Edward terminaba su tercer trozo de pastel cuando fue sentado a su lado un hombre de cabello negro despeinado.
- Quédate aquí un momento Roy.
El otro hombre, de lentes y ojos verdes, palmeaba la espalda de su amigo.
Edward no conocía mucho aún a los hombres de Mustang. Habían conversado muy poco en los días que él por fín había logrado obtener su título de Alquimista Estatal. Estaban ahora en la casa de la Teniente Riza Hawkeye. Él había sido arrastrado a la celebración sorpresa del cumpleaños número 27 del Coronel . Se dió cuenta que todos los que trabajaban en la oficina, más otro par de personas, se trataban con mucha familiaridad fuera del Cuartel. Vestidos de civil eran otras personas.
Los hombres, la mayoría, ya estaban pasados de copas y hablaban fuerte y reían ante chistes que solo ellos compartían. Ed miró de reojo a su Comandante , que se acomodaba a su lado en el sillón.
- Entonces, Acero - le comenzó a hablar el pelinegro, mirándolo con ojos vidriosos - ¿ no sentiste nada cuando todos los militares apuntaron a tu cabeza ?
El hombre se refería a la forma en que el niño había tenido la osadía de amenazar al mismísimo Fürher en la primera presentación para ser Alquimista Estatal.
- No creí que fueran a disparar, me detuve antes.
La risa estruendosa de Mustang hizo que algunas cabezas se giraran para verlos.
- Yo estaba ahí - le sonrió el hombre - , no los hubiera dejado.
Edward se sintió extraño. Tal vez sí había estado en peligro al haber hecho ésa estupidéz. Un brazo le cargó los hombros y él giró para ver los ojos rasgados un poco más serios.
- Me agrada tu garra niño, pero te recomiendo seguir de ahora en adelante las reglas.
- Sí, Señor - asintió estando de acuerdo.
Una voz algo chillona se hizo escuchar en el bullicio de voces y una música comenzó a sonar en el ambiente.
- ¡Oye Roy! - el hombre de lentes, Hughes, lo llamaba desde una esquina.
Ed había conocido al mejor amigo de su Comandante hacía apenas una semana. No había sido en las mejores circunstancias pero aprendió a que era totalmente confiable y "demasiado" cariñoso. Paseó su mirada por los demás.
Fuery reía junto a Breda, sentados junto a una mesita, Havoc hablaba animadamente con una joven de cabello largo, negro. Riza se movía por la habitación, llevando un platillo en sus manos. Habían otras personas que él no conocía. Un suspiro sonoro a su lado y se volvió hacia el pelinegro sentado junto a él.
- Ella es hermosa.
Ed frunció el ceño y siguió la mirada negra hacia la joven Teniente, que justo en ese momento se acercaba a ellos.
- Edward, no bebes nada. ¿Quiéres un jugo? - la mujer le ofreció un vaso grande color anaranjado.
- Gracias - Ed tomó lo que le ofrecían y notó cómo el Coronel se movía en el asiento.
- ¿Para mi no hay nada Teniente? - arrastró las palabras.
- Ya bebió bastante Coronel.
- Pero es mi cumpleaños.
- No és escuza para perder la cabeza, Señor.
Edward observaba ésa interacción, bebiendo de su vaso. Notaba algo extraño entre esos dos pero no podía decifrarlo.
- Siéntate un momento aquí - el hombre golpeaba un lugar a su lado con la mirada embobada.
- Debo atender a mis invidados.
La Teniente se deshizo de la mano que había atrapado una de las suyas y , con una sonrisa, se alejó de ellos.
Ed la vió partir, luego miró al pelinegro. Su rostro amurrado le hizo gracia.
Comenzaron a bailar un par de personas, entre ellos Hughes y su esposa. A ella no la conocía. Bebió su jugo lentamente , observando. Podía divertirse un poco tratando de adivinar de qué se reían. A él no le gustaba mucho el tumulto de gente, menos estar encerrado con tantos a su alrededor, pero aguantaría un poco más. La carne asada del principio lo había convencido bastante de quedarse. Sintió entonces un golpe en su costado izquierdo que casi le hizo tirar su vaso. Se giró de inmediado y se topó con una cabeza negra apoyada en su hombro.
¿Qué carajos? Un fuerte ronquido le llenó sus oídos. El cosquilleo comenzó a subirle desde su estómago y pronto se largó a reír a carcajadas. Maldito Coronel, borracho hasta las patas.
Riza escuchó la risa escandalosa del niño sentado en su sillón y vió la escena.
El gran Roy Mustang, Alquimista de Fuego, héroe de Ishval, estaba totalmente dormido sobre los hombros de un niñito de trenza dorada que casi lloraba de la risa. Sonrió para ella, pues lo encontraba totalmente adorable. No era novedad ver a su Comandante sucumbir ante el alcohol y sabía que estaba agotado también. Lo que no había contemplado antes era al niñito a su lado actuar como lo que era. Sus ojitos brillaban y se escondían luego en dos rendijas al soltar carcajadas realmente divertido. Éso era digno de guardar en su corazón.
La risa infantil fué contagiosa y pronto todos prestaban atención y comenzaban a reirse también al ver al Coronel perdido ya en los brazos de morfeo. Pronto el pelinegro despertaría, ya que tampoco era que estuviera fuera mucho tiempo, y alguno de ellos se atrevería a humillar un poco al hombre.
Edward vió divertido cómo Riza se cubría su boca, riéndose, tratando de ocultarlo. Una luz lo cegó por un segundo y pestañeó confundido, pero sin perder su sonrisa.
Hughes blandía una cámara fotográfica y sonreía también orgulloso.
- Lo tienes cariño - su esposa sonreía junto a él.
Ed vió a Riza llegar a su lado y quitarle de encima la cabeza pelinegra, para dejarlo libre.
- Tendrás algo con qué chantajear al Coronel, Edward - la mujer aguantaba de mejor manera la risa.
El niño vió cómo la Teniente acomodaba mejor a su Coronel y él sonrió con todos sus dientes. No se arrepentía ahora el haber concurrido a esa extraña celebración. Tener "algo" con qué obtener alguna ganancia de parte del gran Alquimista de Fuego no tenía precio. Podía aprovechar éso cuando más lo necesitara. Sí. Podía dar gracias a ese Hughes, seguramente no le costaría nada obtener una copia de ésa fotografía.
Riza notó el cambio en el rostro del pequeño niño y lo miró con el ceño fruncido pero aún sintiéndose divertida. Creyó que debería estar más pendiente de esos dos. Podía casi leer la mente audáz del chiquillo. Debía protegerlo y de paso proteger a su Coronel. Estaba segura que el niño era tan prodigio como se suponía que era y cuanquier cosa en su mente infantil podía abanzar a grandes pasos.
Sí, tendría que cuidar ésa relación.
《[ Hola, hola. Aquí un cortito bastante liviano de corazón. Para esas personitas que sufren con los dramáticos. Gracias por leer y de verdad tomo en serio los comentarios. ]》
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El niño Alquimista de Acero
Fiksi PenggemarEdward Elric ha cometido el taboo de la transmutación humana. Esta situación lo llevó a perder su pierna izquierda y su hermano menor perdió su cuerpo. Para recuperar su alma Ed intercambió su brazo derecho y la ancló a una gran armadura. Esta h...