Especial

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   Kain Fuery llegó segundo a la oficina. La Teniente guardaba papeleo dentro de un archivador.

   El joven caminó a su escritorio, que estaba atiborrado de cables y componentes de radios. En el suelo, junto a la mesa, otras cajas con radios que reparar. Al llegar al lugar notó que algo no estaba bién. Un bulto rojo estaba tras su silla, justo bajo la mesa. Se agachó y vió al niño de 12 años, Alquimista Estatal, hecho una masa de nervios. Se sorprendió ver al niño sentado con las piernas dobladas, tapando su pecho, las rodillas casi pegadas al rostro que intentaba desaparecer entre las manos enguantadas.

   - ¿ Edward ? - murmuró a punto de ponerse de pié para llamar a la Teniente.

   El niño abrió de pronto los ojos y puso un dedo en sus labios. Su mirada evidenciaba algún tipo de dolor, pero antes de preguntarle algo nuevamente, el niño movió sus manos. Fué rápido. Las señas tomaron sentido.

   - "Por favor, silencio. Duele"

   Él comenzó sus señas también. Era un perito en cualquier clase de comunicación y se asombró que el chico supiera lenguaje de señas.

   - " ¿Necesitas a la Teniente?"

   El niño negó con la cabeza.

   - " ¿Estás herido? ¿Enfermería? "

   Nuevamente una negativa. Las manos enguantadas volaron por unos segundos.

   - "Ruido, mucha luz"

   Fuery se irguió buscando por la oficina. La puerta del Coronel se cerraba, seguramente había llegado y saludado, pero él se lo había perdido. Havoc y Breda hablaban entre ellos. La Teniente no estaba.

   De pronto unos ruidos provenientes del exterior de las oficinas , en algún lugar del pasillo, se hicieron sentir y se acordó de los trabajadores que había visto al llegar. Un gemido lo hizo volver a agacharse. El niño jalaba sus flequillos con los ojos cerrados con fuerza.

   - ¿ Qué ocurre, Kain ? - la voz de Havoc tan cerca hizo que se sobresaltara y cayera sentado.

   Edward ahora se tapó los oídos.

   Los ojos celestes del hombre rubio se posaron  en la pequeña figura acurrucada bajo el escritorio. Tomó aire para hablar nuevamente pero el más joven lo tomó de un brazo, a modo de advertencia.

   - Shhhh...

   Ambos uniformados se alejaron entonces, siendo vistos por los ojos de Breda, que no comprendía lo sospechozos que actuaban.

   Un hombre un poco mayor, Falman, que había regresado de sus vacaciones, levantó la vista de sus propios papeles. Sabía  del niño alquimista. Por supuesto que se había sentido algo escandalizado cuando lo conoció personalmente y ahora estaba tan pendiente del niño como alguien que adquiere una nueva mascota.

   - ¿ Qué les pasa ? - Breda les habló desde su escritorio.

   - Sensibilidad sensorial - dijo Kain.

   - ¿Qué ? - Breda se puso de pié - ¿Quién?

   Havoc señaló el escritorio que acababan de dejar.

   - El Jefe Acero - susurró.

   En ése momento salió Hawkeye desde la oficina del Coronel y se detuvo al ver a los 4 hombres cuchucheando al centro de la oficina.

   - ¿ Qué están haciendo ?

   Havoc habló primero.

   - El jefe tiene problemas.

El niño Alquimista de Acero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora