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La lealtad tenía un significado profundo para mí, arraigado en la firme convicción de honrar a César y proteger a quienes consideraba parte de mi vida en mi futuro

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La lealtad tenía un significado profundo para mí, arraigado en la firme convicción de honrar a César y proteger a quienes consideraba parte de mi vida en mi futuro. Era un vínculo sagrado, forjado no solo en palabras, sino en acciones que demostraban devoción y fidelidad inquebrantables.




Ahora lo comprendo mejor. Mi madre nunca ayudó a nadie ahora con una perspectiva más madura, puedo ver que Koba no es malo, sino que está profundamente herido por lo que los Científicos le hicieron.



Él no debió haber vivido en esas circunstancias; merecía la felicidad. Me preocupa que su enojo hacia los humanos lo ciegue y nunca experimente lo que significa ser verdaderamente feliz.


Los sonidos de los pajaritos me despertaron
apenas el sol estaba saliendo.


¿Ellos madrugan o yo me levanto tarde?.



Veía a todos los simios que estaban armando, cuidando o enseñando, me sentía inútil y débil el no poder hacer nada.

Bueno al menos pude curar a Koba, fue  un buen principio.

                                 (...)



Un ulular me sacó de mi trance, Era Maurice.

Se acercó a mí con pasos lentos y seguros.


—Hola, Maurice —le dije con un tono algo decaída, evitando su mirada

—¿Está todo en orden? —respondió preocupado al notar la expresión desanimada en mi rostro.

—Claro que sí, estoy feliz de poder estar con ustedes.—respondí, esforzándome por sonreír a pesar de la tristeza que aún me embargaba. Sentí cómo la calidez de su mirada intentaba reconfortarme, pero mi corazón seguía pesando como una piedra.

¿De verdad estaba preparada para esto? O tal vez, ¿sería mejor que cada uno tomara su propio camino? La incertidumbre me envolvía, solo quería hacerle bien a César y evitar dañar de nuevo a Koba y en el silencio que siguió mis decisiones podía sentir el peso de mis pensamientos flotando en el aire, tan palpables como el latido inquieto de mi corazón.

—¿Has visto a César? —pregunté, decidiendo cambiar el tema para aliviar la tensión en el aire.

Maurice parecía conocerme tan bien que su mirada se dirigió directamente a mis ojos, llenos de preocupación. Sus cejas se fruncieron ligeramente, y pude ver el reflejo de su inquietud en el brillo de sus pupilas, como si estuviera tratando de leer los pensamientos y emociones que luchaban por salir a la superficie.

—Niss, yo.. te escucho- escuchar la relajante voz de Maurice diciendo esas palabras me relajaban

—Gracias, Maurice- respondí con una dulce sonrisa mientras miraba el suelo con timidez


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