Prólogo ✔️

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El baile de máscaras ha comenzado.

Y yo, Patrizia Caruso soy el blanco de unos ojos negros que me miran desde el otro lado de la sala. Acabo de llamar la atención de un hombre que camina hacia mí como si el mundo fuera suyo, como un depredador que acecha a su presa, como un general que domina el lugar son su mera presencia.

Vestido de negro de pies a cabeza, con las mangas de la camisa remangadas sobre los antebrazos y una copa de whisky en la mano.

Se mueve despacio, sin espantar a su presa, sin apartar la mirada. Una mirada que me aterra, pero a la misma vez me excita, provocando que mis pezones se marquen bajo el vestido, haciéndome jadear, provocando que tenga que apretar los muslos.

Algo en mi interior me grita que huya cuando siento su aura envolviéndome, cuando huelo el aroma de su piel, cuando siento su brazo rodear mi cintura, pero ya es demasiado tarde.

—Tu padre se enfadaría mucho si te descubre aquí, pipiola —su voz rasga el aire cuando pasa por su garganta, y un escalofrío me recorre el cuerpo cuando siento su aliento en mi cuello, rozándome con su barba.

La presa ha sido cazada.

Me tenso en cuanto escucho su voz, no puede ser, él no puede estar aquí. Siento sus dedos clavarse en mis caderas, su brazo me roza la parte inferior de mis pechos y clavo mis uñas en su antebrazo cuando me aprieta contra el calor de su pecho.

—¿Te ha comido la lengua el gato? —sus labios rozan la delicada piel de mi cuello y giro mi rostro quedando a escasos milímetros de su boca, respirando su aliento.

Mi corazón se detiene, saltándose un latido y reanuda a un ritmo frenético en mi pecho. Solo un hombre me llama así.

—¿Cómo me has reconocido? —mi voz es apenas un susurro.

—Incluso un ciego podría reconocerte, Patrizia.

No le respondo, no puedo. Tengo que salir de aquí. Un miedo atroz me devora las entrañas, disparando mi ansiedad. Es la primera vez que me escapo de casa y a un lugar que tiraría mi reputación por el suelo. Y me encuentro al único hombre que nunca debía estar aquí. Ni siquiera mi padre me hubiera causado tanta conmoción.

Doy un paso, intentando huir, pero su brazo se tensa en cuanto siente que quiero alejarme, aferrándome más fuerte contra su cuerpo. Un cuerpo que puedo sentir detrás de mí, un cuerpo por el que he soñado despierta durante años, un cuerpo que siento duro contra mis nalgas.

—¿A dónde vas? —se inclina, susurrando en mi oído. —La fiesta no ha terminado.

—Suéltame, por favor.

—Te has metido en un mundo que está fuera de tu alcance.

—Por favor, Dante.

—Mmm —el gemido que sale de su garganta me hace jadear. —Vuelve a decir mi nombre, pipiola.

Secretos con el señor de la mafia (+18) [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora