20- El primero de todos los que caerán

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Miro por el espejo el coche que nos sigue, con el anterior guardaespaldas nunca notaba su presencia, pero ahora a donde miro ahí están ellos.

—¿Como te sientes? —Romane llama mi atención besando mi mano mientras vamos llegando al estacionamiento de Rizzo.

—Estoy bien, exactamente como estaba hace diez minutos que me preguntaste.

—¿Hace diez minutos? —pregunta sorprendida —¿tanto tiempo tarde en preguntarte de nuevo?

Se pone seria, pero se ríe cuando termino riéndome yo.

Se estación en su lugar, el coche que nos seguía se estaciona a lado de mí y el coche de Luciano se detiene a lado de la puerta de Romane, haciendo que se le borre la sonrisa.

—Tenía la esperanza que ya se hubiera ido.

—Está ayudándome.

—No la necesitas —la miro a punto de decir algo —no diré más —responde, sabiendo que no va a ganarme —¿cómo te sientes con respecto a lo que paso el sábado?

—¿Me estas preguntado si confió en Luciano?

—Si, algo así.

—No confió del todo en ella y no por lo que paso el sábado, sino más bien por ti, no quiero que te haga daño y bueno —me callo mirando hacia en frente —es por eso que quiero tenerla cerca.

Escucho el sonido de su asiento cuando ella se mueve, haciendo que la mire. Reclama mis labios, la recibo deseosa de ella, mi respiración se agita combinándose con la de ella hasta que escuchamos que tocan su ventana.

—Voy a matarla. —dice molesta mirando hacia la ventana, Luciano nos indica que es tarde tocando su reloj con el dedo.

—Solo ignórala —como no salimos, ella sigue tocando la ventana.

—A veces creo que tiene cinco años —Romane abre la puerta con brusquedad golpeando a Luciano.

—Me has hecho daño —se queja Luciano con ese tono de burla que es tan particular de ella. —Romina ¿la has visto?

No espero a que Romane me abra la puerta ya que no creo que sea buena idea dejarlas solas por unos segundos.

—No ha sido a propósito —miento mientras me acerco a ellas.

—Romina —mi novia me llama molesta por haber salido del coche.

—Yo te abriría la puerta —dice Luciano retándola.

—Romane —la llamo cuando la veo con la intención de hacerle algo a Luciano. —recuerda que tiene cinco años.

—¿Quién tiene cinco años? —pregunta ofendida. Romane me sonríe y me da la mano mientras comenzamos a caminar al ascensor —¿yo tengo cinco años? —nos pregunta cuando le hemos dado la espalda. —Romane —su tono divertido desaparece y por un momento creo que realmente se ha molestado —tu padre está en tu despacho.

Mi novia se detiene antes de llamar al ascensor, me detengo con ella y miro a mi alrededor, no está el coche de don Franco.

—Entremos por recepción, necesito recoger un paquete que llego.

—Si —es lo único que digo, Luciano y Romane se miran y es como si se dijeran algo o están maldiciéndose la una a la otra o me están ocultando algo. —¿sucede algo?

—Nada, no te preocupes.

—Romane, recuerdas eso de decirnos todo. ¿Hay algún problema con tu padre?

—Solo está molesto por algunos cambios de la empresa, aun no acepta del todo que ya no es el dueño de Rizzo.

Miro a Luciano y ella solo se encoge de hombros.

ROMANE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora