9- Puedo ir tan lento como quieras.

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___ROMANE

Acaricio la mano de Romina mientras vamos de camino a su departamento, ella mira callada hacia la carretera, en el silencio del coche puedo escuchar su respiración, como poco a poco comienza a respira acelerada. Pongo su mano sobre mi pierna haciendo que me vea, sus mejillas se sonrojan y vuelve a mirar hacia la carretera.

—El rojo te queda muy bien.

—Lo has hecho apropósito —me mira —te gusta ponerme nerviosa.

—¿Aun te pongo nerviosa? —aunque lo negara, su cuerpo nunca me mentiría.

—Mucho —dice en susurro.

—¿Eso quiere decir que aun te gusto?

—Nunca has dejado de gustarme.

Me gusta su respuesta aun cuando ya la sabia.

—Te deseo Romina —eso llama su atención y me mira seria —nunca he dejado de desearte.

—¿Y si algún día lo haces?

—Si algún día dejo de desearte es porque estoy muerta.

—¡Romane! no hables de muerte.

—Solo te digo la verdad, no hay manera que mientras respire, no te desee, aun si por alguna razón llegara a odiarte.

—¿Eso te paso con Natalia? —pregunta curiosa.

—Con ella fue diferente. Jamás fui detrás de ella y jamás deseé que volviera, aun en el tiempo en que la seguía queriendo.

—¿Va a dejarnos en paz alguna vez?

—No suele cansarse fácil —ella me mira preocupada —pero ¿sabes quién tan poco se cansa fácil?

—¿Tú? —asiento. —ella no va hacerte daño, porque no voy a permitírselo.

—Quizás solo sufre.

—Que sufra en su soledad, pero que nos deje en paz.

Me estaciono frente a su departamento. Ella comienza a ponerse nerviosa, sé que no quiere que me vaya, pero no sabe cómo pedirlo, ni si quiera sabe el poder que tiene sobre mí, que aun si pedírmelo, no estoy dispuesta a dejarla.

—¿Quieres entrar? —pregunta nerviosa.

—Quiero.

Ella asiente y cuando intenta acercarse a su puerta hago sonar el seguro, haciendo que me vea de nuevo y niego a lo que iba hacer.

Salgo del coche caminando a su lado, le doy la mano cuando abro la puerta y ella vuelve a sonrojarse.

—Espero que tus vecinos aun no hayan regresado de sus trabajos.

—¿Por qué? —me mira curiosa y abre los ojos de sorpresa —oh.

—Si. Oh. —tengo que contenerme de no besarla, porque sé que cuando vuelva a tocar sus labios voy a quitarle la ropa.

—No pasara nada —dice firme caminando hacia su edificio dejándome atrás.

Sonrió cuando me da la espalda. La sigo dándole su espacio, mientras disfruto su movimiento de caderas.

—¿Sucede algo? —pregunta al descubrirme mirándola.

—Me gusta tu pantalón.

—Nada Romane, no pasara nada —ella presiona el botón del ascensor.

—Supongamos que tienes razón, tengo curiosidad ¿por qué estas tan segura que no pasara nada?

—Porque iremos con calma.

ROMANE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora