19- Te he embrujado.

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____ROMANE

Romina se acomoda entre mis piernas, esconde su cara en mi cuello mientras acaricio su espalda. No dice nada, pero la escucho sollozar.

—Lamento haberte asustado.

—No es tu culpa, soy yo que estoy abrumada con todo lo que ha pasado y deje llevarme por el miedo.

Estoy tentada a llevármela lejos, pero sé que para ella es importante no alejarse por ahora de la empresa, ya ha pasado por mucho como para alejarla de lo que aún sigue normal en su vida.

—Es hora de comer.

—No —se niega a levantarse.

—Tu estómago está gritando por comida.

—Ignóralo.

—No señorita, perdiste sangre tienes que reponerte.

—Estoy muy a gusto —dice abrazándome con más fuerza.

—Nena, tenemos lo que resta de la tarde juntas, déjame alimentarte.

Solo escucho un sonido muy bajo de queja, si no la muevo se quedará dormida y ya lleva muchas horas en ayunas.

—Si comes prometo darte una sorpresa esta noche.

—No —dice riéndose.

—¿No quieres la sorpresa?

—La sorpresa sí, pero sé que, aunque no te obedezca me la darás —escucho su voz orgullosa de saber que tiene un control sobre mí.

—Pues esta vez sí será un castigo, tienes que comer —intento convencerla, pero las dos sabemos que ella tiene razón.

—Está bien, pero es encontrar de mi voluntad.

—Será encontrar de tú voluntad, pero no la de tu estómago.

Me pongo de pie y le doy la mano para ayudarla, ella me hace pucheros y tengo que ser fuerte para no terminar haciendo lo que me pide.

Al final sede y me da la mano.

—Juraba que no había rastro de que hubieras cocinado —menciona cuando entramos a la cocina.

—Aún traías efecto del sedante.

—Quieres justificar mi paranoia. —La ayudo a sentarse en el banco, mientras mira alrededor de nosotras. —ni si quiera me di cuenta del olor a comida.

—Es que ahora tienes hambre.

Mientras espero a que la comida se caliente mi celular comienza a sonar.

—Es Max.

Tomo el celular y miro a Romina, parece nerviosa.

—Dime. —digo al responder la llamada.

—¿Mía está con ustedes?

—No, mía no está aquí ¿sucede algo?

—No están sus cosas, no hay nada, ni de ella ni de Pía en su casa, la llamo y su celular está apagado. ¿Romina sabe algo?

—Espera. ¿Nena? —ella evita mirarme, me acerco, pero cubre su rostro con sus manos.

—Ella dijo que era lo mejor —comienza a llorar, la abrazó mientras escucho como Max maldice.

—Llamaré a Pía, quizás tenga algo de suerte.

—Romane, necesito encontrarla.

—La vamos encontrar, tranquilízate.

—Quizás Romina sepa algo más.

—Hablaré con ella.

—¿Dónde están? Iré hablar con Romina.

ROMANE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora