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Sunoo se encontraba detrás del mostrador de golosinas en el parque de atracciones, ocupado llenando bolsas con algodón de azúcar y entregándolas a los clientes que hacían fila. Era una tarde animada y bulliciosa, con risas y gritos de emoción de fondo provenientes de las atracciones cercanas.

En eso, dos chicos se le acercaron y Sunoo sonrió amablemente.

—¡Hola, chicos! Tenemos una gran variedad de golosinas aquí. ¿Qué les gustaría llevar hoy? —preguntó Sunoo, mostrando las diferentes opciones disponibles, desde algodón de azúcar de colores brillantes hasta caramelos y palomitas de maíz dulces.

Uno de los chicos, con una gorra hacia atrás, señaló el algodón de azúcar rosa y azul.

—¡Oh, ese algodón de azúcar se ve increíble! ¿Podemos tener dos de esos, por favor? —dijo emocionado, mientras Sunoo recibía el dinero que ambos le estaban dando.

Sunoo asintió y comenzó a preparar las bolsas de algodón de azúcar con habilidad, girando el palo con destreza para asegurarse de que cada bolsa estuviera perfectamente rellena.

—¡Claro! Aquí tienen sus algodones de azúcar. ¿Algo más que deseen? —preguntó Sunoo, entregándoles las bolsas con una sonrisa.

El segundo chico, con gafas y una camiseta de bandas de música, señaló los caramelos brillantes en la esquina.

—¿Y esos caramelos de colores? Parecen deliciosos. ¿Puedo tener un puñado? —pidió entusiasmado.

Sunoo asintió nuevamente y llenó una bolsa con una selección de caramelos multicolores, asegurándose de que estuvieran bien distribuidos.

Mientras el segundo chico con gafas y camiseta de bandas de música se quedó mirando los caramelos con una sonrisa, pareciendo satisfecho con su elección, levantó la bolsa con cuidado y luego se volvió hacia Sunoo con una expresión de agradecimiento.

—Gracias, esto es todo para nosotros —dijo el chico mientras tomaba la bolsa de caramelos.

Sunoo sonrió y asintió con amabilidad.

—¡De nada! Que disfruten sus golosinas y tengan un buen día aquí en el parque —respondió Sunoo, despidiéndolos con entusiasmo.

Los dos chicos se alejaron con sus golosinas, dejando a Sunoo ocupado atendiendo a los siguientes clientes que se formaban en el mostrador. Mientras continuaba sirviendo algodón de azúcar y caramelos, Sunoo se sentía contento de estar rodeado de tanta alegría.

De repente, la voz familiar de alguien resonó cerca, rompiendo la concentración de Sunoo.

Al elevar la mirada con curiosidad, Sunoo identificó de inmediato a una figura conocida que se abría paso entre la multitud. Era Ni-Ki, el chico payaso, quien caminaba con una banda de amigos vestidos de payasos.

Sunoo, al notar que no había más clientes que atender, se giró abruptamente para tratar de "ocultarse" de Ni-Ki dándole la espalda, pero el chico payaso ya había captado su intento desde lejos. Con una sonrisa cortés, Riki detuvo a sus compañeros de trabajo del circo y les indicó que continuaran sin él. Los otros circenses intercambiaron miradas confusas pero asintieron y siguieron su camino, dejando a Riki acercarse a Sunoo.

Riki se acercó al mostrador con una sonrisa traviesa, claramente disfrutando del intento fallido de Sunoo por esconderse.

—¿Sunoo?

Sunoo se sonrojó ligeramente, sintiendo que lo habían atrapado. Se giró lentamente para enfrentar a Riki, intentando mantener la compostura.

—Oh, eh... Ni-Ki, hola —balbuceó, sonriendo nerviosamente.

¡Un Payaso Como Novio! ୨୧ SunkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora