Capítulo 1

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Usted ha hecho una pregunta capciosa. Una pregunta que se merece una respuesta. Usted la tendrá. No será fácil para mí responderla, como tampoco será para usted escucharla. No quisiera tener que acudir al siempre eficaz recurso de la justificativa frase: “Es una larga historia”… Pero sí es eficaz, y ajustada, porque, en efecto, es una historia muy, muy larga. Tal vez demasiado larga para ser contada por alguien que solo ha vivido veintitantos años.

A pesar de eso, es mi tarea. Yo soy la única que puede contarla.
Y, de igual manera, usted es el único que debe escucharla, Abel.
Yo sé bien que intenta usted protegerme, al recluirme de la búsqueda de mi objetivo… porque no es un objetivo cualquiera… Por ello mismo no puedo permitirme el aceptar que alguien más lo tome en mi lugar. Si hay una persona en esta historia que merece cumplir este propósito, esa persona he de ser yo. Si hay alguien que merece ser hallado por mí, es ese hombre de ojos extraños. De no ser por él, hoy mi vida fuera totalmente diferente…

Y también la de ella. Me he cansado ya de pensar en los demás, como si mi respiración dependiera siempre de otros. Incluso ahora, usted podría decirme que eso no ha cambiado, puesto que transpiro rencor por alguien a quien no conozco y con quien me he obsesionado. ¿Sabe qué? Ya no me importa ser juzgada. Desde hace meses me he comprometido a ser insoportablemente egoísta.

Tal vez yo fui demasiado temeraria, Abel, ¡no lo sé! Tal vez me consumió la insostenible autosuficiencia de creerme en el derecho y en la potestad para cambiar a una persona: Un derecho que no pertenece a ningún ser humano; y un poder del que carecen todos los humanos. Sí, creí que era mi deber salvarla de su espiral de decadencia. Pero nadie me dio esa facultad. Quería no sentirme impotente de nuevo. No igual que aquella vez, cuando mi amado Johan me fue quitado sin que yo pudiera hacer nada para ayudarle. Quería ser capaz de ayudar a la otra persona que ocupaba un lugar importante en mi vida. Johan fue mi mejor amigo; ella, mi mejor amiga.

Al final, soy otra víctima de la autosuficiencia.

¿Cree que fui muy ingenua, Abel? Yo lo creo. Creo además que fui torpe, entrometida, y sobre cualquier otra cosa: infinitamente importuna, tanto para la existencia de mi esposo Johan, como para la de mi mejor amiga Valerie.
Soñé sabiendo que algún día la cruel realidad vendría a despertarme con un balde de madurez. Nunca pensé que “la realidad” viniera vestida de un hombre de ojos dorados, con un cubre bocas negro, y el epíteto más horrendo que ha conocido Londres en toda su historia… Pues dudo que otro monstruo similar pueda volver a pisar estas tierras. Si fuese así, entonces somos la peor escoria humana porque, como Sodoma y Gomorra, Dios ha decidido que nuestros pecados hieden demasiado.
Si quiere saber más sobre mí, entonces debe cumplir con su promesa de no revelar a nadie de Los Nadie mi identidad.

Así que ha dicho usted que sí. No se preocupe. No dudo en ningún momento de su palabra. Sé que va a cumplirla a carta cabal. Sé que mi existencia es un estorbo, pero debe ser protegida. Cumplirá su palabra. Por eso, espero que no tenga deseos de dormir esta madrugada. Le advertí que iba a ser una historia tal vez un poco larga. Muy larga para alguien que solo ha vivido veintitantos años.

Para entender esta larga pero corta historia, entonces debemos ir a aquellos tiempos en los cuales yo era “la otra chica”. Tenemos que recordar la época en la que “la otra chica” estaba viva.
Yo nací con el nombre de Marion Joanne Kirbey.

Ese fue el nombre que me dieron mis padres. Recuerdo cuánto amaba ese nombre. Todo porque Johan en una ocasión me dijo que era un nombre de princesa. Ahora sé que él solo estaba lisonjeándome, pero funcionó… y funcionó para ambos. Recuerdo que por ocho meses fui Marion Joanne Dickson. Luego Johan dejó de ser mi esposo. Yo quedé viuda con tan solo diecisiete años, y volví a ser Marion Joanne Kirbey: La irlandesa pelirroja con la dicha de atraer desgracias.

Valerie (o La epopeya de la sanguijuela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora