CAPITULO 12: ENTRE SOMBRAS Y DOLORES.

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Los grandes árboles se alzaban imponentes, sus ramas enmarañadas bloqueando la mayor parte de la luz, sumiendo el área en una penumbra casi total. El crepúsculo se desplegaba en el cielo con un rojo sanguinolento, tiñendo el horizonte con un brillo siniestro.

De repente, de entre la densa maleza surgió una pequeña figura verde, avanzando con dificultad. La criatura, armada con una lanza desgastada, llevaba un taparrabos raído que apenas cubría su cuerpo. Cada paso que daba se acompañaba de una mueca de desdén, su rostro fruncido en una expresión de irritación.

Su asquerosa boca llena de dientes amarillentos soltaba sonidos guturales y desarticulados que no serían entendibles para ningún humano, elfo, enano o hombre lagarto.

—GROODD.

Pero algo era seguro; la criatura se encontraba molesta, o mejor dicho furiosa.

Quizás lo estaba por que el chaman de la tribu le dio la tarea de patrullar el área, en busca de comida o mujeres, o quizás era poque le habían quitado el tiempo con la mujer que recientemente habían capturado.

Si era eso, de solo pensarlo le hacia hervir la sangre, el había sido quien la capturo, tenía más derecha a divertirse con la mujer que sus otros compañeros. Pero al parecer su líder no pensaba igual.

El recuerdo del desaire lo enfureció aún más. Con un rugido de rabia, arrojó su lanza al suelo y comenzó a golpear el suelo con los pies, en una rabieta infantil.

Realmente los odiaba, los odiaba.

El estaba seguro que seria mejor líder, era mas inteligente, mas fuerte. Él se merecía ser líder del nido, no ese tonto goblin, que solo por ser bendecido por los señores oscuros era más importante.

Antes que pudiera terminar su rabieta su nariz capto algo, se detuvo de inmediato. Se concentro en oler el nuevo a aroma. Un olor metálico invadió su nariz, mezclado con un aroma aceite. Rápidamente volteo en dirección de donde venia ese olor.

Entonces lo vio...

Un demonio se asoma entre la maleza, viéndolo con ojos rojos que brillaban en la oscuridad de su casco. Sus ojos se abrieron de miedo y sorpresa, pero antes que pudiera tomar su lanza para defenderse, o incluso correr.

El demonio salto de la maleza corriendo tan rápido, que cuando parpadeo ya lo tenia de frente. Un horrible dolor se instaló en su garganta y con ello la falta de aire llego. Una mano apretaba su cuello como si se tratara de una serpiente.

Trato de gritar, pero no pudo, el demonio lo apoyo contra un árbol mientras lo observaba en silencio. Pasaron uno segundos, y la falta de aire lo empezó a afectar, intento lucha, arañando el antebrazo del demonio, pero la armadura que lo cubría hizo que nada funcionara.

—Ya veo. Tienen un buen sentido del olfato.

Esas fueron las únicas palabras que dijo el demonio, entonces con u horrible crujido el goblin cayo al suelo con el cuello roto.

El demonio, o más precisamente el joven recién convertido en aventurero, observó el cuerpo del goblin caído con una fría indiferencia. Sus ojos rojos brillaban con una intensidad siniestra bajo la penumbra que ya se asentaba sobre el bosque.

Con un último vistazo a la escena, el joven giró con agilidad. La maleza a su alrededor, densa y enredada, parecía desafiar cualquier intento de movimiento, pero para él no era más que un simple obstáculo. Se deslizó entre la hierba alta con una precisión casi sobrenatural, sus movimientos tan silenciosos y fluidos como una sombra deslizándose en la penumbra. La maleza se agitaba suavemente a su paso, como si el propio viento se estuviera apartando para dejarlo pasar.

The silver wolf (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora