el reino prohibido

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Las lágrimas caen por mis mejillas todo lo que amaba estaba destruido todo lo que me recordaba ya no existía sólo sus escombros, y sus cadáveres que yacen en el suelo- mis hijos- fue lo primero que se me vino a la mente no los había visto cuando desperté en mi habitación no había rastro de ellos -¡OSSIAN! ¡AGATHA!- grité el nombre de mis niños, el eco recorre cada rincón de mi pueblo.

No había nadie más, solamente yo, incluso Antoine no había señal de él -¡Su majestad!- gritaban a una distancia lejana -por aquí - sus quejidos son evidentes pareciera que estuvieran atrapados me dí cuenta que era Pascal y jacques quienes me llamaban eran los únicos que habían sobrevivido a este caos, mi mensajero real como el resto de consejeros reales habían muerto.

-Jacques, Pascal. . . Están bien- dije con un cierto admiración y felicidad al ver qué mis dos fieles guardias se habían quedado a pesar de haber pasado por manipulación y tentaciones por parte de Raymond -siguen aquí- susurré.

-señor- Pascal se levantó adolorido y a pesar de estar cansado me ayudó a levantar el otro muro que había caído encima de Jacques. -nosotros estamos en deuda con usted, nos ha dado una vida plena y riqueza, protección, alimento y donde quedarnos a dormir. . . No hay necesidad de traicionarlo- dijo mientras hace fuerza y dejarlo caer al otro extremo el golpe levantó una cortina de polvo entre los dos sacaron a Jacques y lo sentaron sobre el borde de una fuente.

-pascal tiene razón- se le dificulta hablar el dolor era inmenso con todas sus fuerzas colocó su mano sobre mi hombro mirándome fijamente -y nos dió algo que ningún otro hombre tiene, vida ilimitada, estamos agradecidos por lo que nos ha dado, siempre seguiremos a sus órdenes - poco a poco se recostó y tan solo tocar la cabeza sobre la piedra tallada se había quedado dormido.

-señor, dígame ¿qué es lo que hará?- me sigue

-No lo sé, por ahora reúne a nuestros soldados que sobrevivieron a este ataque y reunelos. . . - le di la espalda empezando a caminar miré mi pueblo entre cenizas mi gente calcinada y otros aplastadas bajo las piedras que fueron lanzadas por las catapultas.

-¡m. . . Mmh! ¡A. . .aah!- jadean y se quejan del dolor unas tres personas se levantan de los escombros -por favor, ¿han visto a mi hijo?- dijo una mujer llorando suplicando a las pocas personas sobrevivientes ellos negaban en seguida.

Ella miraba a todos lados atenta, estaba desesperada por encontrar a su hijo sus manos temblaban y sus ojos derramaban lágrimas empapando sus mejillas -¡Mi hijo!- exclama -¡andre!- alzaba su voz cuando finalmente se ve una mano que sobresalía de esas rocas y muros, ella negaba una y otra vez esperanzada de que no sea su hijo -no, el no- el trozo de muro estaba pesada, la miré y las tres personas socorrieron a ella para ayudarla.

Me puse analizar bien y ponerme en los zapatos de la madre sabiendo que su hijo sigue afuera perdido incluso el pensar y no creer que él ya no esté con nosotros me partiría el corazón me dispuse a ayudarla levanté el trozo y dejarlo aún lado, dirige su mirada en mí agradecida, apresurandose en quitarle los restos de tierra sobre su cara sus manos temblorosas recorren por la piel fría del niño , ví como intentaba no llorar su respiración estaba exageradamente agitada -¡Andre! ¡ANDRE!- dejó escapar el nombre de su hijo en un grito desgarrador.

Lo tomó entre sus brazos y lo mecio pasando sus dedos por las mejillas del pequeño como un bebé que en su momento fue, Pero para una madre siempre será su bebé, dejé que se despidiera de él, así mismo con respeto me retiré dejándoles espacio.

Escuché una voz familiar era esa misma chica que cuidaba de su abuela, estaba inconsciente abrazando a su difunta abuela, puesto que su cuerpo estaba muy frío, la tomé entre mis brazos Pascal fue el primero en quien se me acercó con pocos soldados detrás de él y de Jacques.

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