Havoc

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   Havoc caminaba por los pasillos solitarios del complejo de habitaciones del Cuartel. Hacía poco mas de una semana que tenía en su cuarto a un niño de menos de 12 años , leyendo una cantidad de libros que jamás en toda su vida él había tenido  en sus manos. Miró su reloj, viendo que regresaba relativamente temprano a su habitación, siendo fin de semana, pero realmente no tenía muchas ganas de estarse yendo de parranda desde que Hawkeye, más que Mustang, lo había puesto a cargo de "cuidar" al niño de baja estatura y aspecto frágil que podía romper caras en un segundo y poseía una alquimia sorprendente.




   El primer día, y a minutos de que lo conociera personalmente, ya él había tenido un choque con el chico. Se había sorprendido cuando el nene lo había agarrado con una fuerza sobrehumana de sus ropas, por solo insinuarle su baja estatura. Luego descubrió que tenía un automeil completo en su brazo y éso le había parecido extremo.

   Sabía que los automeils de esa envergadura no eran recomendables en personas en crecimiento, pues tendrían muchos ajustes mientras el cuerpo se desarrollara y entonces ya el niño tenía algo fuera de lo común, aparte de muchas otras cosas.

   El segundo día, gracias a su desorden, el chico había encontrado una de sus revistas que Hawkeye le había obligado encarecidamente ocultar. ¿ Cómo fué a parar al escritorio que ocupaba el niño ? No lo entendía y se sintió tanto o más avergonzado que el mismo pequeño, que le había arrojado la revista a la cara . Él por supuesto había cumplido con vigilar las duchas y siempre se ponía tras el pequeño cuando decidía ir al comedor, pero nunca se quedaba y volvía con su comida al dormitorio.

   Ahora, que ya eran las 12 de la noche, se encontró con su habitación vacía. Primero se extrañó y esperó unos momentos a ver si aparecía su joven visitante, pero luego se preocupó y decidió chequear todos los baños de su piso. El niño había desaparecido. Sintiendo la adrenalina correr por su cuerpo, al tener que dar alguna mala noticia a la Teniente Hawkeye, salió al patio trasero en busca de esa pequeña criatura, antes de que se le saliera el alma.

   Alma que volvió a su cuerpo cuando vió la figura del niño corriendo y saltando como un saltamontes por todo el patio. Se quedó un momento con los pies plantados en el suelo con la mirada fija en los rebotes , volteretas y patadas voladoras, que infringía el niño a algún oponente ficticio. De pronto se dió cuenta que él no era el unico que estaba "admirando" la agilidad que tenía un lisiado con automeil. También se había impactado cuando había descubierto que tenía su pierna izquierda con dicha prótesis. ¿ Qué le habría pasado ?

   Vió que habían un par de oficiales jóvenes y otro par de mujeres que parecían mirar con cierta admiración al pequeño niño lleno de energía. Luego que éste transmutara a ras de piso una figura mucho mas grande que él y le asestara una formidable patada con su automeil, haciéndola trizas, el chico de larga trenza pareció conforme. Un aplauso y el terreno volvió a la normalidad.

   Los otros espectadores cuchuchearon y rápidamente desaparecieron del patio, dejando que Havoc dudara en quedarse o desaparecer como ellos. No tuvo oportunidad en cambio , pues el niño se acercó a él, corriendo en busca de su abrigo rojo , que ni se había dado cuenta que estaba a sus pies.

   - ¡ Havoc ! , ¿ puedo usar la ducha ahora ?

   - ¡ Claro ! - respondió el joven rubio , mascando el cigarrillo apagado en su boca. Siguiendo entonces al niño, él decidió que realmente no era bueno que el Coronel metiera a ese niñito en el ejército. El chico le había tomado cierta confianza, tal vez por recomendación de la Teniente, y se desarmaba la trenza mientras caminaba con paso firme hacia los baños.

   Havoc estudió al niño. Sabía que cumpliría 12 años pronto, pero realmente por su tamaño cualquiera diría que tendría 9 o 10 . El dorado cayó en cascada en su espalda y notó que si bien era delgado, su brazo mostraba que estaba acostumbrado a cierta rutina de ejercicios. El chico desapareció entonces dentro de las duchas y él se apostó como siempre afuera. Encendió por fín su cigarrillo y esperó con paciencia unos minutos hasta que apareció uno de los oficiales mayores a cargo de los suministros médicos.

El niño Alquimista de Acero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora