Capítulo 10

4.3K 215 10
                                    

La vuelta a casa fue rápida, aún llego a tiempo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La vuelta a casa fue rápida, aún llego a tiempo. Unos golpecitos en la puerta me sacan de mis pensamientos, y una cabecita se asoma, es mi tata que me indica que la sorpresa la sacarán en diez minutos. Le pido que me deje sola para poder cambiarme y me pongo el bikini negro por el que babeó Dante, es bonito, deberá servir, me pongo un pareo por encima y bajo a la fiesta.

Cuando llego a la zona de la piscina las amigas de mi hermana se sorprenden diciendo lo hermoso que me queda y Georgina tiene cara de querer matarme, por lo que sí, debe quedarme de muerte si mi hermana me envidia.

Me siento en el borde de la piscina y un amigo íntimo de mi hermana se me acerca, dentro del agua y posa sus manos cerca de mis muslos.

—Vaya, vaya, la reina de la familia se digna a juntarse con nosotros —bromea y me hace sacar una sonrisa.

—Ya ves, de vez en cuando me gusta reunirme con la plebe —le sigo la broma y se acerca más a mí

—Estas realmente hermosa con ese bikini —se acerca demasiado, rozando sus brazos fuertes por mis muslos, es el típico chulo de playa que le gusta a mi hermana, todo músculo y poco cerebro.

Un balón de playa aterriza cerca de nosotros y alarga el brazo para cogerlo.

—¿Qué me dices?¿Juegas un partido con nosotros?

—¿No te pondrás a llorar cuando te dé una paliza? —una sonrisa pícara me cruza los labios, soy realmente buena en el voleibol.

—Eso habrá que verlo —me guiña un ojo y me salpica con el agua fría de la piscina.

Las risas y las bromas empiezan a oírse por toda la piscina, realmente me lo estoy pasando bien jugando con mi hermana y sus amigos. Todo iba realmente bien hasta que veo una silueta en la ventana del despacho de mi padre y me congelo en el sitio. El gran ventanal da a la piscina y a los jardines traseros, un cristal blindado de dos por dos.

Un escalofrío me recorre la columna durante un segundo, hasta que vuelve a desaparecer, oculto en las sombras y me quedo extrañada. No he podido reconocerlo desde aquí, pero no era mi padre, él no es tan alto y un presentimiento me palpita en el pecho. No puede ser, él no está en casa.

—Patrizia, ey, ¿qué pasa? —mi hermana me zarandea durante un segundo para que vuelva a centrarme.

—Nada, nada, lo siento, lanza —le hago señas de que haga el saque y me preparo para seguir con el juego.

No tardamos mucho en darles la paliza prometida y a regañadientes me retiro a mi habitación, estoy agotada, hacía tiempo que no lo pasaba tan bien.

He empezado a lavarme los dientes cuando oigo la puerta, abrirse y cerrarse.

–¿Tata? .-escupo la pasta y me limpio la boca, saliendo del baño de mi habitación.

Una mano me agarra del cuello y me arrastra de nuevo hasta dentro del cuarto de baño, nos encierra dentro pasando el pestillo, y me arranca la parte de arriba del bikini, haciéndola trizas. Yo solo puedo jadear y golpearlo para que intente soltarme, pero es inútil, no puedo luchar contra él.

Me está ahogando y lo sabe, cada vez me cuesta más respirar, intento arañar su brazo con mis manos pero no me suelta. Sus ojos destilan ira y celos. Aún no me ha dicho ni una palabra, pero no hace falta, puedo sentir cada emoción que desprende su cuerpo.

Me azota las tetas sin piedad, castigándome, y joder, me estoy humedeciendo. Tengo que apretar los muslos con cada azote a mis pezones, cada vez más duros, cada vez más deseosos de su atención.

Tira de mi pelo hacia atrás, sujetándome la cabeza a su altura y me recorre los labios de un lametón, calentándome la sangre, mientras sus dedos buscan mi coño mojado, aparta la braga de mi bikini y los mete sin piedad, dejándolos dentro de mi vagina, reclamándome como suya.

–¿Qué te he dicho sobre ese bikini? —saca y vuelve a meter los dedos, provocándome un gemido. — ¿Que te he dicho sobre que otros hombres te toquen Patrizia? —me agarra la mandíbula con la misma mano que tenia en mi sexo. —¿Que te he dicho sobre que otros hombres fantaseen contigo? —y penetra mi boca con esos mismo dedos, dejando mi sabor en mis labios.

Me gira bruscamente, apoyándome de cara en la pared, mordiendo mi hombro, dejándome la marca de sus dientes en mi delicada piel. Tira de las bragas del bañador hacia abajo, sacándolas por los tobillos y un azote me sacude las nalgas cuando se incorpora, dejándome completamente desnuda a su voluntad, y jadeante. Me aprieta contra la pared, sintiendo cada centímetro de su cuerpo duro y su polla encajada perfectamente entre mis nalgas.

—Dime una razón por la que no te folle el coño ahora mismo, dame una, Patrizia.

—No lo hagas...por favor —un sollozo escapa de mis labios antes de que pueda detenerlo, mis sentimientos son un caos que no soy capaz de ordenar.

Su boca me calienta el cuello con su aliento, torturándome, mientras empieza a frotarse contra mi cuerpo tembloroso, deseoso de su atención.

—Eso no es una razón Pipiola... —se baja la bragueta y deja salir su polla como una lanza preparada para penetrarme.

Me levanta una pierna por debajo de la rodilla, dejándome abierta a su merced, rozando su glande por mi coño húmedo, buscando la entrada a mi cuerpo que tanto desea y aún no le he dado.

—Dante...—mi voz es apenas un susurro, no puedo controlar las lágrimas que caen mojando mis mejillas.

—¡¡DAME UNA RAZÓN!! —su voz me congela, es fría y cruel y siento que no puedo detenerlo.


Secretos con el señor de la mafia (+18) [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora