—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —siseó Snape, con las fosas nasales dilatadas—. ¿Estás loco?
Harry se apretó contra la pared del fondo del callejón, con el corazón latiéndole frenéticamente.
—De todas las tonterías impulsivas... —Snape se interrumpió y resopló ruidosamente—. ¡Podrías haber estado muerto por lo que yo sabía! ¡No informaste a nadie que salías de la casa! ¿Tienes idea de lo preocupado que-?
Snape volvió a callarse de repente y desvió la mirada, con un músculo en la mandíbula temblando. Obviamente estaba enojado, furioso en realidad. Harry estaba completamente muerto. Estaba en problemas ahora, ¿verdad?
—¿Cómo me encontraste? —susurró.
—Tengo mis métodos —dijo Snape enigmáticamente. Se quedó en la entrada del estrecho callejón. No había forma de pasar a su lado a menos que Harry corriera y se deslizara bajo sus brazos, pero esperaba que Snape lo agarrara si intentaba hacerlo. Se preparó para que Snape continuara con su airada perorata, pero por alguna extraña razón, el hombre permaneció en silencio. Eso era inesperado. ¿No debería Snape haber comenzado ya con una mordaz reprimenda?
Pero Snape no había reaccionado de verdad hasta ahora. Simplemente estaba mirando a Harry con bastante intensidad, con un leve ceño fruncido en los labios. No era un ceño irritado, aunque no del todo. De hecho, Harry tuvo la inconfundible impresión de que Snape estaba un poco confundido, intentando comprender algo.
Nadie habló durante mucho tiempo, hasta que Harry se atrevió a romper el silencio.
—¿Puedes irte?
Snape le lanzó una mirada incrédula.
—¡No voy a permitir que deambules por el Londres muggle solo de noche! ¿Estás delirando? ¡Vas a volver conmigo inmediatamente! ¿Qué te llevó a hacer una tontería tan enorme?
—En realidad, estaba tratando de alejarme de ti y de Malfoy —gruñó Harry. Esperaba que Snape soltara una mordaz réplica, pero una vez más, no dijo una palabra. Simplemente continuó mirando a Harry con esa extraña, inescrutable expresión.
Snape dio un paso adelante lentamente.
Harry metió la mano en su bolsillo y apuntó su varita a Snape.
—¡No! ¡Quédate atrás!
Snape murmuró una maldición por lo bajo y levantó las manos lentamente en un gesto apaciguador. La expresión en su rostro se transformó en algo nuevo: una mezcla de entendimiento horrorizado y temor.
—¡Por las barbas de Merlín, no voy a hacerte daño, Potter! Guarda la varita, ahora.
—¿Ah, sí? —desafió Harry. Su mano temblaba—. Perdona si no estoy tan seguro de eso.
Snape pareció desinflarse de alguna manera. Suspiró muy fuerte y se pellizcó el puente de la nariz.
—Déjame intentarlo de otra manera. Si lanzas un solo hechizo, el Ministerio vendrá otra vez por ti por violar el Decreto para la Restricción Razonable de la Magia en Menores. Estoy seguro de que no querrás arriesgarte a ser expulsado por segunda vez este verano.
Mierda. Snape tenía razón: Harry no podía lanzar ningún hechizo sin ser expulsado de Hogwarts, ¿verdad? Harry ciertamente no estaba dispuesto a arriesgarse a eso, y eso significaba que Snape era libre de hacer lo que quisiera aquí...
Harry se mordió el labio con fuerza, intentó calmar su respiración agitada y lentamente guardó su varita en el bolsillo. Snape asintió con la cabeza.
—Gracias.
—Vete a la mierda —escupió Harry, intentando enmascarar su terror con ira. Era más fácil, menos vulnerable, especialmente cuando se sentía tan fuera de control aquí. No tenía nada con qué defenderse contra Snape, que era más grande, más fuerte y tenía más magia a su disposición. Harry estaba temblando y esperaba que estuviera demasiado oscuro para que Snape se diera cuenta.
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A Patchwork Family [Español]
General FictionCuando Harry hace explotar a la tía Marge, Dumbledore decide que no se le puede dejar solo en el Callejón Diagon durante todo agosto y lo envía a quedarse con la única persona disponible: un Severus Snape muy disgustado. Harry, por su parte, piensa...