Capítulo 6

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Llegamos a los postres sin incidentes, una conversación tranquila ameniza la mesa, y algunas risas tontas por parte de las mujeres que responden a los comentarios de los hombres

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Llegamos a los postres sin incidentes, una conversación tranquila ameniza la mesa, y algunas risas tontas por parte de las mujeres que responden a los comentarios de los hombres.

Lorenzo no deja de acariciarme o buscar mi contacto cada vez que tiene oportunidad y yo le dejo, sonriendo porque he visto cómo nos mira el Don cada vez que me roza. Y sería una mentirosa si digo que no me gusta verlo celoso. Su acompañante pasó a un segundo plano en el momento que volvimos a la mesa, y ha buscado refugio hablando con mi hermana, tal para cual.

Esta batalla la he ganado yo, y me siento poderosa.

–Espero que haya coulant de chocolate .-me inclino demasiado hacia Lorenzo y acabo susurrando junto a su cuello, demasiado íntimo quizás.

Una risa pícara aparece en su rostro y me acaricia la barbilla con dos dedos.

El ruido de una silla arrastrándose por el suelo me asusta, alejándome de él. Y miro en la dirección de ese desagradable sonido. El jefe de la mafia se ha levantado de su trono, agarrando la mano de la mujer que lo acompaña.

–Tenemos que irnos, espero que disfruten del resto de la comida. -y arrastrándola detrás de él, se van sin que nadie rechiste en la mesa.

Tras unos segundos de conmoción todo sigue fluyendo como hasta el momento. Y para mi desilusión sirven soufflé de limón y acabo haciendo un puchero a Lorenzo, que se ríe a carcajadas. Empiezo a sentirme agusto en su presencia y eso me preocupa.

Antes de que termine mi postre llega un camarero hasta mi lado y me dice que tengo una llamada en el hall.

–¿Una llamada? -me sorprende, jamás me han llamado aquí.

–Sí señora, dice llamarse Cristrina, y que es urgente que se comunique con usted, parece que ha intentado llamarla a su teléfono varias veces.

–Oh mi móvil, he debido dejarlo en casa, ahora mismo voy, gracias. -miro dentro de mi bolso, y es cierto, no llevo el móvil. Me levanto disculpándome con el resto y corro al teléfono, si me llama aquí debe ser importante.

–¿Cristina? ¿Qué ha pasado? -mi mejor amiga no me llama por tonterías, sabe que tardo en responder los mensajes, suelo dejarme el móvil en casa, y me he imaginado los peores escenarios.

–Discúlpate con tu familia y márchate por la puerta lateral, hay un coche esperándote. -una voz profunda y fría me congela en el sitio, no es Cristina.

–Lo siento, no puedo ir. -y cuelgo el teléfono.

Se que la rabia tiene que estar comiéndole por dentro, se que el infierno debe estar ardiendo con más fuerza después de rechazarlo. Pero aún me duelen sus palabras. Y no soy yo la que se ha presentado en público con esa mujer.

Cuando regreso a la mesa, la comida ya ha terminado y los veo irse hacia la sala de billar. Dudo ir tras ellos o irme a casa, gana lo segundo y me retiro hacia el aparcamiento, Vitto puede llevarme de vuelta, cuando llego al pasillo junto al hall una mano tira de mi brazo con fuerza, haciéndome daño, hacia una puerta que da a un despacho, me empuja dentro con violencia y cierra de un portazo. Dejándome expuesta ante unos ojos que exhalan violencia.

Secretos con el señor de la mafia (+18) [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora