8- Tú eres la última.

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—¿Hablaste con mi hija? —pregunta Don Franco cuando entró a su coche.

—Si. He tomado la decisión de ayudarlo.

Él me sonríe y le indica a su chofer que conduzca.

—Gracias mi niña —acaricia mi mano.

—No le prometo nada, pero intentaré que dejen ese absurdo juego.

— Se que lo lograrás y sabes que puedes acudir a mí siempre que lo necesites.

—Se lo agradezco.

El camino a mi departamento lo llevamos entre pláticas sobre la empresa, el que Romane no sea el tema de conversación me hace sentir que recupero un poco mi vida.

Me despido de Don Franco y subo al departamento.

—Ava —la llamo cuando estaba por entrar a su departamento —Hola.

—Hola Romina, volviste.

—Si, ya estoy de regreso.

—Te llamé un par de veces.

—Lo siento, no me sentía bien.

—Entiendo. Me alegro que estés de vuelta. ¿Has cenado ya?

—Si, vengo de una cena. Pero puedo acompañarte. —digo mirando la bolsa de comida que lleva en la mano.

—¿Tu departamento o el mío?

—El mío —camino hacia la puerta. —Puedes sentarte donde gustes.

Ava elige uno de los sillones cerca del pasillo y yo me siento frente a ella.

—¿Puedo tomar unos platos?

—Si claro, toma solo para ti —le digo ya a su espalda.

—Acompañe a comer —dice saliendo de la cocina —aunque sea finge comer —me sonríe y no me queda más que aceptar.

—¿Cómo te ha ido en el box?

—Bien, este fin de semana tendré una pelea, me gustaría que vinieras.

—No me gusta mucho ver a dos personas golpearse.

—Puedes verme de lejos.

—Bien, ahí estaré entonces.

—¿Y tu trabajo? ¿Algo nuevo? —pregunta curiosa.

—Si, me dieron un nuevo puesto, seré subdirectora de Rizzo.

—Eso es genial Romina, debemos festejarlo.

—Gracias, pero últimamente no estoy con ánimos de festejar.

—No puedes decirme que no, aunque sea acéptame una cena.

—La he aceptado hoy —sonrió indicándole los platos.

—Eso es trampa. —se pone seria y presiento a quien va a mencionar —Supongo que eso te tendrá más cerca de Romane.

—Trabajamos en la misma empresa, pero será Luciano quien me apoyará.

—¿Luciano? —pregunta curiosa.

—Si, es una amiga de mi ex jefe.

—Ah —deja de comer y toma su celular y comienza escribir en el.

—¿Sucede algo?

—No, perdón, recordé algo y —el timbre de la puerta nos interrumpe y comienzo a ponerme nerviosa.

Miro por la mirilla y me encuentro con Luciano.

—Luciano ¿qué haces aquí?

—Hola, Romina, quería asegurarme que estuvieras bien, ya que no me dejaste traerte.

ROMANE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora