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Al llegar la tarde del siguiente día ellos, JaeHyun y JuYeon se encuentran sentados esperando a que YoungHoon llegue a casa para que puedan ir a la reunión con el gerente de eventos del hotel. No está seguro del por qué JuYeon quiere acompañarlos, pero no le importa.

Además, han encontrado una manera entretenida de pasar el tiempo.

—Todo está en el ángulo de la muñeca, —explica JuYeon desde su lugar en uno de los taburetes de la barra de desayuno—. Si no tienes la muñeca rígida, sólo hay que girar.

JaeHyun sonríe. Él está sentado en el sofá, mirando hacia arriba a JuYeon al otro lado de la habitación. —Muñeca rígida, eh?

—Tienes una mente sucia, JaeHyun, —dice JuYeon sonriendo.

JaeHyun intenta ahogar su sonrisa. —Lo siento.

—Sí, claro —dice JuYeon, una vez que JaeHyun pone cara seria de nuevo—. Observa. —Toma una de las palomitas de maíz de su paquete y la sostiene en alto, para asegurarse que JaeHyun le está mirando—. Lo haces así. —Entonces lanza la palomita de maíz al aire, inclina su cabeza hacia atrás, y la atrapa en su boca.

—Haces que parezca tan fácil, —dice JaeHyun resoplando por la expresión de suficiencia en el rostro de JuYeon.

—Eso es porque lo es. Un niño de cuatro años de edad puede hacerlo.

—Cállate, —se queja. Toma un poco de palomitas de maíz de su propio paquete y trata de copiar lo que JuYeon acaba de hacer. Ninguna palomita de maíz cae siquiera cerca de su boca—. En serio, —dice exasperado— ¿Mi cara tiene repelente contra las palomitas de maíz o qué?

JuYeon se ríe. —No, simplemente no eres capaz de atinar. Abre la boca.

—¿Qué?

—Ábrela —dice JuYeon, sosteniendo una palomita de maíz—. Apuesto a que voy a lograrlo desde aquí.

Esta vez JaeHyun no puede sofocar su sonrisa aunque lo intente. —¿Quieres que abra la boca —dice lentamente y con insinuación en su tono—, para que tú la pongas dentro?

JuYeon parpadea, después de un momento sus ojos se iluminan, y una pícara sonrisa se extiende por su cara. —Sí, — dice con sencillez, y luego tira la palomita de maíz a través de la habitación en dirección a la boca abierta de JaeHyun, atinando justo en el blanco. Su cara se llena de presunción de nuevo, pero después se oscurece con algo más—. ¿Cómo sabe?

—Salado, —dice JaeHyun de forma deliberadamente sensual e intercambian una mirada que es menos divertida y más como algo cercano a la excitación.

Y eso es peligroso.

Afortunadamente, el teléfono de JaeHyun suena rompiendo el momento.

—¿Hola? —dice al contestar. JuYeon mira hacia otro lado, se ocupa en recoger las palomitas de maíz que cayeron en la barra de desayuno.

Es YoungHoon, y suena como si estuviera en medio de una reunión. —Hola cariño, escucha, me quedé atrapado en este rodaje y voy tarde. ¿Tú y JuYeon pueden encontrarme en el hotel?

—Uh, está bien —dice JaeHyun con el ceño fruncido—. Te veo en un rato.

—Gracias. Te amo.

JaeHyun cuelga, mira a JuYeon. —Quiere que nos encontramos con él allí.

JuYeon alcanza su chaqueta y las llaves. —Conduzco yo.

El aire sopla lleno de hielo cuando salen, y JaeHyun envuelve sus brazos alrededor de sí mismo, temblando. —Dios, hace mucho frío.

𝗘𝗟 𝗣𝗔𝗗𝗥𝗜𝗡𝗢 | 𝗝𝘂𝗝𝗮𝗲 (𝗧𝗕𝗭)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora