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Samantha se cruzó de brazos, dando golpecitos con el pie con impaciencia mientras esperaba por el reclamo de equipaje. Su avión acababa de aterrizar. Estaba exhausta. No, ella estaba más que agotada. Sin embargo, ella no había sido capaz de conseguir un momento de sueño. Su mente estaba demasiado preocupada con pensamientos de Abril.

Asesinato en segundo grado.

En un primer momento, Samantha había pensado que la idea era completamente ridícula. Pero ella sabía que tenía que hacer esto. Había demasiadas preguntas sin respuesta y tal vez tomando un viaje de regreso al pasado de Abril ella podía entender lo que estaba pasando.

Eventualmente, con su mochila, lanzándola por encima del hombro y corriendo por las grandes puertas de cristal. Fue entonces cuando se dio cuenta que no tenía ni idea de a dónde diablos iba.

Aun así, Samantha estaba ignorando sus sentimientos acerca de toda la situación. Ella tenía una pista. Tenía que averiguar qué le había pasado a Abril. Necesitaba respuestas a esas preguntas.

Ella paró un taxi, deslizándose en el asiento de atrás y dándole al conductor la dirección de su antigua casa. Si no recordaba mal, Abril solamente había vivido unas cuantas calles más allá de ella.

Su cabeza descansaba contra la ventana mientras conducían, dándole tiempo para volver a reproducir la totalidad de los hechos anteriores en su cabeza. El sonido de Abril gritando su nombre no dejaría su mente, y Samantha no se había dado cuenta de lo doloroso que se sentía.

Esos oficiales... no sabían cómo tratar a Abril. Ella era Abril. A decir verdad, solamente Samantha realmente sabía cómo pensaba Abril, cómo funcionaba su cerebro. Ella hizo una mueca ante la idea de que estuviera a solas con todos esos extraños.

De repente, una casa le llamó la atención. Ella conocía a la propietaria. Sydney. Una de las antiguas amigas animadoras de Abril.

Una decisión apresurada empujó a Samantha a detener el taxi dando las gracias al hombre y entregándole un fajo de billetes, sin molestarse en contarlos. Ella esperó a que el coche se fuera antes de girar a la casa.

Momentos más tarde, se encontró en el porche, golpeando suavemente la puerta. Se mordió los labios cuando oyó pasos que se acercaban, y la puerta se abrió lentamente para revelar una versión mayor de la chica que había conocido en la escuela secundaria. En pijama.

Mierda. Samantha rápidamente miró la hora, sólo para darse cuenta que eran pasadas las 8 de la mañana de un sábado.

—¿Samantha? —La chica parecía confundida.

—Uh, hola —Samantha respiró hondo. ¿Por qué estaba siendo intimidada? Estaban fuera de la escuela secundaria, no existía la popularidad.

—¿Samantha la lesbiana?

Oh Dios. Samantha apretó los puños y decidió ignorar el comentario.

—¿Podemos... hablar? Se trata de Abril.

Ella vio caer la cara de la chica y se preocupó. Sydney colocó el pequeño perro de sus brazos en el suelo y dio un paso a un lado, abriendo la puerta y permitiendo a Samantha entrar.

—Lo siento sobre todo el comentario de lesbiana —Sydney rio nerviosamente. Samantha simplemente se encogió de hombros, de pie con torpeza en el vestíbulo de la casa grande y mirando alrededor. Los padres de Sydney siempre habían sido inmensamente ricos.

—Podemos ir a sentarnos a la sala de estar —la rubia hizo un gesto a Samantha para que la siguiera por el pasillo, la llevó a una habitación grande llena de ventanas. Era tan limpia que Samantha tenía miedo de tocar algo. Se sentó en el borde de un sofá de cuero negro, pasándose una mano por el pelo nerviosamente.

YELLOW ( Rivari )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora