traición

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La traición de la persona que más amas es tan doloroso pensando que un día podrías hacer cambiar su forma de ser creyendo que no iría tras de una mujer por otra que se quedaría contigo, después de que me liberaran está mañana me puse feliz que salte de alegría al momento de cruzar el umbral me crucé con el soberano quedando frente a frente -cuidate- fue lo único que me dijo estaba muy enfadado, no entendía el por que estaba tan enojado, los emperadores que lo acompañaban estaban confundidos al verme hice una reverencia como de costumbre agachar ligeramente mi cuerpo y salir corriendo del palacio, lo fui a buscar en el puerto, en los lugares más importantes de Luxemburgo Pero fue en vano.

Cuando el día dió su fin dando la bienvenida a la noche fui nuevamente a buscarlo en el puerto, ahí estaba, que lo sorprendí dándole un fuerte abrazo por la espalda se me hizo raro que se asustara y se pusiera tan nervioso no entendía nada y del por qué de su comportamiento pensé que estaría feliz de verme Pero fue todo lo contrario.

-¿Qué es lo que estás haciendo aquí?- estaba pálido mirando a todas partes como si estuviera buscando algo o alguien -¿No te da gusto verme de nuevo?- pregunté al acto -no, sí perdón es que me tomaste de sorpresa. . . María no esperaba que estuvieras aquí, mañana te veo ¿Sí?-  me empujaba y baje a la fuerza confundida.
Regresé a mi hogar esperando su regreso, no llegó cuando ya había amanecido abrí la puerta admirando el anaranjado sol que lentamente asciende mostrándome sus primeros rayos de sol, nuevamente fui a verlo a su barco estaba tan feliz pero también preocupada, subí a bordo acercándome a la puerta sigilosamente, lo que más me dolió y me sorprendió fueron gemidos femenino como masculino  abrí la puerta de golpe sorprendiendome  aún más incluso a mi ex prometido ambos quedaron perplejos y en shock cubriendo sus desnudos cuerpos.

-puedo explicarlo esto- se levantó de golpe colocándose su ropa tan rápido, mis ojos se inundaron de lágrimas que lo dejé atrás corriendo, sin mirarlo -¡Vete!- le grité -¡¡No quiero saber nada de ti!!- recalque, el apresuró sus pasos hasta alcanzarme tomándome del brazo con fuerza -detente, quiero explicarte- acorta la distancia que nos separa -sueltame, no me toques- di el jalón para liberarme de su agarre el seguía insistiendo tomando de mis brazos acercándome a él -necesito que me escuches, no es lo que piensas- vuelve a insistir los galopeos se acercan, me sorprendí cuando Arturo intercedio.

-te ha dicho que . . .  La sueltes- dió la orden con esa expresión tan fría y ganas de matar a alguien -¡Arturo!- mis mejillas seguían húmedas, él estaba solo había dejado a cargo a sus soldados personales para que mostraran el resto del reino a los emperadores  -¿Quién eres tú para que me des órdenes?, ella es mi mujer- me jala a él, esas miradas electrizantes me erizaban la piel, miraba al soberano que estaba frente de nosotros.

-estas tocando a mi futura esposa- gruñó molesto, Scott se ríe ante el comentario del rey -jajaja, no eres más que un tonto pobreton, ¿Crees que ella se casará contigo? No eres nadie comparado conmigo - se burla -exactamente, no soy nada comparado contigo, soy mucho mejor que tu- me tomó de la cintura contrayendo mi cuerpo al de él me sonroje apretaba mis caderas con esa firmeza y fuerza, su posesión como celos se mostraban, no los ocultaba -atrévete a tocarla una vez más, y te mato- apuntaba con su espada en su contra.

-¡Escoge el o yo! ¡El no te dará los lujos que yo puedo darte!- exclama, ¿qué estupidez se acababa de meter? Se cuestionó en ese momento, solo no le hice caso omiso tomé la mano de Arturo dejando claro a quién iba a preferir más, a quien iba a poner en un pedestal primero, estando lejos mis lágrimas caían una seguida de la otra sentí la suavidad y la caricia de sus dedos secándome la humedad de mis pestañas, de ahí viajaron hasta mi mentón suavemente levantarlo para que pudiese mirarlo a sus ojos.

-No- me dice en bajo -No debes por qué derramar esas lágrimas- une su frente con la mía -no te merece- vuelve a decir un no, que no debo llorar por un mujeriego sus dedos recorren por mi brazo y mi antebrazo hasta enlazar sus dedos con los míos -eres una mujer hermosa, que no debe arruinarlo con esa tristeza . . .  Quisiera que esas lágrimas fueran de felicidad- susurraba -dejame ser yo quien te enamore y te ame como debe de ser, deja que sea yo quien destruya el mundo para verte feliz - vuelve a secar mis lágrimas de forma tan tierna y delicada -me. . .  Duele- apenas se escucha el hilo de voz que se me escapa de mis labios -me duele que me haya traicionado- hundo mi cara en la palma de su mano cerrando mis ojos -es inevitable no llorar. . .  Lo he amado durante tanto tiempo- levanto la mirada en él -lo he amado en sus momentos más difíciles, yo. . . No sé qué fue lo mal que hice para que me pague de esa forma- ya no hay lágrimas sus toques sus caricias sus miradas son reconfortantes que me llenan de seguridad y no lo entendía.

-el error fué que te hayas enamorado, el que hayas entregado tu corazón a la persona equivocada, eres mía ahora en adelante no dejaré que nada vuelva a dañarte ¿Entiendes?- dijo un tono frío y seguro de cada sílaba que salían de su boca -sí- respondí ante su actitud demandante, me sujetó mi mano llevándome hasta con los emperadores -sus majestades- Arturo dijo captando la atención de los chinos -lamento dejarlos solos por un momento tuve que resolver un asunto- los miró.

Wuzheng-Feng se acercó a nosotros a paso lento Pero muy elegante que sus pasos ni siquiera se escuchan mantuvo su mirada fija en mí mirándome de arriba y abajo como si analizará mí forma de caminar o actuar si era respetuosa o no -si no le molesta ¿Quién es esta chica?- preguntó entre  curiosidad -¿Ella?- Arturo sonríe levemente -ella es María mi prometida - estaba orgulloso de haberlo mencionado -¿Pronto se van a casar?- cuestionó Jinzhao-Feng -sí- responde -les enviaremos próximamente una invitación - añadió.

-gracias Pero, supongo que ya nosotros debemos regresar a nuestro hogar quisiera que pase por la ciudad de GuiYang- el emperador coloca su mano en el hombro con una sonrisa leve -nos haría un honor que probará un poco de nuestras comidas una de ellas son jiâzoi, táng cù liyú, zóngzi- comentó -en especial el plato de châomián- .
Ellos estaban tan orgullosos de sus tradiciones y comidas Arturo aceptó nos regresamos al palacio, y comenzaron a empacar sus cosas que para el día siguiente pudieran irse sin cansancio, llegó la noche Arturo estaba alistando los regalos antes de que los emperadores se vayan, las telas, las plantas medicinales y otras mercancías que ellos puedan disfrutarlas.

-perfecto, ya están listas- me mira -qué haces ahí parada, deberías estar acostada en mi cama - señala -acuéstate- me ordena yo solo obedecí, solo tenía un camisón de tela de seda púrpura, miré al hombre colocarse a mi lado y cerrar sus ojos -¿Acaso quieres algo más?- pregunta me avergoncé y negué rotundamente dándole la espalda y dormir Pero es imposible, sabiendo que tienes a un semejante hombre, que puede llegar hacer cruel, despiadado un jodido asesino ya que los rumores son ciertas.

Mató a dos de sus esposas con sus hijos uno no nacido y otro recién nacido a su madrastra, padre y su hermano hace dos años atrás había colgado la mitad del cuerpo de Humberto en el techo del palacio, al principio me hizo sentir con asco y terror si un día lo conociera en persona, me doy cuenta que es todo lo contrario es un amor, ¿Pero y si me equivoco? ¿Y si le toca el mismo destino que a los demás? Mi cuerpo se tensa ante estás posibilidades de que podría morir en un día de estos ni siquiera me dí cuenta que ya estaba temblando de miedo y su cercanía lo empeora todo.

-¿Estás bien?- me pregunta tocando mi brazo para darme la vuelta y mirarlo -sí- fue lo único que pude decir ya me estaba preparando para el siguiente ataque suplicando que no me matara en ese momento -mientes- hace que lo mire se había puesto encima de mí, su rodilla entre mis piernas  sus manos al lado de mis hombros -¿Creés que voy a deshacerme de ti?- se ríe a modo de burla -no, no voy a tocar a la mujer que pronto será mi esposa- me separa mis piernas -no tengo necesidad de matarte, no puedo hacerlo- me acaricia la mejilla mirándome fijamente -ya que me he prometido respetar a las mujeres, ¿Por qué? ¿Por qué hago esto? Sí, es la típica pregunta de las mujeres al hombre . . . Yo no estoy solo- me confiesa -tengo una hija a quien yo debo darle un buen ejemplo - hunde su nariz en mi cuello.

-al menos tienes la honestidad de dejarme en claro que tienes una hija- miraba esos brillantes ojos rojizos que la luz de la luna los resalta -no tengo porque mentirte y menos ocultar te algo que es sumamente importante, se que al principio no tenía una buena relación con mi familia y no tengo el honor de decir que tuve una buena comunicación con mi padre, eso no tiene nada que ver para serte sincero. . .  No tengo el valor de ser igual a Philip- suelta un suspiro profundo y pesado.

Nos miramos por unos cuantos minutos, nuestras respiraciones se mezclaban uno con el otro se veía muy atractivo me sentía llena y segura cuando está conmigo no lo quise aceptar al inicio Pero admito que me gusta ese lado dulce, que supongo que lo ocultaría estando presente ante su gente y ver su fachada fría durante un largo tiempo, pero ahora quiero recordar cada palabra y gesto que de vez en cuando se le escapa sin darse cuenta el mismo.

El origenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora