14- Pídelo y lo tendrás.

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____ROMANE

—¿Nena? —llamo la atención de Romina que parece perdida —¿segura que estas bien?

—Si, solo estoy pensando en la campaña.

—Pareces preocupada, si ocupas ayuda sabes que puedes acudir a mí.

—Lo se. No te preocupes solo son los nervios.

—Puedo ayudarte con eso también —ella sonríe, pero sus ojos están apagados.

Se que algo sucede y me lo está ocultando.

Me estaciono en mi lugar en la empresa, cuando voy de camino a la puerta de Romina veo llegar a Luciano.

Le doy la mano a Romina y la ayudo a salir.

—¿Podemos entrar por tu ascensor? —pregunta, parece triste.

—Si.

Luciano mira a Romina, luego sus ojos se cruzan con los míos, sé que también ha notado la falta de alegría en mi novia.

Entramos las dos al ascensor cuando las puertas se cierran se abraza a mí, siento su cuerpo estremecerse, está tratando de no llorar. Cuando las puertas se abren se aleja de mí.

—¿Nena? —me acerco a ella y hago que me mire —¿qué sucede?

—Quiero mantenerte a salvo, pero no puedo sola.

—Es que no debes poder sola, me tienes a mi ¿dime a quien tengo que destruir?

Ella comienza a llorar y mis ganas de acabar con quien sea que la haya lastimado se hace presente.

—Ayer al regresar de comer, había un ramo de flores en mi escritorio, pero no era un ramo cualquiera, tenía flores muertas y una nota.

—¿Que decía la nota?

Romina busca en su bolsa y me entrega una nota.

No olvides que alguien murió de amor por ella

y ella siguió con su vida, sin importarle.

Espero no tomes el mismo camino cuando ella se canse de ti.

—Ven aquí —la tomo de la mano y acerco a mi —perdóname mi amor, tu no mereces esto.

—Quiero que nos dejen en paz.

—Te prometo que daremos con quien lo está haciendo y va a pagarlo.

—No quiero que le hagas daño a nadie, solo quiero que paren.

—Revisaremos las cámaras.

—¿Y si descubrimos que es alguien que conocemos?

Romina me mira a los ojos y quisiera decirle que no hare nada, pero no voy a prometerle algo que no voy a cumplir, sea quien sea que le esté haciendo daño va a pagarlo.

—Fue una mujer —dice segura.

—¿Como lo sabes?

—Cuando entre al despacho había un aroma a perfume de mujer.

—¿Fue por eso que ya no quisiste quedarte en tu despacho ayer?

—Si, quería mantenerte al margen, pero no dejo de pensar en eso. Están torturándome.

—Lo siento nena, odio que tengas que pasar por esto, odio ser egoísta y no poder dejarte ir

—No quiero que me dejes ir, quiero estar contigo sin importar nada, solo déjame acostumbrarme.

—No tienes que acostumbrarte a eso, te prometo que pronto terminara.

—¿Crees que sea la misma persona de las amenazas?

ROMANE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora