Capítulo 3

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No hay mucho qué contar sobre mi penosa y pseudo-notoria “vida universitaria”. En primer lugar porque no la hubo, o más bien, nunca debió haberla. Una muchacha inmigrante irlandesa, una joven y viuda, sin un título que le haga sobresalir en la sociedad, no es capaz de llegar a sitio alguno. Yo no tengo sangre rosada, ni dorada… mucho menos esperar que tenga sangre azul. La otra opción que me quedaba era poseer un capital suficiente como para pagar la matrícula de algún centro, alguna tutoría, o esperar un milagro.

Según me decía Johan: “Los milagros solo le suceden a aquellos con el valor suficiente para afrontar las consecuencias de recibirlos”. No entendí mucho, aunque desglosé gramaticalmente la frase para saber qué quiso decirme. Con total seguridad, sé que Johan profetizó mi inesperado milagro.

Mi milagro vino dividido en tres: dos mujeres y una niña.
Ellas se llaman: Emily, Liza y Louise.

“Una muchacha inmigrante irlandesa, una joven y viuda, sin un título que le haga sobresalir en la sociedad, no es capaz de llegar a sitio alguno.” Al menos eso significaba vivir en 1883 para mí. Emily y Liza, para fortunio mío, no tenían el mismo pensamiento que yo. Pero para comprender mis ambiciosas aspiraciones, antes debo contarle a usted cómo una irlandesa poco sobresaliente si de sociedad se trata, aspiraba a metas mayores e impropias de su estirpe:

No es que yo fuese una ignorante, aunque tampoco voy a figurar en los anales de la historia victoriana como una dama de sociedad alta. Yo me considero en el término medio. Sí, he tenido que lidiar con comentarios como: “Eres demasiado inteligente para ser irlandesa” o “Tu esposo debió sentirse intimidado por tu capacidad mental”, y otras frases tan o más ridículas que estas. Sin embargo, la frase dedicada humorísticamente a mi persona, por mi maestra Liza, recibe el premio mayor (el premio a la memoria, pues jamás podré sacarla de mi pensamiento):

“Eres una verdadera amenaza para la medicina moderna”, me dijo.

Recuerdo que tenía severas dudas sobre si dichas palabras eran un halago o una reprimenda. Pensé que tal vez no estaba llegando al nivel necesario para la carrera, ya de por sí negada a nosotras, las integrantes del sexo femenino. Llegué a creer que no era lo suficientemente “feminista” como para pertenecer al círculo de confianza de mis tutoras, quienes me habían aceptado (pienso yo, y ojalá nunca se enteren de esto) más por lástima que por cualquier otra cosa.

Quizá es demasiado injusto pensar de esta manera. Ni Emily ni Liza eran así; o mejor dicho: ellas me demostraron no serlo. A Liza, quien tuvo un historial de rechazos y fracasos, no iba a ablandarla el relato tipo novelita de folletín sobre una pelirroja irlandesa que perdió al amor de su vida a los diecisiete años. Después de todo, la propia Liza no había recibido gratuita y fácilmente el título de la “primera mujer licenciada como médico de la historia de Inglaterra”.

Obviamente, mi falta de tacto se había hecho presente… —valga la contradicción— así que decidí preguntarle la razón por la cual había dicho aquella extraña frase. Liza, otra pelirroja como yo, aunque mucho mayor en edad, me miró y su pequeña boca dibujó una sonrisa amplia y tranquila:

“Pues… Eres una joven muy inteligente, Marion, y honestamente, es increíble lo inteligente que eres para haber nacido tan desgraciada, como miles de miles de muchachas de Irlanda y de Inglaterra. Sin embargo, tú marcas la diferencia porque has decidido tú misma ser diferente. No sé si es porque eres tan lista, que a veces pareces ingenua… O si es por tu manera de ver las cosas, por tu sistema de creencias, o porque tienes un sueño tan inusual como es el de salvar… Triunfarás de cualquier manera, sepas un poco de medicina, sepas otro poco de música, sepas algo de literatura, pues eres de buen intelecto… Pero tu dilema sería ahora este: ¿Qué es lo que realmente deseas? ¿Salvar vidas… o salvar almas? Una vez que decidas hacer lo que quieres… serás una amenaza para la medicina moderna”

Valerie (o La epopeya de la sanguijuela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora