Capítulo 16

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Johan era demasiado inteligente para ser un simple minero. Su perfección siempre me ahogó, y le idealicé a un límite que a veces le causaba temor a él mismo. Me advirtió sobre los peligros de exaltarle más de la cuenta...

¡Me advirtió sobre tantas cosas!

-Porque ese es mi gran defecto: El miedo. Crecí en un ambiente de terror, en un mundo oscuro y entre las cuatro paredes de un cuarto húmedo y frío de Whitechapel. Gracias a eso, no conocí de cerca la corrupción humana, pero crecí con miedo a ella. ¿Entiendes? Crecí con miedo a correr riesgos. No soy como tú, querida mía. Soy un individuo miedoso y conformista. Tú eres la emprendedora. Yo soy el desconfiado...

¿Se conformaría Johan con la manera en la que sucedió su desgracia?

¿Simplemente... se dejó explotar?

Cuando la carga fatal se incendió a sus pies, ¿dejó de respirar a voluntad? ¿Se ahogó sin hacer siquiera el intento por alcanzar la superficie? ¿No luchó por su vida? Me negaba tanto a creer eso.

Tres días antes del incidente, mi joven esposo no podía dormir. Sé que los crecientes avances de la ciencia atentan contra el aspecto sobrenatural de nuestra fe, pero debo creer que algo superior intervenía en Johan, y no le dejaba conciliar el sueño. Estaba desvelado, preocupado. No sé si presentía algo, pero estaba inquieto.

-¿Qué te está pasando por la cabeza, que no te deja dormir?-le pregunté.

Él se recostaba del espaldar de la cama y miraba por la ventana, en dirección a las minas.

-Algo está mal...-contestó-... y no puedo decir qué es. Tengo la sensación de que estamos cometiendo un grave error, Mary. El jefe quiere colocar una serie de cargas alrededor de la colina, pero he hecho cuentas...

-¿Cuentas? ¿Cómo es eso? ¿Cálculos?

-Sí... No puedo explicarlo, pero en mi mente he visto cuán grande es la colina, y toda la extensión debajo de ella... Como te dije, es algo que está en mi cerebro pero no logro darme a entender... Y algo me dice que no va a aguantar la energía de las explosiones que quieren hacer. ¿Recuerdas que te dije que probablemente haya un río subterráneo cerca? Pues yo creo que no están calculando bien ese factor. ¿Qué tal si la humedad influye en la distribución de las explosiones... o algo así?

-¿Y por qué no se lo dices al jefe, Johan?

-Porque soy un simple obrero... Qué sabré yo sobre explosivos...

Tres días después, en la mañana temprana, se despidió de mí con una expresión melancólica, la cual solo pude ver de reojo, porque estaba adormilada. Y cerró la puerta, llevándose consigo todos los presagios del infortunio. ¡Por qué no habré hecho más esfuerzo en despertar! No le dije que le amaba con desesperación, no le dije que era mi mundo, no le dije que ningún sueño me valía si no lo veía conmigo... Lo único que salió de mi boca fue un estúpido bostezo.

Puedo recordar perfectamente cómo llegó mi suegro Vans, pasado poco del mediodía, con una expresión de dolor y estupefacción.

-Marion... Algo malo sucedió en la mina... Una explosión se salió de control...

Corrimos hacia el lugar, pero todo estaba envuelto en nubes de polvo. Habían tres hombres perdidos en la profundidad de la caverna: Clark, Vincent, y Johan. Los demás habían logrado salir a tiempo o la explosión no les había alcanzado del todo, pero aquellos tres, entre los que figuraba mi esposo, se habían adentrado demasiado.

Tardaron horas en apartar las rocas y los escombros para llegar al sitio. Y entonces sacaron a los hombres... Pero solo a dos, y la vida se había esfumado de uno de ellos. Clark, un joven de veintiocho años, había muerto gravemente. Tenía un golpe horrible en la cabeza. Vincent, de cuarenta años, estaba herido en las piernas, pero consciente. No obstante, no pudimos hablar con él hasta mucho más tarde. El resto seguía buscando a Johan, pero una gran pared de rocas había caído sobre el lugar. Sin embargo, para sorpresa de muchos, y para confirmación de las teorías de mi pobre amigo, sí había evidencias de un río subterráneo, oculto tras esta nueva montaña de escombros.
Vincent fue interrogado por los hombres que estaban trabajando allí, y por Vans en específico. Mi suegro no me dejó entrar a hablar con él. Pero cuando salió pude percibir una mezcolanza extraña en su mirada, entre tristeza e incertidumbre.

Valerie (o La epopeya de la sanguijuela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora