garaje dentro del gran terreno. Tranquilos bajamos y el agarro los bolsos, en eso, yo aproveché para ver un poco el panorama. El lugar era enorme, diría que casi una hectárea, varios arboles, un gran patio donde en medio estaba la gran casa, que es poco decir que era hermosa.

Juntos caminamos hasta la puerta de la casa, donde Pato dejo a un lado las cosas, para rebuscar en una maceta las llaves. Entramos y me dejo pasar a mi primero; apenas me adentré vi algunos de los muebles cubiertos por unas sabanas blancas, y los demás por un plástico, evitando que se arruinen con el tiempo.
De verdad era enorme, o por ahí para mi, pero su grande living con el ventanal que llegaba de punta a punta, dejando una hermosa vista del exterior, por un par de muebles antiguos que le daban un toque único, una chimenea y también por la larga escalera de madera que llevaba al piso de arriba.

—Es enorme...y muy linda.

Corrí mi vista hasta la de Pato, que dejo los bolsos arriba de una mesa, para después mirarme a mi con una sonrisa.

—Si, era de mi abuela...aunque hay que limpiarla un poco.

Camino hasta mi, pasando uno de sus brazos por mis hombros, atrayéndome hacia el, yo risueña le di un beso en la mejilla antes de contestarle.

—Y bueno, empecemos ahora...

Le sonreí y al instante me dio un beso corto en la boca.

—Veni que te la muestro bien, y después empezamos a limpiar.

Lo dijo tan tranquilo que mi mente lo tomo en doble sentido, lo que me hizo soltar una risa.

—Que mente sucia que tenes.

Cuando cayo en cuenta, se empezó a reír conmigo.

—Vos no ayudas tampoco.

Negué con mi cabeza sin cortar la carcajada. Me di vuelta y empecé a caminar por la casa.

Me detuve a ver cada rincón. La cocina, el primer baño, el comedor, la barra enorme que estaba en el living, y por ultimo subí junto al morocho para el piso de arriba, donde habían cuatro habitaciones, y el segundo baño.

—Esta era mi pieza...

Algo nostálgico abrió una de las puertas principales, dejando ver una pieza llena de repisas con juguetes, una cama chiquita y algunos posters colgados.

—¿Era ella?

Mire un cuadro que estaba apoyado en la mesita de luz, tenía algo de polvo pero con mi mano lo saque, dejando ver bien la imagen de un mini Patricio, con una señora hermosa a su lado, los dos sonriendo y abrazados.

—Si...no sabía que seguía acá esta foto.

La tomo cuidadosamente de mis manos, viéndolas con un brillo especial en sus ojos, lo que me hizo llenar el alma de ternura y compasión. Lentamente la abracé por detrás, pegando mis labios en su hombro descubierto por el chaleco de jean.

Cae el sol || Patricio Sardelli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora