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Capítulo 19: Mejor.

Jude.



Empujé la puerta y entré en los vestuarios para cambiarme. Mañana era el partido, y aunque sabía que debía concentrarme, me resultaba imposible. Lo que había pasado con Nora seguía dando vueltas en mi cabeza, como una película que no podía dejar de ver. Todavía no se lo había contado a nadie, pero sabía que, si lo mantenía en secreto por mucho tiempo, los chicos acabarían sospechando.

Me cambié rápido, poniéndome el equipamiento de entrenamiento y las botas. Era de los primeros en llegar, así que tuve que esperar un rato a que los demás aparecieran. Mientras tanto, encontré un balón en el campo y me acerqué a él para dar unos toques, intentando liberar mi mente de todo lo que me rondaba. Pero era inútil, cada toque al balón parecía llevarme de vuelta a esos momentos con Nora.

Uno de los técnicos me llamó desde lejos, sacándome de mis pensamientos.

Jude, ¿qué haces aquí tan temprano? Todavía falta tiempo para el entrenamiento ─dijo, con el ceño fruncido.

Me levanté antes de lo normal, así que decidí venir temprano ─respondí, encogiéndome de hombros.

Bueno, ya que estás aquí, ¿me ayudarías a recoger el material? Normalmente lo hace Rüdiger, pero parece que hoy te has adelantado.

Claro, ahora mismo ─dije, girándome hacia la sala donde guardábamos todo lo necesario.

Caminé con calma, sabiendo que todavía faltaban unos quince o veinte minutos para que llegaran los demás. Al llegar frente a la puerta, la abrí y entré, cerrándola detrás de mí. Pero lo que vi al levantar la mirada me detuvo en seco. Nora estaba allí. Su sonrisa me descolocó por un segundo, y me saludó con un gesto rápido de la mano mientras se acercaba.

¡Qué susto! ─dije, tratando de calmar los latidos acelerados de mi corazón.

Lo siento —rió suavemente─. ¿Qué haces aquí?

Vine a por algunos materiales para el entrenamiento ─respondí, pasándome una mano por el pelo─. ¿Y tú? ¿Qué haces aquí tan temprano?

Siempre llego tarde, así que hoy decidí llegar un poco antes ─dijo, sonriendo de forma algo nerviosa mientras se tocaba uno de sus rizos.

Asentí, y de repente el ambiente se volvió denso, cargado por ese silencio incómodo que a veces aparece cuando hay algo que no se ha dicho. Ninguno de los dos sabía cómo continuar. El peso de lo que había pasado entre nosotros colgaba en el aire, imposible de ignorar.

Finalmente, Nora rompió el silencio, su voz temblorosa.

Sobre lo de ayer... ─dijo, mirando al suelo, incapaz de encontrar mis ojos─. Yo…

¿Lo del beso? ─interrumpí, viéndola levantar la mirada de inmediato, sorprendida.

Sí, eso… ─Su tono estaba lleno de nerviosismo, y el rubor en sus mejillas era inconfundible.

¿No te gustó? ─bromeé, tratando de aligerar el ambiente.

Ella me miró incrédula por un segundo, antes de soltar una pequeña risa, más por la tensión que por la broma en sí.

No, no es eso… ─respondió, ahora con un tono más serio.

No pude evitar sonreír, casi sin darme cuenta. Di un paso hacia ella, acortando la distancia entre nosotros. El silencio que siguió fue breve, cargado de tensión. Entonces, rompiéndolo, me animé a preguntar, con una mezcla de broma y seriedad:

Entonces… ¿no te molestaría volverlo a hacer?

La sorpresa en su rostro fue evidente. Sus ojos se abrieron ligeramente, y por un segundo pensé que tal vez había sido demasiado directo. Pero en lugar de retroceder, Nora me sostuvo la mirada. El silencio que se formó entre nosotros esta vez no fue incómodo, sino lleno de expectativa.

¿Volverlo a hacer? ─susurró, como si estuviera probando la idea en voz alta.

─dije, mi voz apenas un susurro─. Como ayer… o mejor.

Nora se quedó en silencio por un instante, y luego, sin decir nada más, dio un pequeño paso hacia adelante. Mis manos se movieron instantáneamente hacia su cintura, acercandola hacia mí. Ella me miro y sonrió poniéndose de puntillas para acercarse a mi cara, en un movimiento suave, nuestros labios se juntaron.

Nora posicionó sus manos en mi nuca, acariciandola. Mis manos de deslizaron lentamente bajando hacia su trasero, sintiendo que Nora sonreía contra mis labios.

Di unos pasos hacia delante, dejando a Nora contra una de las estanterías. Nos separamos recuperando la respiración, si dejar de mirarnos.

Oye, alguien podría entrar y vernos ─Nora miró hacia la puerta.

No puedo evitar sonreír, divertido por su preocupación. Mis manos todavía descansaban en su cintura, y la miré con una mezcla de calma.

Déjalos que vean ─respondí, sin apartar la vista de sus ojos─. No me importa.

Volví a acercarme y la bese de nuevo, esta vez con más intensidad. Ella respondió al beso bajando sus manos hacia mi torso. Metí la lengua haciendo que el beso fuera más intenso, ella se sorprendió y soltó un suave gemido.

Bajé mis besos hasta su cuello, haciendo que ella dejara caer su cabeza hacia atrás dejándome más espacio. Nora al sentir mi erección ya dura, sonrió algo avergonzada.

Antes de que pudiéramos hacer o decir algo más, un sonido fuerte, como un golpe seco en la puerta, rompió el hechizo. Nora se separó de mí rápidamente, como si la hubieran pillado haciendo algo prohibido. Ambos respirábamos agitados, con el corazón acelerado. Me giré hacia la puerta, intentando recomponerme.

La puerta se abrió sobre Gabriel, mirándonos sorprendio.

Nora se pasó una mano por el pelo, claramente nerviosa, y me lanzó una mirada que lo decía todo: el momento se había interrumpido bruscamente.

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⏰ Última actualización: Oct 13 ⏰

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Tropezando | Jude BellinghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora