Extra.

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Jayden Lombardo.

Gimo de frustración cuando siento un pequeño cuerpo encima de mi, brincando sobre mí espalda y jalándome el cabello, más bien el poco que me queda.

-Bambino, me quebraras la espalda.

-¡Papá! Arri...arriba, despierta.

Por el pequeño tartamudeo se que es Bianca.

-Bambina deja dormir a papá, ve a molestar a mamá.

-Mmm no lo creo precioso, ya me despertaron hace rato, ahora te tocaba a ti..

Abro un ojo y veo a mi esposa recostada en el marco de la puerta del baño, viéndome divertida, logro ver tres pequeños pelirrojos, dos con  grandes ojos verdes y uno de ellos con unos ojos tan azules como los míos, pegados a las piernas de mi mujer, se aferran a ella como si fuera a desaparecer.

Bianca sigue saltando en mi espalda, sonrió cuando Alessia y Stella se unen a ella.

-Levántate papá. Hay que comer pastel.

-¿Pastel? ¿Y por qué comeremos pastel?

Estrella y yo nos reímos cuando los escuchamos soltar un sonido de indignación.

-¡Mamá! Papá olvidó nuestro cumpleaños, castígalo.

-¿Y cómo castigamos a papá, bambinos?

Trato de no reírme al verla acercarse con una sonrisa divertida, mientras nuestros hijos se tiran a la cama, en menos de 3 segundo estoy siendo aplastado por mis 6 hijos.

Hago un sonido como si me estuviera quedando sin aire.

-Me rindo, me rindo, piedad, tengan piedad de papá.

-No hasta que compres un unicornio.

Los grandes ojos azul grisáceo de Alessia quedan en todo mi campo de visión.

-Ya sabes que no se pueden capturar unicornios, pero puedo darte un poni.

-Trato.

-¡Yo también quiero un poni!

La risa divertida de Estrella me hace voltear a verla, se inclina para darme un beso.

-Buenos días precioso.

-Buenos días dulzura.

-No debiste decir nada de ponis.

-No me importa comprarle un poni a cada uno si ellos están felices.

-Te dejas dominar mucho por ellos.

-Son mis pequeños, dulzura. Aparte, tres de ellos tienen tus ojos, pero los seis logran tenerme en la palma de su mano con solo darme una mirada, así como tu.

Ella deja un beso en mi mejilla y baja a los seis terremotos de la cama, sonrió al verlos salir detrás de su ella, como unos patitos siguiendo a su mamá.

Ser padre de sextillizos es un desafío que no se puede describir fácilmente con palabras. Cada día es una mezcla de caos, risas y amor, todo en cantidades inigualables. Hoy, mientras observo a mis seis pequeños de ya tres años, me doy cuenta de lo afortunado que soy, a pesar de todas las dificultades que he enfrentado.

Las Estrellas Si Cumplen Deseos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora