_Décimo Quinto.-

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Se aproximó temeroso a aquella puerta entreabierta y de tono chocolate oscuro. Se atrevió a asomarse, apenas un poco, la habitación solo contaba con la luz tenue de dos pequeñas lámparas dispuestas sobre dos buros, al lado de aquella cama tamaño king size de sábanas satinadas negras y rojas.

Un bulto yacía sobra ella, al medio de esta, cubierto de aquellas sábanas.

Era SeokJin. Reposando dormido allí, plácida y apaciblemente.

HoSeok suspiró lleno de alivio. Una necesidad enorme lo invadió, quería entrar y, y cerciorarse de que estaba bien, pero, ¿Debería?
Se mordió el labio inferior nervioso, las yemas de su palma derecha tanteando la madera de la puerta. Echó otro vistazo dentro, él parecía bien dormido, "noqueado" como dijo Nam.

No se daría cuenta...

Así que abrió lentamente, temiendo que esa condenada puerta rechinara o emitiera algún sonido que lo despertara, pero la puerta se deslizó suavemente delatando el buen mantenimiento que se le daba seguramente a esas bisagras.

Entró al fin, inspeccionándolo todo, sin morbo, simplemente estaba fuera de su zona de confort, de hecho, casi años luz de esta. Emparejó la puerta de nuevo y suspiró acomodando su sweater, halando de este hacia abajo. Miró nuevamente a SeokJin. Estaba profundamente dormido; de costado, con un brazo doblado y recostado sobre él, el otro contra su pecho, llevaba la misma camiseta blanca y al parecer solo lo habían despojado de su chaqueta beige y sus zapatos.

HoSeok rodeó la cama sigilosamente, agradecía la alfombra bajo sus pies que inhibía sus pisadas. Lo apreció más de cerca y no pudo evitar sonreír al pensar esporádicamente que "Era un tipo grande".

SeokJin siendo muy alto, ligeramente fornido, sin exagerar; pero con un cuerpo fibroso y dotado. Serio en demasía pero sonreía para doblegar y, Dios, ¡Bendita sonrisa! Podría atribuírsela graciosamente a la de un hámster y genuinamente a la de un joven atrevido, sexy y deshinibido. El pecado caminando entre nosotros.

Su forma de caminar, su forma de vestir, su escencia masculina, esa manera de mirar y desear algo. Era... Subliminal, anormal. No podía ser de este mundo y no se lo atribuía exactamente a algo celestial.

Hobi se inclinó y extendiendo su temblorosa palma, se atrevió a correr una parte de su melena que le caía encima de su rostro, dejando tal mechón trás su oreja. Ese rostro perfecto, varonil y etéreo siendo revelado al fin. Esos indicios de una ligera barba verdosa en su mandíbula y barbilla; Esos labios brillosos, rojos y ligeramente abiertos, esas mejillas pálidas y hoyuelos marcados, esas cejas definidas y pobladas, esas pestañas...

HoSeok suspiró sin poderlo evitar. La serenidad lo invadía y su mente estaba atiborrada de preguntas sobre todo lo que estaba pasando. Sobre el tema de su padre y, sobre él mismo. Se sentía... Desecho, se sentía tan solo, su personalidad era... ¿Una mentira? Una mentira impuesta por su padre. Si toda esa mentira no fuera realidad, ¿Cómo sería el? ¿Cómo sería su vida?  Seguramente muy diferente.

Se sentó a la orilla de la cama, específicamente en la esquina a los pies de Kim, no lo incomodaría allí. Miró sus manos agachando la cabeza, pensando en todo, hasta le parecía graciosa la situación en la que se encontraba ya mismo; Él que nunca pensó siquiera en desobedecer a sus padres, jamás se imaginó en una fiesta, escapando de casa, mintiendo... Y ahora, su vida era todo eso, ¿Era una mala persona ahora? ¿Dios se lo perdonaría?

Hundido en sus pensamientos, sintió la cama moverse y de inmediato viró a ver asustado al azabache pensando que había despertado, más solo se había removido en el sueño, respiró aliviado calmando su corazón del susto que le había sacado.

𝑴𝒚 𝑻𝒊𝒎𝒆 𝑰𝒏 𝒀𝒐𝒖. (KSJ&JH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora