CAPITULO 17: SUSURROS DE UN NUEVO AMANECER

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—¡GROHDF!

El goblin apenas tuvo tiempo para soltar un grito de pánico, antes que cabeza fuera arrancada de su cuerpo de una patada. La cabeza salió volando antes de impactar con la pared de la cueva, la cabeza básicamente exploto con el impacto haciendo que la materia gris se esparciera como una lluvia.

—Tres.

Los otros goblins gritan en terror, el dirige un golpe al más cercano. Dándole un golpe tan fuerte en la nariz que esta se hunde y llega al cerebro. El goblin cae muerto, pero no ya no le importa. El filo pulido de su escudo le propina un golpe a uno de los goblins, abriéndole el cráneo brutalmente.

—Cinco.

Toma la lanza de uno de los caídos, la hace baila entre sus dedos cortando el aire. La punta corta los ojos de los goblins, haciendo que este se detenga gritando de agonía solo para después la punta de la lanza se incruste en su frente despiadadamente.

—Seis.

Saca la lanza de la frente del goblin, dejando que la sangre se escape de sus ojos y frente. Su cabeza se mueve suavemente, comprobando que ya no hay más. los cadáveres lo rodean como siempre lo han hecho.

El hedor de la sangre, el sudor, las vísceras, el olor de la mierda y la basura podrida es lo único que dominada el estrecho corredor de la cueva.

Sus ojos brillan con un deseo de sangre, así que avanza.

Camina por unos segundos la antorcha con su llama apenas ilumina, pero sus ojos le permiten ver perfectamente. No hay señales de goblins por unos segundos.

—¡GROGOGOG!

Pero eso cambia cuando un goblin aparece del techo, columpiándose de una raíz. Él no se sorprende, la lanza en su mano se incrusta en su pecho, justo el lugar donde ha aprendido que se encuentra su corazón.

—¿GORNIFN?

El goblin apenas deje escapar un alarido, la criatura que ahí colgando de su lanza. El agita el arma dejando que el cuerpo caiga, para después darle un pisotón que destrozo todo su cráneo.

—Siete. —sus palabras son frías como el susurro de un cadáver, es como si fuera un heraldo de la misma muerte.

No le da una segunda mirada, no le importa. Sigue caminado, sus botas llenas de sangre dejan machas en la tierra negra. Después de minutos silenciosos llego a lo profundidad de la cueva.

Una cámara, seguramente el lugar de descanso de los goblins. Su medallón tiembla, sus ojos observan todo el lugar, una pila de basura se encuentra en una de las paredes, alejada de un área donde hay paja cubriendo el suelo, sirviendo como cama para los goblins.

Ve huesos de animales, pero no de humanos. Pero lo que llama su atención es el cuerpo tirando en la paja, es una mujer joven, quizás una chica de su hermana. Su hermoso cabello azul se encuentra sucio, lleno de sangre y de esa sustancia pegajosa que tanto desprecia.

Las heridas plagan su cuerpo, pero aun respira. Una respiración lenta, su cuerpo muestra señales de violación. eso hace que su odio incremente, se acerca lentamente, notando la herida en una de sus muñecas. La sangre fluye suavemente, ese flujo poco a poco la está matando. Su piel es extremadamente pálida, no sabe cuánto tiempo lleva así.

Por un momento se culpa, el odio así si mismo incrementa como un fuego consumiendo todo un bosque. Suelta un suspiro, se agacha y deja que la lanza descanse en el frio suelo. busca en su moral unas vendas, ignorando el sutil movimiento en la pila de basura.

El envuelve las muñecas de la chica asegurándose que estén apretadas para detener el sangrado lo suficiente, tenía suerte que la herida fuera reciente. Mientras trabajaba en aparenta las vendas, ignora los "silenciosos pasos".

The silver wolf (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora