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JaeHyun no puede dormir hasta cerca del amanecer. JaeHyun es despertado por la exquisita tortura húmeda que aspira su polla. Tan pronto como abre los ojos, se arquea por puro instinto, el calor desaparece, y de repente la cara sonriente de YoungHoon está delante de él.

—Buenos días.

—Uh... Buenos días. —Parpadea confundido. Esto nunca ha sucedido antes—. ¿Qué estás haciendo?

—Dar los buenos días a mi guapo prometido. —Contesta YoungHoon antes de deslizarse hacia abajo por su cuerpo.

Hay ruido procedente de la cocina, y JaeHyun siente un momento de pánico a través de la excitación.

—JuYeon está allí.

—Sí. ¿Y?

—Él puede oírnos.

—Estoy seguro de que no le importa, —dice YoungHoon, antes de tomar la polla de JaeHyun en su mano y lamer desde la base—. Sólo recuéstate y disfruta.

El placer anula su indecisión, y hace lo que se le dice. Es una novedad –YoungHoon tomando la iniciativa para tener sexo en la mañana– y no quiere decir nada que pueda arruinarlo, mucho menos quiere evitar que sea así de espontáneo de nuevo.

Cuando finalmente salen del dormitorio para ir a la cocina, JuYeon se ha ido, pero una humeante taza de café sobre la barra, delata que se fue recientemente, y al parecer con prisa. JaeHyun trata de no leer demasiado en eso, y trata de no pensar en la noche anterior, o la noche anterior a esa, o en cualquier otro momento desde que JuYeon entró en aquel restaurante y puso su mundo de revés. La boda. Eso es lo que importa ahora. Y YoungHoon.

Se sirve una taza de café y se apoya contra el mostrador, mirando a YoungHoon mientras les prepara pan tostado. —¿Todavía iremos a recoger los anillos el martes?

—Sí, —contesta YoungHoon, sonriendo a JaeHyun por encima del hombro—. Y tendremos una reunión con el director de eventos en el hotel el lunes. Todo va avanzando, ¿verdad? —Se acerca a JaeHyun, y pone las manos en sus caderas—. ¿Estás emocionado?

JaeHyun sonríe. —Muy emocionado.

—El mes que viene serás mi esposo, —dice YoungHoon acercándose, aprieta más fuerte a JaeHyun.

—No puedo esperar, —dice JaeHyun, tragando un bulto raro de sequedad en su garganta.

YoungHoon le da un beso en la esquina de su boca, y luego se separa para terminar con el pan. —¿Qué harás este fin de semana?

—Uh... —JaeHyun frota su frente con una mano, trata de buscar en su mente algo más que la boda, y la emoción que siente YoungHoon por ella, y algo más que JuYeon—...compras navideñas.

—Bien, toma. —YoungHoon saca su billetera de su bolsillo trasero, toma una tarjeta de crédito y se la entrega a JaeHyun—. Mientras estás en ello, cómprate algo extra.

La irritación que a menudo le afecta se cuela entre la dicha que sintió más temprano esa mañana. —No necesito tu dinero, YoungHoon.

—¿Puedes parar con eso? Nos vamos a casar, JaeHyun. Lo que significa que lo que es mío es tuyo ahora. —Agarra la mano de JaeHyun y le obliga a tomar la tarjeta—. Tan pronto como estemos de vuelta de la luna de miel, voy a añadir tu nombre a todo lo que tengo. ¿Entonces, cuál es el problema?

—Es sólo que no quiero que nadie piense que me estoy aprovechando de ti, —dice JaeHyun después de un momento, contemplando el color dorado en relieve de las letras en la tarjeta de crédito y su estómago se retuerce. No está del todo seguro de si esa es la verdadera razón.

—¿Quién piensa en eso?

—Nadie, —dice JaeHyun. Resopla y pone la tarjeta dentro de su bolsillo, se estremece cuando siente la amenaza de un dolor de cabeza perforando su sien—. No lo sé. Ese primo tuyo.

YoungHoon levanta las cejas. —¿SeHun? —pregunta, y cuando JaeHyun se encoge de hombros, dice—: No le hagas caso. Es un idiota.

—Sí, pero si él piensa eso, entonces, otros podrían pensar lo mismo.

—¿A quién le importa si lo hacen? —YoungHoon se acerca, pone sus manos en las caderas de JaeHyun de nuevo, doblando un poco las rodillas para mirarlo a los ojos—. Olvídate de ellos. ¿Sí?

—Está bien. —Dice, tratando encontrar consuelo en las palabras de YoungHoon, pero incapaz de deshacerse de la incómoda sensación de vacío que se asienta en su pecho.

YoungHoon es ajeno a todo ello. —Bueno, —le dice sonriendo—entonces, besémonos.

𝗘𝗟 𝗣𝗔𝗗𝗥𝗜𝗡𝗢 | 𝗝𝘂𝗝𝗮𝗲 (𝗧𝗕𝗭)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora