CAPITULO 5: LA TRAICION SE PAGA CON SANGRE.

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El viento agitaba cruelmente y el sol brillaba con igual intensidad. Su fiel mascota, una majestuosa águila gigante, batía sus poderosas alas sin esfuerzo mientras se desplazaba con gracia por el aire. Las nubes, suaves y algodonosas, pasaban silenciosas, creando una calma anhelada por cualquiera.

A su alrededor, el cielo se extendía infinito y azul, y el sol, aunque implacable, aportaba una calidez reconfortante. Los paisajes bajo sus pies se desdibujaban en un mosaico de colores y formas, mientras su mascota avanzaba con determinación.

Esta era la parte que más le gustaba: sentir el viento fresco golpeando su rostro y la humedad de las nubes empapando su ropa. Era una sensación revitalizante, una conexión pura con la naturaleza que siempre llenaba a todas las criaturas.

Sin embargo, no estaba en posición de disfrutar de esta paz.

A pesar de la serenidad del vuelo, su mente estaba atrapada en pensamientos urgentes y preocupaciones apremiantes.

La misión que lo llevaba a volar en ese momento era demasiado crítica como para permitirse el lujo de relajarse. Cada batir de alas del grifo, cada ráfaga de viento en su rostro, eran recordatorios de que debía permanecer alerta, centrado en el objetivo que tenía delante.

Sus ojos vagaron sobre la gran extensión de bosque que parecía extenderse hasta el horizonte, buscando su objetivo en ese mar verdoso. Al no encontrar ninguna pista, coloco la venda que cubría su frente, tapando sus ojos completamente.

Soltó un silbido, y una docena de aves parecidas a búhos comenzaron a aparecer, materializándose de la nada en el aire alrededor de él. Sus plumas brillaban con un resplandor etéreo hasta que se formaron hermosas alas cafés, y sus ojos brillaban como si estuvieran hechos de luz y sombra al mismo tiempo.

El vacío oscuro que lo rodeaba se llenó de una luminosidad mágica, y de repente, su percepción se multiplicó. Ahora no solo veía a través de sus propios ojos, sino también desde doce puntos de vista diferentes.

Se recostó contra el lomo de su grifo, permitiendo que la majestuosidad de la criatura le proporcionara un apoyo firme. Sentía el calor de su fiel compañero a través de la armadura, una reconfortante conexión en medio de la tensión.

—Bien, veamos dónde te encuentras —murmuró, sus palabras siendo llevadas por el viento.

Con esa orden, los búhos se dispararon hacia el bosque como flechas etéreas. Cada uno tomó una dirección distinta, sus ojos místicos escudriñando el terreno bajo las sombras de los árboles y la luz del sol que se filtraba entre las hojas. La conexión con las aves era intensa; sentía cada aleteo, cada cambio en el aire mientras se desplazaban silenciosamente entre las ramas.

Desde su nueva perspectiva múltiple, el bosque se desplegó ante él en una red intrincada de detalles. Las aves exploraban cada rincón, cada sendero oculto, buscando el rastro que él necesitaba encontrar. Las imágenes se sobreponían en su mente, creando un mosaico vivo de visiones que le permitían abarcar más de lo que cualquier humano podría soñar.

Su corazón latía con una mezcla de excitación y determinación, consciente de que cada momento contaba. Mientras los búhos se adentraban más y más en el bosque, sus sentidos se agudizaban, preparado para cualquier señal, cualquier pista que lo llevara más cerca de su objetivo.

Los minutos se convirtieron en horas mientras las aves cubrían kilómetros sin encontrar señales de su líder. La paciencia del hombre comenzaba a desmoronarse, y la frustración empezaba a echar raíces en su corazón.

Sin embargo, de un momento a otro, todo cambió cuando una de sus invocaciones encontró algo.

Árboles hechos de hielo se alzaban, creando una vista espectacular que habría asombrado a cualquier simple mortal.

The silver wolf (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora