Capítulo 9

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Hace una semana que dejé a Dante sin mirar atrás y no he vuelto a saber nada de él

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Hace una semana que dejé a Dante sin mirar atrás y no he vuelto a saber nada de él. Mi padre no para en casa, dice estar muy ocupado con un nuevo negocio con la familia Constance y a mí se me revuelven las tripas cada vez que mi madre llora por tener que retrasar la boda, ya que unos tipos dieron una paliza a Lorenzo y lo mandaron al hospital, casi lo dejan en coma y tardará varias meses en recuperar los huesos rotos.

Misteriosamente después de mi confesión al jefe de la mafia, en la parte trasera de un coche.

Aún me duelen las nalgas por sus azotes, pero una sonrisa pícara sube a mis labios cuando los recuerdos de esa noche regresan a mi mente. ¿Se puede odiar y desear a alguien a partes iguales? Porque joder, es lo que me está pasando con Dante Falcone.

Unos gritos en la piscina me llaman la atención, y me asomo a la ventana del baño, me había olvidado del cumpleaños de Giorgina, me va a matar cuando no tenga nada que darle. Si me escapo tal vez pueda comprarle algo a tiempo para llegar a la tarta.

Me visto a toda prisa con un vestido floral y unas zapatillas y bajo corriendo las escaleras, resbalando en el último escalón y obligada a saltar el último tramo. Casi aterrizo de boca pero gracias a dios, no había nadie para verme.

Creo que esta Vitto de guardia, si le pongo ojitos me llevara discretamente y rápido en el deportivo de mi padre, le gusta conducirlo cuando tiene oportunidad, como si estuviera en un circuito. Lo encuentro haciendo guardia en la puerta delantera, fácil.

—Señorita, han dejado esto para usted —me tiende una bolsa negra antes de que pueda pedirle nada.

—Eh, gracias, por cierto, ¿puedes llevarme al centro comercial? Necesito que sea rápido, coge el deportivo. —intento disimular la orden con palabras educadas, casi siempre funciona.

—Claro, voy a por el coche. —y desaparece por la fachada lateral de la casa con una sonrisa en la cara, dejándome intrigada por la bolsa.

Cuando estoy sola, la abro y me asomo a su interior. Un móvil y una nota.

Casi se me cae el papel al leerlo, subiéndome los colores a la cara

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Casi se me cae el papel al leerlo, subiéndome los colores a la cara. Enciendo el teléfono y solo tiene un número guardado, TU AMO.

Egocéntrico, pero me gusta. Media sonrisa sale de mis labios, curvados ligeramente por todas las posibilidades de provocación que me cruzan la mente.

Secretos con el señor de la mafia (+18) [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora