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Bajo mis pies descalzos ya no tengo la sensación de cristales clavándose, la camiseta roja, depositada en el suelo, con el pecho descubierto, dejando a la vista un top deportivo y los tatuajes que cubren gran parte de su cuerpo, cayendo por un lado esta sujeto por la trabilla de su pantalón negro esta la hebilla de su cinturón desabrochado. Su pelo negro desaliñado cayendo en hondas sobre sus hombros, la escucho respirar profundo. Al mirarla mi corazón se rompe y un nudo inevitable se apodera de mi garganta.  Ella sabe lo que se siente estar en esos lugares fríos, donde la luz del sol no llega y toda la oscuridad parece consumirte. No solo necesita salvarme, si no también salvar su propia alma en el proceso. Me tomo un momento para sonreír y analizar ¿Destino o casualidad?.  Gira la cabeza y sus ojos se encuentran con mi sonrisa tímida. Entonces ella habla.

-Siento que nada haya salido como debería, a salido todo al revés, pero no puedes seguir así, no es sano para nadie, ni para ti.- Sus ojos reflejan  más sinceridad de lo que esperaba ver.

-Me lo dice la que tiene una vida.-Mis palabras salen mas afiladas de lo que pretendía.

-Tu eres mi vida.-Sus palabras salen voraces, directas, afiladas. Mis ojos se abren sin poder creer lo que e escuchado, haciéndome al momento esclava de sus ojos. Ante mi cara, una sonrisa placentera se forma en los labios de Val. De una sola zancada acorta la distancia que nos separa.  Nuestros labios fundiéndose en uno solo, mi boca entreabierta metiendo mi lengua en su boca para encontrar la suya, mis manos suben desde lo bajo de su espalda hasta la nuca mientras mis ojos se entrecierran las manos de ella son libres para acariciar lo que se deseen, no se como llegue a esta situación, no se como llegué a la habitación, no se a donde me lleva el rumbo de la vida. Mientras la beso y ella me besa, mis manos recorren su cuerpo y sus manos el mío la llevo poco a poco hacia la cama, tumbándola sutilmente sin dejar de besarle, me tumbe sobre ella. Dejo de besarla para observarla. Lentamente me da la vuelta, colocándose ella encima de mi, su boca fue hacía mi cuello, el cual giro para darle mejor acceso para disfrutarlo más, comenzó con suaves mordiscos en la clavícula, haciendo que se me escape un suave suspiro. Va besando mi cuello poco a poco, centímetro a centímetro, poro a poro y de nuevo esos labios carnosos, los cuales, con la punta de la lengua lamí y degusté. Mi bata se abre sutilmente dejando a la vista mi escote, comenzó de nuevo a bajar lentamente, pasando sus labios, y llegando al entrepecho saco la punta de la lengua. se deslizó hacia el pezón izquierdo, hice el contorno de la aureola y empezó a dar lametones y pequeños mordiscos en mi pezón hasta que se puso bien duro. Fue con la punta de la lengua hacia el pezón derecho, hizo el contorno de la aureola y me enganchó el pezón cual bebé buscando la leche materna. 

Volvió con la punta de la lengua hacia el entrepecho y comenzó a bajar lentamente por mi cuerpo. Mis manos bailaban por sus costados muy lentamente, notando cada costilla, cada hueco... Llegando a mi ombligo, hizo lentamente el contorno con la punta de la lengua e hizo unas cuantas penetraciones en él. Dios como estaba...

Termino de deshacerse de mi bata, dejándome completamente expuesta ante su mirada inescrutable.

Bajó lentamente dando besos profundos hasta llegar a mi pubis, empezó a dar pequeños mordiscos sobre él. Yo gemía, levantaba las caderas, le acariciaba la cabeza y agarraba fuertemente las sabanas mientras me retorcía. Mirándola directamente a los ojos, puse mis manos en sus hombros y de un golpe seco abrió mis piernas. Dios las sensaciones que me provocaba eran increíbles, jamás me había sentido así con nadie.

Con la sonrisa dibujada en su rostro empezó a darme besos intensos y lentos en la parte interna de los muslos, muy despacio, sintiendo cada poro hasta que llegó a mi rodilla y subió dando un gran lametón hasta mi vagina. Pero iba a ser aún mala, bajó por mi otro muslo dando otro gran lametón hasta la rodilla y subir. Lo hizo dos veces más, quería impacientarse, que suplicara de ganas... En una de las que subía sopló sobre mi vagina, haciendo que las sensaciones fuera absolutamente desbordante. Llegó a mi vagina, con la punta de la lengua repasó los labios externos. Con dos dedos separó esos labios carnosos. Empezó a absorberlos con fuerza. Dios que mojada estaba... Abrió más mi vagina, y metió de una la lengua en mi interior, comenzando a hacer grandes círculos dentro. Como me hacia gemir, como arqueaba mi espalda, como me retuerzo agarrando las sábanas. Abrió todo lo que pudo la boca, casi desencajándome la vida, como si quisiera saborear todo ese delicioso néctar que emanaba de aquel monte de venus. Lamía todo el interior, cual perra en celo. Con el dedo pulgar empezó a presionar el clítoris mientras seguía lamiendo y llevándose a la boca aquel dulce néctar. Cambió de posición, empecé a lamerme  con pasión, desesperada, mientras metía dos dedos de golpe hasta lo más hondo de mi vagina. Los movía de arriba abajo, de lado a lado, haciendo círculos sin dejar de lamer y absorber mi clítoris.

Sabía que estaba a punto pero ella no paraba, como esperando a que descargara todo lo que tenía con más ganas de las que jamás nadie tuvo, movía sus dedos rápidamente sobre mi clítoris y los dedos dentro y fuera de mi con su lengua haciendo estragos en mi sexo hasta que finalmente llego el momento, todo exploto, el mundo se detuvo en el preciso momento que el orgasmo llego a mi, haciendo que el mundo perdiera todo sentido, transportándome a un lugar del que no quería salir mientras los espasmos de placer atacaban a mi cuerpo, ella no paraba de lamer, queriendo absorber hasta la ultima gota de lo que sale de mi. Subió con mi néctar en sus labios, fundiéndonos en un beso para compartir ese placer. 


La Capitán y La PanteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora