I

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Abril y yo estábamos jugando con mis muñecas, ella tenía a Barbie y yo a Ken, nos reímos cada que yo fingía la voz de un hombre adulto y minutos después nos aburrimos y dejamos las muñecas tiradas en el suelo para salir a nuestra cuadra a jugar con nuestros vecinos.

Mientras jugábamos con todos los vecinos, vimos a un niño que parecía de mi edad, tenía una gorra roja al revés, nos miraba desde lejos, y yo disimuladamente me acerqué a Abril para mostrarle lo que estaba viendo.

—¿Y si nos acercamos? Debe estar solito. —Dijo Abril mirándome, yo asentí y nos acercamos mientras todos jugaban.

Abril era lo suficientemente alta para poder acercarse a la reja, pero yo era demasiado enana y tuve que treparme un poco para quedar a la altura de ellos. El niño nos miró expectantes.

—¡Hola! ¿Cómo te llamas? —Preguntó Abril agarrando la reja para sostenerse mientras se meneaba.

—Holaaaa —Dije interrumpiendo un poco a Abril, que me miró con risa, nos quedamos en silencio esperando la respuesta del niño y él solo nos miró.

—Me llamo Rodrigo. —Dijo casi en un susurro.

—¡Que lindo nombre, Rodri! Yo soy Isabella y ella es Abril, mi hermana mayor. ¿Te dejan salir a jugar? —Le sonreí.

—Tengo que preguntarle a mi mamá. —Dijo, para luego salir corriendo para entrar a su casa. Abril y yo nos quedamos allí esperando mientras hacíamos esperar a los demás. Luego de unos minutos, salió corriendo hacía la puerta de rejas y la abrió, salió y cerró.

—Vamos. — Dijo sonriendo ampliamente, por lo que yo también sonreí contagiada.

Cuando bajamos, se lo presenté a todos, todos lo recibieron amablemente y comenzamos a jugar.

—Simón dice, hagan parejas de dos. —Dijo el niño que le tocó ser Simón. Cuando intenté correr a abrazar a Abril, ya estaba con otra niña que era amiga de nosotras, así que miré a Rodri, viendo que no sabía a quien elegir. Rápidamente corrí antes de que se acabara el tiempo y enredé mi brazo en el suyo, sonriente. Él solo me miró confundido y luego se echó a reír.

Luego de unos minutos comenzamos a jugar a las atrapadas. Cuando Rodrigo por fin la quedó, se quedó quieto intentando saber a quien atrapar, y cuando empezó a correr detrás de uno de nuestros amigos, tropezó y cayó sobre sus rodillas y manos, raspándolas. Todos comenzaron a reír excepto Abril y yo.

Mientras Abril les decía que pararan de reírse yo me acerqué a él que aún estaba tirado en el piso. No quería mirarme, así que me di cuenta de que estaba llorando porque la sangre comenzaba a salir de a poco en su rodilla y sus manitos estaban rojas.

—¿Te duele mucho? No llores, Rodri. —Dije levantándolo. Él solo me miró intentando dejar de llorar y yo le quité las manos de la cara.

—Noo, te ensuciarás la cara, ven yo te limpio. —Pausé para limpiarle las lágrimas y él me miró en silencio. —Vamos a tu casa para que tu mami te ayude. —Dije tomando su mano para subir las escaleras directo a su casa.

—¡Isabella y Rodrigo son novios, Isabella y Rodrigo son novios! —Comenzaron a gritar los niños. Rodrigo los miró con molestia y yo me volteé para sacarles la lengua y abrir mi ojo derecho con mi dedo índice a modo de ”No me importa lo que digan, tontos.”

Llegamos a la puerta de su casa, y él la abrió, lo senté en una sillita que había en la terraza delantera. Me acerqué a su rodilla y comencé a hacerle masajes improvisados.

—Sana, sana, colita de rana, si no sana hoy, sanará mañana. Sana, sana...

—¿Qué es eso? —Dijo burlándose.

Esa es la manera en la que te amo | Rodrigo Carrera × Tú |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora