XXIV

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—Hola, bonita. —Saludó, yo solo le sonreí, no tenía ganas de hablar, sobre todo menos con él. Me sentía culpable después de haber llorado(por milésima vez) toda la noche por alguien a quien se suponía ya había superado.

—Hola, Alexis. —Saludé de vuelta, colocando el celular apoyado sobre algo para que no se cayera y él pudiera verme, me encontraba estudiando para un examen.

—Ahora soy Alexis? —Preguntó divertido, yo solo hice una mueca al darme cuenta de que no podía disimular la culpa que sentía.

—Lo siento, es que estoy concentrada. —Me quedé en silencio al sentir unas inmensas ganas de colgarle.

—Estás estudiando para un examen? —Preguntó, yo asentí haciendo un sonido de afirmación con mi garganta. Intenté no prestarle mucha atención a la forma tan extraña en la qué actuaba, se veía incómodo y nervioso, como si estuviera esperando que algo no pasara.

Pero no lo entendía, después de todo él fue el que decidió elegir esta hora todos los días para que habláramos por llamada.

—¿Dónde estás? —Pregunté mirando con detalle ”su habitación”, que de hecho no reconocí como la suya.

—En mi habitación, ¿Por qué? —Respondió intentando no sonar nervioso, claramente en vano.

—Ah, es que no parece tu habitación, la remodelaste? —Pregunté.

—Ah, eh... Sí, la remodelé un poco, me había aburrido de la mía. ¿Se ve bie-...? —Fue interrumpido por una voz femenina a lo lejos, que no reconocí.

—Bonito, no has visto mi-... —Distinguí que dijo.

—Dios! Mi celular se está descargando, te llamo luego, te quiero, adiós! —Y si. dejarme responder, colgó.

¿En serio estaba pasando lo que creía que estaba pasando? Pestañeé varias veces esperando que fuera un especie de sueño del que podría, no sé, despertar. Pero al conectar las cosas me sentí mal al tan siquiera imaginarme que Alex, a las tres semanas de novios ya me fuera infiel.

Suspiré, no debía pensar en eso, debía confiar en Alex, después de todo él también confiaba en mí, entonces era imposible que aquello que sospechaba sucediera, porque, nos queríamos ¿No es así?

Tomé mi celular nuevamente al escuchar el sonido de una notificación, lo encendí y me di cuenta de que era una de Instagram, la ignoré pensando que era un like, o una publicación, así que seguí estudiando, pero al escuchar como llegaban más y más, lo tomé frustrada y entré a Instagram.

Tienes una nueva solicitud de mensaje.”

Levanté una ceja y al entrar a las solicitudes, me encontré con una cuenta que no reconocí.

Inconscientemente sonreí al leer los mensajes, eran de Rodrigo, avisándome que era él y su cuenta secreta de Instagram, me invitó a salir dentro de unas horas y yo acepté sin pensarlo dos veces.

Y el resto de la mañana, me la pasé hablando con él, hasta que llegó el momento de salir, me fui informal y con maquillaje natural.

Me lo encontré fuera del edificio de la universidad, mirando su celular con aburrimiento, y con mis piernas flaqueando y mis rodillas temblorosas, me acerqué implorandole a los cielos no caerme de pura casualidad ya estando frente a él.

—H-ho-... —Carraspeé mi garganta con vergüenza. —Hola, Rodri. —Dije con una sonrisa.

—¡Bella! Me alegra verte, posta, te extrañé una banda. —Dijo envolviéndome en un suave abrazo que fue suficiente para que su perfume se impregnara por completo en mi nariz.

—Yo igual... —Dije con una risa nerviosa. —Me vine informal, ok? Así que chingas a tu madre si me vas a llevar a un lugar muy elegante. —Solté señalándolo con los ojos entrecerrados.

—Pará, boluda. Vos creés que yo así vestido me voy a lugares elegantes? —Preguntó entre risas mientras señalaba su vestimenta. —Te juro que voy y me echan a piñas. —Nos reímos, y todo se sintió magnífico. Los pensamientos y sentimientos que me atormentaban desaparecieron durante unos segundos, pero eso fue más que suficiente para que yo, sin darme cuenta me enamorara un poco más de él, por más que lo negara, por más que reprimiera todo lo que llevaba dentro al estar con él, era obvio que lo amaba.

Él podría no decírmelo, podría ocultármelo toda la vida, pero yo lo sabía, lo veía en sus ojos. Me amaba, me amaba como nadie nunca lo había y lo ha hecho, y así no fuera de la manera que me gustaría, tener su amistad ya era más que suficiente para mí. Y estaba segura de que no hacían falta palabras para que él se diera cuenta de lo mucho que lo quería, incluso si no se daba cuenta de que él para mí, era mucho más que mi mejor amigo.

Nos amábamos y lo sabíamos, por más daño que nos hiciéramos, por más que nos alejáramos, lo sabíamos, no hacía falta ponerlo en palabras para que nos dieramos cuenta de eso.

Porque esa era la manera en la que nos amábamos.

Rodrigo

Comenzamos a caminar sin rumbo por todas las calles de Buenos Aires, el sol se escondía poco a poco con el tiempo, de esto hablaba.

Yo hablaba mucho, ella hablaba mucho, los dos aportábamos en la conversación del otro, todo era perfecto, risas, miradas sutiles, cada cosa de ella, su forma de caminar, su cálida forma de saludar, el brillo en sus ojos que me dejaba ver lo mucho que me quería a pesar de todo, su olor, su cabello, todo en ella, sin darme cuenta me enamoraba un poco más de todo lo que tuviera que ver con ella.

No lo sabía para ese entonces, pero estaba cayendo inevitablemente en los encantos de aquella chica, quien se suponía era mi mejor amiga.

La noche llegó, y con ella, un silencio que ninguno de los dos sabía como terminar.

Caminamos aún en silencio, alrededor de la fuente de un parque, la luz de los faroles iluminaba su rostro, y yo como si fuera lo más hermoso que existe(lo es) observé como se agachaba para acariciar a un gatito bebé.

—¡Pero que cosita tan linda! ¿Estás solito, bebé? —Pregunró cargándolo, sin importarle que era callejero.

Quien fuera ese gato.”

¿Espera, qué?

—Rodri, miraaa... Pero qué lindo... Voy a adoptarlo, estoy segura de que a mis compañeras de cuarto les gustará, sé que podremos esconderlo de la universidad. —Dijo acariciándolo, yo solo sonreí acercándome al gatito y acariciándolo mientras le hacía y decía mimos.

Luego de unos segundos, yo levanté mi vista hacia ella, que veía el gato con ternura, levantó la vista, encontrándose con mi mirada. Nos quedamos en silencio, para nada incómodo, más bien, mágico.

Me compuse y lentamente coloqué mis manos cerca de ella sin tocarla, la miré a los ojos, preguntándole si podía, y ella en respuesta entreabrió los labios y cerró lentamente sus ojos.

Coloqué mis manos sobre su cintura y comencé a acercarme peligrosamente a sus labios, nada me importaba en ese momento más que volver a sentir sus labios una vez más sobre los míos.

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HOLAA, EMOCIONADAS??? YO SIIÍ

¿Se besarán?, ¿O no?

¿Quién sabe?

Os amooo, no se olviden de votar por esta linda historia de amor!💕💕

Esa es la manera en la que te amo | Rodrigo Carrera × Tú |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora