Chico listo

67 7 3
                                    

Ahora Edward sacaba de su maleta un cuaderno de tapa roja, mientras su hermano posaba un plato sobre la mesita de noche.

Habían estado en la oficina, pero Riza los dejó en casa y salió sola con Black Hayate.

Alphonse vió escribir a su hermano.

- ¿ Entonces llevarás la cuenta ?

- ¡ Claro !

- Eso es algo un poco turbio ¿ no ? , es decir ...

- Nada, Al. Anotaré cada rasguño. Seguro batiré un récord.

La armadura meneó la cabeza. Seguramente su hermano cada día estaba más loco.

- No ha pasado ni un año y tu cuaderno ya vá por la mitad, hermano. Creo que necesitarás otro pronto.

- No és que esté lastimándome a propósito.

- No dije éso.

Edward descartó la discución y se dirigió a la cocina.

- ¿Crées que Riza regrese pronto? - Alphonse lo siguió.

Ed sacó un tazón y buscó la olla guardada en el refrigerador.

- No Al. Salió con el Coronel.

- ¿Cómo sabes? No nos dijo nada y se llevó a Black Hayate.

- Vamos Al. No seas lento.

El niño calentó comida y llenó su tazón, luego volvió a la habitación. Ambos sabían de la relación "clandestina" .



- Viniste con Black Hayate.

La rubia miró los ojos negros de su compañero. Sentados en la barra de un conocido bar , para ellos.

- Por supuesto. Es mi llave de regreso.

Una mirada no muy convencida de Mustang hizo que Riza mirara hacia el frente.

Una mujer de cabello corto y ojos negros, de cuerpo grueso y porte severo, se acercó a ellos tras la barra.

- ¡ Roy Boy ! Qué placer tenerte por aquí . ¿ Elizabeth ?

- Buenas noches Señora.

- ¿ Cómo vá el negocio , Madame ?

- Podría ir mejor si me visitaras más seguido - rió la mujer , poniendo dos vasos de licor frente a ellos.

Mustang tomó primero su vaso y sonrió de medio lado.

- Elízabeth ha estado ocupada con un nuevo pasatiempo.

Riza miró a Mustang, extrañada.

La mujer de cabello negro les sonrió a ambos.

- Entonces , ¿cuándo conoceré a los chicos?

Ahora fué Roy el que se extrañó.

Riza logró ocultar, como siempre, su reacción, aunque no dudó en responder.

- Madame, sabe que nadie debe enterarse.

Por supuesto todos sabían que los secretos eran secretos por algo. Ellos no debían involucrarse, no debían tener una familia o serían vulnerables.

- Tráelos Roy Boy.

- ¿Aquí al bar? Imposible, son menores de edad - Mustang trató de parecer escandalizado, pero la mujer mayor se volvió hacia Riza.

- ¿ Me los traerás tú, Elizabeth ? ¿ Por lo menos a uno ?

- ¿ Por qué el interés, Madame ?

La mujer encendió el cigarrillo que pendía de sus labios.

El niño Alquimista de Acero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora