Capítulo 17: La verdad.
Nora.
Todos descendimos del autobús que estacionó en Valdebebas, frente al campo. Los jugadores se dirigieron al entrenamiento con prisa, ya que tenían otro partido contra Vigo en menos de una semana.
Mientras los jugadores se dirigían a los vestuarios, Bárbara y los demás fueron a buscar sus materiales. Yo fui hacia mi casillero, donde dejé mi mochila, y aproveché para sentarme en un banco cercano. Revisé mi teléfono por última vez y lo guardé. Al salir, me encontré con Antonio, mirando a su alrededor, aparentemente buscando a alguien. Cuando me vio, sonrió y se acercó.
─Nora, te estaba buscando. Necesito que vengas a mi oficina ─dijo apresuradamente.
Asentí y comencé a seguirlo. Llegamos a su oficina y me ofreció tomar asiento.
─¿Pasa algo? ─pregunté mientras él buscaba entre carpetas y papeles.
─Hubo una actualización en el contrato que firmaste y necesitamos que lo firmes de nuevo ─explicó.
Me entregó el dossier y lo firmé rápidamente y se lo devolví, notando que parecía muy ocupado.
─Gracias por avisarme, se lo agradezco ─dije.
─Gracias a ti. Y sigue así, lo estás haciendo muy bien ─dijo mientras se levantaba.
Me puse de pie también y nos despedimos. Estaba a punto de salir cuando una pregunta surgió en mi mente. Me giré hacia Antonio antes de cruzar la puerta.
─Oye, una pregunta rápida sobre el contrato ─dije volteándome completamente.
─¿Sí? ¿Hay algo mal? ─respondió, mirándome con interés.
─No, solo quería saber si hay algo en el contrato que prohíba las relaciones entre los trabajadores y los jugadores ─pregunté, tratando de sonar casual.
Antonio levantó la vista de sus papeles y me miró con una mezcla de sorpresa y curiosidad.
─No, no hay nada en el contrato que lo prohíba ─respondió─, pero necesitamos que los jugadores se concentren en los partidos y entrenamientos. ¿Por qué lo preguntas?
─Fue una pregunta rápida que me vino a la cabeza ─dije, encogiéndome de hombros y sonriendo nerviosamente.
Antonio asintió y volvió a sus papeles. Me despedí y salí de la oficina. Mientras caminaba por el pasillo, mi corazón latía con fuerza y mi mente corría a mil por hora. Gabriel me había estado mintiendo. Pero, ¿por qué?
Jude.
Estaba entrenando con los demás cuando vi a Nora salir por el gran pasillo, con una expresión un poco pálida. La seguí con la mirada hasta que sentí un golpe en el hombro.
─Hermano, ¿qué miras? ─dijo Brahim. Estábamos practicando pases con el balón.
─Eh, yo... nada ─dije, girándome para mirarlo.
─Oye, ¿estabas mirando a Nora? ─dijo, dándome un golpe de nuevo.
─Sí, la estaba mirando. Pero parece que le pasa algo, ¿no crees?
─Pues se lo preguntas después del entrenamiento, tío. Ahora concéntrate, que Ancelotti nos va a echar la bronca.
Asentí y me enfoqué en el entrenamiento, pero no podía quitarme de la cabeza la imagen de Nora. Algo andaba mal, y necesitaba averiguarlo.
『••』
Al terminar el entrenamiento, fui directamente a los vestuarios para ducharme y vestirme. Al salir, busqué a Nora por todas partes hasta encontrarla en una sala, frente a un ordenador.
─Hola...
Nora se giró rápidamente para mirarme antes de soltar un suspiro y poner una mano en su pecho.
─Me has asustado, Jude ─dijo, volviendo a lo que estaba haciendo.
─No quería asustarte ─me acerqué y me senté en la silla a su lado─. ¿Qué haces?
─Estoy traduciendo un vídeo para YouTube ─dijo sin apartar la vista de la pantalla.
Parecía que la estaba molestando; su cara seria y tensa mostraba enfado.
─Oye, te vi antes y parecías un poco molesta. ¿Pasa algo? ─pregunté mientras la miraba, aunque ella no me devolvía la mirada.
─No me pasa nada, estoy bien ─dijo, girando la cabeza para mirarme.
─¿Segura? Parece que algo anda mal ─insistí.
─Jude, no me pasa nada, no hace falta que te preocupes por mí.
Asentí, rendido. No iba a insistir más, ya que parecía molestarla aún más. Quería saber la razón, así que recurrí a un plan B.
─¿Quieres ir a tomar algo? Un café o algo así... ─pregunté, inseguro de su respuesta.
─¿Como una cita? ─dijo, mirándome directamente a los ojos.
─Sí, sí, como una cita.
─No somos tan cercanos para salir juntos ─dijo, apartando la mirada para concentrarse de nuevo en el vídeo.
Me acerqué un poco más hacia ella y le tomé el mentón para que me mirara. Nuestros labios estaban a pocos centímetros y sentía su respiración contra la mía.
─¿Así de cerca te vale? ─le dije sonriendo.
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