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Niss no podía conciliar el sueño, por más que trataba de no pensar en eso, no podía, así que decidió salir a respirar un poco, el frío pasaba sobre todo su cuerpo. Un escalofrío recorrió su columna vertebral, obligándola a abrazarse en busca de calor.





—¿A dónde vas?–Rocket se acercó lentamente hacia Niss, era el único despierto aparte de ella.






—¿Tu también madrugas?–Niss respondió con una sonrisa, mientras bajaba la mirada hacia el suelo.




—Algo así, ¿está todo en orden?-Rocket se acercó a ella, posicionándose a su lado.





—Si es solo que no pude dormir, así que salí a caminar un rato.—Dijo, mirando los ojos de él mientras mordía suavemente su labio inferior.




Rocket no estaba completamente seguro de sus palabras pero solo decidió dejarlo pasar y creerle, pues aunque no tuviera el 100% de confianza en ella él sabía que no veía malas intenciones.





—Rocket.–Niss susurró su nombre con delicadeza, como si en su voz tuviera un poco de miedo




No respondió hacia su llamado simplemente volteó a verla con suavidad mirándola fija con una mirada llena de ternura como si estuviera contemplando una inocente niña.





—Si César se despierta, ¿podrías avisarle que salí y regresaré lo más temprano posible?





—Niss, es peligroso sabes que no puedes salir sola.–insistió





—Rocket, he pasado casi toda mi vida allá afuera. Estaré bien, te lo prometo —dije levantando la mano en señal de promesa, con una suave sonrisa.





Su rostro parecía no convencerle mi idea, pero él sabía que tenía razón y no dudaba de mi fuerza.




Sonreí y corrí dirigiéndome hacia afuera tal vez y me encuentre a Alexander.



Bueno a los demás, claro.



Mis pies rozaban las frías hojas, crujían bajo cada paso que daba mientras los pájaros al rededor cantaban sus melodías al amanecer y el sonido del río al caer era lo único bueno que quedaba.







—¿Debería quedarme aquí o simplemente abandonar esto?–me susurré a mí misma mientras caminaba, observando las hojas bajo mis pies.






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