CAPÍTULO 4

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EYTAN

Ya han pasado tres semanas, desde que tuve el accidente, mi recuperación va del todo bien, aunque mis papás no querían que los padres de Yazetmith cotizan todos los gastos del accidente. Terminaron aceptando. Doña Paula la mamá de Yazetmith insistió tanto, aceptando la culpa de su hija despistada por arrollarme.

Cuando en relidad fui yo, el tonto distraído.

Todo iba bien, pero mi mente no, aún llevaba conmigo esa carga de mi futuro y esas pocas ganas de ser lo que mis padres querían que fuera.

La depresión me abrazó; han sido tres semanas de mierda, tres semanas donde no tengo noción, tres semanas que ya no el arte me alivia el dolor. Tres semanas en donde los pensamientos suicidas se convierten en pesadillas e insomnios viniendo a mi mente; dejándome sin estabilidad emocional, y cometí el gran error de la vida.

Me fui al baño, me sepille los dientes, me lave la cara al final, miraba al espejo, era yo, pero algo no me dejaba serlo, era como estar atrapado en un laberinto de insertidumbre, de miedos, un laberinto sin final, sin luz, sombrío lleno de todas esas cosas que me atormentaban ¿lograré encontrar este puto final que me esta consumiendo?

El reloj en mi muñeca marcó las 9 am, era hora de mi pastilla para el dolor de mi brazo, ¿una pastilla para el dolor puede sanar otro dolor?

Era preguntas estúpidas qué venían a mi mente, cogí unas 14 pastillas poniéndolas en la  palma de mi mano izquierda. Dudé en tomarla, las miraba, ya las pastillas no hacían el efecto de mejorar, no el brazo, sino algo profundo en mí. Hasta qué vacía casi el frasco de un solo golpe… y las tomé todas, si quería aliviar el dolor del brazo, también quería aliviar el dolor que estaba sintiendo y acabar con todo.

A los minutos empecé a sentirme mareado, veía puntos de colores en todo mi alrededor,
Mi vista se nubló;  me pase de dosis, solo recuerdo verme al espejo empañado, recuerdo perder la noción, y recuerdo esa caída brutal en el baño, recuerdo ver la sangre, recorrer el piso, y recuerdo hasta que mi vista se apago dejándome en una oscuridad silenciosa.

Tres semana jodidas y no se si ya sea el verdadero yo.

***

Desperté nuevamente en aquel hospital, miraba al techo, perdido, desconcertado.
Vi una sombra acercarse a mí, mi vista aún seguía borrosa, solo escuchaba los susurros.

—Eytan...
—Eytan ¿estas bien?
—Ella está aquí...
—Eytan, reacciona.

—¡quiero estar solo! —les hable, con mi voz quebrada.

—Yo estoy contigo, y mamá y papá también.

—¡Que quiero estar solo joder! —les grité alterando, provocando que un llanto intenso viniera a mi.

Comencé  llorar de la nada, sentía la sensación de las lágrimas recorrer mis mejillas, hasta caer.

—Yo también estoy contigo—me habló, esa voz, que ya había escuchado, esa voz tierna, dulce, que me causó alivió, era ella. Estaba aquí en el hospital, ¿no sé por qué?.

—¿Eres tu?... ¿Eres tu Yazetmith? —le exclame limpiando mis lágrimas, aún no podía verla.

—ella se acerco, tomo mi mano. —si soy yo la tonta que te arrolló, la tonta, que escuchó el golpe en tu habitación.

—¿en mi habitación?... ¿Como?, ¿qué hacías en mi casa?— exclamó desconcertado.

—Eytan tranquilizate, intentaste quitarte la vida hermano.

—pero…  Como, que…

—¿No recuerdas Eytan?... Los padres de Yazetmith estaban yendo a casa cada tres días, para llevar los medicamentos y ver tu estado de  recuperación, ni yo lo sabía pero la mamá de Yazetmith fue la que te atendió, es doctora y trabaja aquí.
Estábamos todos en casa, tomando el café de la tarde, Yazetmith fue ese día y, todo fue un susto cuando escuchamos el golpe en el baño de tu habitación, Hermano, no hagas más esto, me asustaste.

—Ese día decidí ir con mis padres, a ver... A verte, y esperaba verte y conversar y quizás conocernos un poco más, y mirate, que manera te vi, te vi salir pálido, sudando, con grandes ojeras y espuma en la boca. Mientras mi padre y el tuyo te cargaban hasta montarte en el auto.

—Soy un tonto, soy una mier...

—¡Ya no te trates así Eytan!...

—la vida pasa volando Emma. Nos las pasamos todo el día quejándonos de mierdas en nuestra vida, o en mi  caso escuchando las mierdas que hablan los demás, y en realidad qué no me interesa nada. Pero... ¿Y la mías que?,
La mías no las escucha nadie, ni yo.
Y a lo mejor cuando me quiera dar cuenta, ya es un poco tarde, y yo no tengo tiempo y no quiero cagarla y ser el chico que todos miran como un bueno para nada, mantenido aún de sus padres. ¿Quiero salir?, distraerme con esos seres que se hacen llamar amigos, y pasarla al máximo, reír, llorar, si es posible embriagarme. Pero quiero salir, quiero ser una nueva versión de mi y quiero ese amor que llega y nunca se va a pesar de las adversidades. Soy culpable por tratar de hacer esta locura.

—Eytan, nos tienes a todos, siempre estaré ahí escuchándote, escuchando tus ¡mierdas como dices!. Pero ya quiero que seas tú, quiero de vuelta a ese hermano que recuerdo cuando era pequeña, alegre, juguetón y odioso como nadie, pero te quiero de vuelta, y esto que hiciste es una gran locura; pero de los errores no solo aprendemos, sino también nos hacemos más fuertes. Y si lo necesitas iré a terapia contigo.—Emma me hablaba, tomando mi mano, mientras sus lágrimas caían.

—Y yo, también puedo hacerlo Eytan, te puedo presentar a mis amigos, podemos salir, ir al cine, bailar. Pero ver a alguien así es preocupante. Y soy una desconocida y la menos indicada pero... Puedes contar conmigo.

—Yazetmith tiene razón, además va siendo de tu misma edad, sus amigos pueden estar a tu nivel. Y más nunca hagas esto, se que eres demente, pero llegar a este punto de suicidarte es otro nivel de demencia. —sonrió sorbiendo.

—Ven dame otro abrazo Hermana. —estiré un brazo ya que el otro seguía en recuperación, y tome a Emma y la abracé, veía a Yazetmith reír de alegría  viéndonos, me provocaba decirle: si también quería un abrazo, pero... Creo que no debo apresurarme.

—Por cierto, ya me calló bien ella, ese día hablamos y es buena onda—me habló Emma susurrándome al oído despacio.

***

Ocurrió la misma rutina, me dieron nuevamente de alta.
La muerte me abrazo, pero se jodio, no pudo conmigo, en lo que puedo hacer y no ahí nada que me detenga, y todos los artistas pasamos por pruebas y adversidades, pero son lecciones de vida, y cuando me dé a conocer por el mundo este será el motivo de haber logrado ese sueño. Creo en mi y en lo que soy capaz de llegar hacer y a causar en este mundo.

A si que por favor...
Sigue escribiendo
Sigue dibujando
Sigue pintando. Por favor sigamos haciendo nuestro arte, sin importar cuantos intenten empujarnos hacía abajo. El mundo no tiene suficientes artistas

EYTAN [concluida] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora