7- Mil demonios (Moderatto)

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____Romane

El recuerdo de la decepción en los ojos de Romina me está torturando, quisiera dar media vuelta y volver con ella, pero sé que tengo que terminar con esto, golpeo el volante de desesperación.

Marco un número y espero impaciente a que me respondan.

—Romane, creí que no volvería a saber de ti.

—Necesito que recojas tu problema y te encargues que no vuelva a molestarme.

—Creí que te encantaba que mi esposa te molestara.

—Déjate de tonterías y llévatela.

—La verdad es que estoy muy ocupado, puedes entretenerla un rato.

—Te la llevas o le contare del trato que hicimos.

—Creí que eras mujer de palabra.

—Lo era hasta que nuestro trato está interfiriendo en mi vida.

—¿Como se llama? —pregunta curioso —debe de ser muy importante para ti para que tu vida, ya no sea tu vida.

—No voy a darte explicaciones. O te llevas a tu esposa o le contare la verdad, te estoy dando una oportunidad.

Lo escucho maldecir.

—¿En dónde esta?

—En el Club.

—Estoy ahí en una hora.

—Tienes veinte minutos —cuelgo la llamada sin dejar que responda.

Marco el número de Santino.

—¿Como esta? —pregunto en cuanto descuelga la llamada.

—Se ha ido ya, tu padre la acompaño.

—¿Y Luciano?

—Sigue en el restaurante, está hablando con Samady.

—Vigílala.

—¿A mi hermana? —pregunta divertido.

—A las dos —pretendo que se escuche en broma, aunque en el fondo lo estoy pidiendo enserio.

—A la orden —lo escucho reírse y cuelga la llamada.

Busco el nombre de mi padre en el celular, pero me detengo antes de marcarle. Minutos después me estaciono afuera del club.

—¿En dónde está? —Alison viene hacia a mí.

—Se encerró en una habitación en la sección baja. ¿qué harás?

—Iré con ella, su esposo está por llegar, llévalo en cuanto llegue a la habitación.

—¿Estas segura? —pregunta preocupada.

—Si. —Alison se queda esperando en la entrada.

Al entrar al club veo el desastre que hizo, pero viniendo de ella no me sorprende.

Entro directo a la habitación encontrándola sentada en el sillón solo con ropa interior.

—Cariño, no te hiciste esperar —me sonríe y se pone de pie.

Tomo la bata al costado de la puerta y se la entrego.

—Cúbrete.

—¿Quién eres tú y que has hecho con mi Romane?

—No vuelvo a repetirlo —de mala gana toma la bata y se cubre.

—No has vuelto a buscarme.

—Te deje claro que todo había terminado.

ROMANE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora