VII

822 43 10
                                    

Abrí la puerta, decidida a enfrentar el miedo que me daba mostrarle a Rodri quien era en realidad, allí frente a mí, estaba él con una grande sonrisa, en sus manos traía un montón de dulces y paquetes de papas, Doritos, Cheetos, etc.

Le sonreí de vuelta, pero él al verme se quedó en silencio, parecía... ¿Sorprendido?

—Este... Carre? —Miré a todos lados, ¿Me reconoció?

—Sos... —Se quedó en silencio, mirándome detalladamente.

—Soy?... —Me reí nerviosa.

—Sos... muy linda.  —Susurró, y yo me ruboricé y lo halé dentro de la habitación.

—Bueno, veo que trajiste un montón de cosas. —Dije cambiando el tema.

—Ah... Ehh... Sí. Traje una banda de cosas, no sabía que te gustaba. —Dijo colocando todo sobre la cama.

—Me gusta todo lo que trajiste, pero me hubieras avisado para yo comprar algo. —Dije apenada.

—Ah, no te preocupés. Fui yo el que quiso venir. Por cierto, gracias por dejarme, espero que no te joda.

—No te preocupes, Rodri. Todo bien. —Agarré un plato donde había un florero, lo limpié y lo coloqué sobre la cama. Abrí uno por uno todos los paquetes y los eché allí. —Acuéstate, voy por bebidas. —Dije sonriendo.

Luego de unos minutos volví con unas Cocas Zero que sabía, le gustaban. Nos serví a los dos, y prendí la tele frente a nosotros.

—¿Qué vamos a ver? —Preguntó acomodándose.

—No sé, ¿Qué te gusta?

—Poné cualquier cosa. —Me miró sonriente.

Unas horas después, él estaba abrazado a mí, asustado por la película, porque, sí. Puse una de terror. Yo por mi parte estaba muy concentrada, me sobresaltaba con los screamers pero no lo suficiente para abrazarme a Rodri, como él lo hacía conmigo.

—Bueno, tú fuiste el que me dijo que pusiera cualquier cosa. —me burlé. —A poco te da miedo una muñeca diabólica?—Me miró, y se alejó rápidamente, fingiendo demencia.

—¿Qué decís, taradita? Yo no tengo miedo, flaca.

—Ah sí? —Lo miré con una ceja levantada. Justo en ese momento apareció un susto y un grito de niña salió de su boca, yo no podía parar de reírme a carcajadas.

Amaba este momento, sentirlo como mi mejor amigo otra vez, sentir que confiaba en mí, tenerlo así de cerca sin necesidad de verlo como algo romántico, sonreí inconscientemente al verlo concentrado en la película y abrazado a mí al mismo tiempo.

Una hora después, la película y los alimentos terminaron, llevándonos de vuelta a esa horrible realidad de nosotros.

Pasaron los créditos de la película y yo suspiré, y lo miré aún agarrado a mí, me reí y nuestras miradas se cruzaron, se separó con velocidad y apartó la mirada.

—Perdón si flasheo mucha confianza, es que siento una conexión muy linda con vos, y siento que contigo puedo ser yo mismo, entendés? —Hablaba muy rápido, yo solo le sonreí y lo abracé, después de todo nunca dejamos de ser mejores amigos. ¿Sería el momento de decirle?

—Rodri... Tengo que hablar de algo con vos. —Dije separándome y mirándolo con nervios, me estaba prestando mucha atención y eso me hostigaba.

—Decíme. —Sonrió dulcemente, transmitiéndome confianza. Tomé sus manos y las entrelacé a las mías, a ese paso, él ya estaba muy confundido.

Esa es la manera en la que te amo | Rodrigo Carrera × Tú |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora