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Cuando sentí que sus espasmos terminaban, subí lentamente por su maravilloso cuerpo, no se como hemos llegado a este momento, simplemente me deje guiar, sus besos, sus caricias, sus suspiros y sus gemidos han conseguido que mi cabeza pierda la cordura, que pierda el norte, y sobre todo la lógica de si lo que estábamos haciendo era lo correcto. Las marcas de sus uñas se quedaran en mi piel unos días pero los ruidos que e echo bajo mi mano se quedarán grabados hasta el final de mis días. Al subir por completo su cuerpo me encuentro con su boca de nuevo, en un beso ávido de las sensaciones que acabo de provocar en ella, mirándola a los ojos puedo ver que aun permanece ese deseo que vi al comienzo de todo esto, no decimos una palabra, no hace falta, ella me mira con esos ojos castaños, tan ávidos de mi como yo de ella. Nos quedamos mirándonos a los ojos lo que a mi me parece una eternidad, ella esboza una sonrisa socarro y ataca mi boca de nuevo, como si no hubiera tenido suficiente, se coloca a horcajadas sobre mi sin dejar de besarnos, sus manos juegan en mi estomago provocando unas cosquillas. Me quito el top de deporte lentamente, dejando mis pechos al descubierto para su ávida mirada, no tardo ni medio segundo en atacar con su lengua y su boca cada uno de mis pezones, cuando no usaba la boca usaba la mano pero no dejaba que ninguno de los dos no tuviera atención. Mis manos prestaban atención a sus curvas, pasando por sus piernas, cada roce de su boca conseguía que un gemido escapara de mi garganta. Ninguna mujer a conseguido hacerme sentir lo que siento ahora mismo, me siento plena, feliz, no sentía tanto placer desde hace años. Ella se mueve lentamente para quitarme los pantalones, el cinturón ya desabrochado no opone ninguna resistencia, levanto mis cadera para ayudarla a que los pantalones cedieran. Al quitarlos los lanza lejos de la cama, dejándome completamente expuesta a ella, sin vergüenza ninguna, abro mis piernas, dejándola mirar mi lugar mas privado, sus manos acarician mis muslos mientras se muerde los labios, a estas alturas estaba segura de que gemía implorando mientras ella acariciaba la piel de la parte superior de mis muslos... Sus dedos subían más y más hasta que revoloteaban en el borde de mi coño. Estaba segura de que Mónica podía ver lo mojada que estaba por ella, además de sentirlo. Yo la observaba mientras se agachaba para comenzar a soplar suavemente sobre mi piel, sensible. Por fin sacó la lengua y, convirtiéndola en punta, la lanzó una y otra vez hacia mi clítoris erecto... A veces lo chupaba con toda la boca, a veces lo lamía con un ligero toque parpadeante. Observé fascinada cómo Mónica entrelazaba los tres dedos medios de su mano derecha y los movía varios centímetros entre mis piernas, metiéndomelos y sacándomelos de mi coño, provocando en mi oleadas de placer. 

Mientras me esforzaba frenéticamente en responder moviéndome hacia adelante y hacia arriba, Mónica se arrodilló, se inclinó de nuevo y metió mi coño dentro de su boca, caliente y ávida, chupando rítmicamente mi clítoris al mismo tiempo que deslizaba sus tres dedos hacia adentro y hacia afuera. Yo sólo era consciente del deleite tan intenso que me causaba... Sus dedos en mi vagina me producían una estimulación que nunca antes había experimentado. La succión de mi clítoris no se parecían a nada que hubiera tenido antes... Me sentí al borde del orgasmo y al cabo de muy poco tiempo, exploté en un tremendo orgasmo en la boca de Rachel soltando una gran cantidad de flujo, a esto le siguió una serie de orgasmos encadenados que me hicieron gritar con un abandono total. 

Mientras yo todavía palpitaba y sacudía mis caderas hacia adelante, Mónica se lanzó sobre mí, besándome presionando su vulva, ligeramente cubierta de vello oscuro, contra mi pubis. Mis manos viajaban por su cuerpo mientras su lengua luchaba con la mía, las palabras no hacían falta en esta situación, el beso se ralentizó una vez la sensación de la situación se asentó entre nosotras, las caricias seguían siendo sensuales, mis manos abarcando su culo, su cadera, su cintura, buscaba su lengua de forma brutal. Ella parecía necesitarme tanto como yo a ella. Sus manos abarcaban mi cara, mordiendo mis labios suavemente consiguiendo que un suspiro se escape de sus labios. Suavemente la coloco a mi lado, sin dejar de besarla, cubro nuestros cuerpos con la sabana, ya que sus ojos delatan el cansancio acumulado por los días de estrés las situaciones no deseadas que a sufrido. La abrazo con ternura, acunándola contra mi pecho, sus manos acarician mi espalda suavemente, mientras nos mantenemos abrazadas mi mente viaja a las situaciones que nos han llevado a estar así, en mi cabeza la situación a sido increíble, las escenas anteriores no han sido tan buenas, pero tengo claro lo que esta mujer significa para mi. 

Al cabo de un momento sus manos dejan de moverse en mi espalda, noto como su respiración se regula y se suaviza y al instante se que se a quedado dormida, mi mente sigue divagando entre la realidad y la bruma de las sensaciones. 

-Espero, que puedas descansar, te hace falta, cuando te despiertes, seguiré aquí cuidándote, solo espero que todo vaya bien y seguir a tu lado, siempre.- Después de observarla dormir durante unos minutos, empiezo a sentir que el cansancio empieza a invadir mi cuerpo. Abrazo con mas fuerza el cuerpo contra mi pecho, aspiro su dulce aroma y me deleito con la sensación de su cuerpo desnudo contra el mío, mientras acomodo mi cabeza contra ella, el sueño me gana la batalla, y al momento me quedo dormida, con la mujer de mi vida entre mis brazos, solo que ella no lo sabe, aún. 

La Capitán y La PanteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora